Todos coincidimos en que la depresión postvacacional no existe, se trata de un problema de adaptación en el que aparece irritabilidad, insomnio y ansiedad. La persona está más triste y le cuesta encarar de nuevo sus responsabilidades. Se puede plantear que podemos estar contentos de tener un trabajo. La dificultad aparece cuando ese trabajo no satisface las expectativas, produce disgusto o supone de repente una gran cantidad de energía y esfuerzos. Los trabajos de cara al público pueden ser los que más pueden producir estos estados. El también llamado síndrome postvacacional es fruto de una experiencia anterior en la que la persona ya tiene una situación emocional precaria. Un trabajo inestable, o al que acude a disgusto, problemas en su entorno, una situación existencial que no cubre las expectativas.
Cuando aparece una depresión, dado que la depresión postvacacional no tiene entidad clínica, es decir no existe para los manuales de diagnóstico, tenemos que entenderlo como la aparición de un estado depresivo que coincide con la vuelta a las obligaciones. Esto supone regresar al estado de obligaciones, esfuerzo y sacrificio después de haber tenido unas vacaciones donde prima el principio del placer frente al de realidad.
Quizá la gestión de las vacaciones y la cultura de las vacaciones está mal estructurada. Las vacaciones prolongadas son más proclives a producir esta inestabilidad en el sujeto. Se recomienda partir en 15 días durante los primeros meses y 15 días más durante la segunda mitad del año.
Se contempla que las personas que caen en un verdadero estado depresivo, ajeno al momento vital, que es una etapa de la vida que hay que entender y atravesar con normalidad como parte de los "fastidios" de la vida, acudan a un experto.
Estos estados de ánimo que no son pasajeros sino que se instalan con duración en la persona sí que deben ser tratados, probablemente como decía antes, con un trasfondo que invita a pensar que había algo detrás que no iba bien.
El choque con la realidad, su confrontación produce el tedio de una vida cansina, monótona y aburrida que depende de los recursos del paciente para vivir la vida de una forma creativa. Estos recursos se pueden tratar en psicoterapia, pero no existen fármacos que aporten estos mecanismos o recursos adaptativos para tener una vida plena, rica y satisfactoria.
A veces se tiende a acudir al médico para atacar los síntomas que producen malestar, no siempre los medicamentos son la forma más eficaz y más productiva de solucionar el problema, este popular "síndrome" no existe en las clasificaciones oficiales pero sin embargo se presenta en la clínica, por ello hay que considerarlo como algo serio y con presencia en la vida social.
Reestructurar la forma de vida, el estilo de vida, las creencias, atender a los sentimientos a los vínculos, son elementos a explorar para que demos un rumbo favorable a la vida y tengamos una existencia lo más plácida posible.
Un último apunte, esto afecta a niños y adultos, los niños, como esponjas pueden absorber el nerviosismo de sus padres y es de sobras conocido la agitación en estas fechas de los niños. No "patologicemos" elementos naturales de la vida. Un saludo.
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