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Paz y Ciencia

miércoles, 30 de noviembre de 2016

El nacimiento del segundo hijo



Que el nacimiento del segundo hijo modifica la vida de la familia es obvio. Desde el aumento del número de personas que la componen hasta el más fuerte sentimiento y conciencia de ser familia, pasando por la administración y organización del hogar y las actividades del grupo, sufren una alteración más o menos considerable según las circunstancias de cada caso.

A menudo suele plantearse en la familia la necesidad de un nuevo piso o un cambio de coche, en función siempre de obtener suficiente espacio, en el caso de que se quiera y se tenga dinero para ello.
En el caso en que las familias no les permite plantearse la solución a determinados problemas de espacio, las necesidades sentidas y reales se hacen más fuertes.

Cualquiera que sea la situación económica y social de las familias, nace un nuevo problema para todos. Aunque para los padres no son los que más lo sienten. Predomina la felicidad, como no. Es el primer hijo quien sufre una auténtica crisis con la llegada de un nuevo niño, y esto sucede, por muy concienzudamente que haya sido preparado por sus padres.

Esta crisis, quizá la primera en el niño, después de su trauma del nacimiento (Otto Rank), estará marcado por los celos, la envidia y la rivalidad.

El bebé necesita del amor de su madre de una forma exclusiva, con una situación simbiótica que el niño no puede tolerar la presencia de un bebé. Los celos surgen de manera inevitable aunque no podamos apreciarlos a simple vista.

El mecanismo por el cual manifiestan los niños los celos es muy variado, puede ir desde lo más sencillo hasta lo más complejo. Así, hay niños que preguntan si los "bebés no mueren nunca" o "cuando se van a llevar al niño".
Otros manifiestan su rechazo a través de actitudes agresivas, pegan a los hermanos, les dan patadas, les arañan, etcétera.
En otras ocasiones se tiran ellos mismos del pelo o se comen las uñas como desplazamiento de la agresividad hacia el hermano.
Dentro de un mecanismo más complejo, pero respondiendo al mismo impulso reprimido, hay niños que enferman, por ejemplo, problemas psicosomáticos.

Estos últimos casos son niños que necesitarían manifestar sus sentimientos con palabras más que con síntomas. El poder transmitir a los demás sus sentimientos, comunicarlos a través de la palabra, es un paso de gran importancia para la superación de la crisis y la maduración afectiva y emocional de una futura persona que precisa equilibrio.

Rodrigo Córdoba Sanz. Psicólogo y Psicoterapeuta. Zaragoza

El desarrollo afectivo primario



La Dependencia Donald Winnicott

"Mi única compañía, en el curso de esa exploración de territorio desconocido que es un caso nuevo, es la teoría que llevo conmigo, que se ha convertido en parte de mí mismo (...) Es la teoría del desarrollo afectivo del individuo, que entiendo como la historia completa de la relación individual del niño con su entorno".

Por el hecho de colocar el acento sobre la importancia fundamental de la primera infancia para el desarrollo ulterior del individuo, Winnicott se inscribe en la tradición psicoanalítica, que sitúa en una edad precoz el punto de fijación de las psicosis y, más generalmente, de lo que hoy llamamos los trastornos narcisistas.

Se ha dicho que la imagen que da del niño la teoría freudiana procede esencialmente de una reconstrucción, elaborada sobre la base del análisis de los adultos, sustentada por cierto número de observaciones directas, como la del Pequeño Hans (1909) o la del juego con el carrete (1920), que sirvieron de punto de partida a numerosos desarrollos metapsicológicos.

La obra de Melanie Klein marca una importante transición. A través de ella, el psicoanálisis extiende su investigación teórica y clínica a los primeros meses de vida, a partir de un trabajo terapéutico con niños, principalmente psicóticos, de todas las edades, Melanie Klein inaugura así la investigación de perspectivas ricas y originales. No obstante, permanece dentro de las concepciones clásicas -las de Freud y Abraham- que llevan a esforzarse por señalar y descubrir una serie de "fases" o posiciones, caracterizadas por pulsiones, angustias y defensas primitivas particulares.

Winnicott no reniega de esa herencia cuya validez está solidificada. Su obra se apoya en la teoría clásica y sin ella sería incomprensible. Si a veces quita las marcas del vocabulario analítico convencional, es porque éste no siempre puede dar cuenta de ciertas experiencias cuya importancia se afirma cotidianamente en la práctica clínica. Eso no invalida los aciertos fundamentales de su obra. Pero actualmente el psicoanálisis debe elaborar modelos adaptados a una problemática clínica parcialmente nueva.

Tradicionalmente, el psicoanálisis aborda el desarrollo del niño en términos de progresión de la vida instintiva. Desde esta perspectiva, lo que predomina es el lenguaje de las pulsiones. Este deja su huella, justificadamente, en la psicopatología psicoanalítica, donde la salud es definida con frecuencia en función de las "posiciones del Ello" y de la "fuerza del Yo", la neurosis es el producto de defensas extremadamente rígidas, puestas en marcha para controlar las pulsiones. Aunque esto constituye, muy simplificadamente, "el meollo de nuestra teoría", Winnicott suele sentirse muy limitado por ella.

"Sería curioso llegar a un punto en el que pudiéramos describir qué es la vida, fuera de la enfermedad o en ausencia de enfermedad".

La descripción de la vida supone otro lenguaje que el de las pulsiones, requiere que sean enfrentados otros aspectos de crecimiento, diferentes a los del desarrollo pulsional. Ya que "no es la satisfacción pulsional lo que permite a un bebé empezar a ser, empezar a sentir que la vida es real y a descubrir que vale la pena de ser vivida".

Desde entonces, Winnicott quiso elaborar un modelo que estableciera la posibilidad de que las pulsiones y las relaciones objetales, adquiriesen la categoría de experiencias vivas. ¿En qué condiciones la vida pulsional se convierte en fuente de enriquecimiento personal?  Para responder a esa pregunta, se opuso a esa pregunta se opuso a las necesidades del yo y del ello. Fuera de la relación primitiva entre el lactante y su madre -que se describe como una "relación simbiótica" o un "equilibrio homeostático"-, lo más importante no es, en principio, la satisfacción de las pulsiones orales ("las necesidades del ello"), además, la madre puede satisfacer la pulsión y al mismo tiempo violar "la función del yo" del lactante. Dentro de los cuidados que prodiga al bebé, hace algo más que asegurarle una "mamada satisfactoria". Promueve esa cobertura del funcionamiento del yo sin que la satisfacción pulsional deviene seducción o traumatismo. El psicoanálisis nos ha habituado a pensar en el lactante en términos de pulsiones orales, no obstante, es necesario considerarlo básicamente, no como alguien que tiene hambre, y cuyo deseo puede ser frustrado o satisfecho, sino "como un ser inmaduro que está todo el tiempo al borde de una angustia inimaginable para nosotros". El rol de la madre, que responde a las necesidades del yo del niño, es mantener a distancia esa angustia increíble.

En la esfera del desarrollo del yo, de lo que se trata entonces es de necesidad, no de deseo: un deseo revela la problemática de la satisfacción y la frustración. A una necesidad no se puede más que responder (o no). La frustración provoca la cólera, la falta de respuesta a la necesidad (de ser acuñado, por ejemplo) crea (eventualmente) una distorsión en el desarrollo del niño. Esa distinción es fundamental cuando se abordan los primeros estadíos de la maduración personal. Además, su impacto es considerable cuando uno se encuentra en la cura con un episodio regresivo:

"Cuando se trata de un enfermo en estado de regresión, deseo no es el término exacto, en su lugar, es necesario hablar de necesidad. Si necesita quietud, lo único que se puede hacer es procurársela. Si no se responde a esa necesidad, no se provoca su cólera, sino que simplemente se reproduce, sino que simplemente se reproduce la situación de carencia del entorno que ha detenido los procesos de crecimiento del self. La capacidad para "desear" del individuo ha estado trabado y nosotros asistimos a la reaparición de la causa original del sentimiento de futilidad".

Claude Geets Donald Winnicott Pediatría Psicoanálisis

martes, 29 de noviembre de 2016

Maud Mannoni en los entresijos del psicoanálisis



La teoría psicoanalítica, nacida de y por la transferencia, ha tenido como eje la institución.

[...] Para Freud, la teoría psicoanalítica se asemeja al delirio o a la ficción. En su fascinación por la ciencia, Freud tiene en cuenta la existencia de un campo en el que el saber nos engaña. Y esto nos conduce al paciente que resulta ser el verdadero maestro.

Este tema fue reelaborado por Winnicott. Éste enlazó con el Freud perturbador anterior a 1920 (antes de la creación de la Institución en Berlín en 1920), y lejos de soñar con proporcionar a la psiquiatría la teoría que le faltaba, se esforzó en acentuar las diferencias hasta el punto de reivindicar para el psicoanálisis el término diagnóstico, en una óptica que nada tenía que ver con la psiquiatría.

El "diagnóstico" para Winnicott, no es ni más ni menos que la disposición de referencias en una situación intersubjetiva. Ahí donde el psiquiatra interviene con una clasificación, el psicoanalista se sirve de un instrumento que de paso a todos los cambios disléxicos. Al negarse a aceptar la noción de "enfermedad esencial" pone de relieve una labilidad en las estructuras y alienta a sus alumnos a confiar en "el juego con la locura".

Al situar en primer plano, en su relación con el paciente, un espacio para la fantasía, permite la creación  y arranca a la locura de la momificación de la que era objeto en el marco de la psiquiatría tradicional. 

Antes que él, Groddeck, en 1925, intentó (en vano) arrancar la teoría psicoanalítica (esta fantasía del ello) de la institucionalización, de la que corría el riesgo de convertirse en objeto.

Maud Mannoni: "La teoría como ficción".

Winnicott: psicoanálisis y pediatría



Es durante el período comprendido entre uno y cinco años de edad cuando se establecen las bases de la salud mental. Y es igualmente en este mismo período donde se encuentra el núcleo de la psiconeurosis.

En el curso del psicoanálisis puede demostrarse la importancia que tienen para todo individuo los sentimientos de los primeros años, hecho que -como mostraron Freud y otros- es ilustrado por todas las formas de arte, el folklore y las religiones.

El conocimiento de estos detalles referentes a deseos y conflictos ocultos en el inconsciente es poco aplicable, al menos directamente, con fines clínicos, salvo en el tratamiento psicoanalítico propiamente dicho. Pero con frecuencia es importante comprender la intensidad de los conflictos y tensiones emocionales incluso cuando se trata de un caso cuyo desarrollo emocional es normal, ya que esta comprensión nos permite tener en cuenta que la mala salud física y el comportamiento anormal pueden provenir de la angustia.

Cuando el pequeño alcanza los cuatro o cinco años de edad, se produce una pérdida de intensidad de los deseos y temores asociados con la posición del niño en relación con sus padres o sustitutos, deseos y temores que vuelven a reavivarse durante la pubertad.

A los diez u once años el niño empieza un nuevo desarrollo emocional establecida en la primera infancia, pero acompañado esta vez por el desarrollo físico de los órganos genitales, así como el poder, que se presenta con el paso de los años, para ejecutar en realidad lo que como niño solo podía hacer en el juego y la fantasía.

Los pediatras, maestros y psicólogos tienen grandes oportunidades para observar si los niños triunfan en esta primera lucha, pero quien no esté dispuesto a reconocer la importancia de las fuerzas presentes, no logrará comprender las manifestaciones del fracaso en alcanzar ese ideal, sea en la salud, el aprendizaje o la moral.

Winnicott: "Escritos de Pediatría y Psicoanálisis".

lunes, 28 de noviembre de 2016

Nota sobre la normalidad y la angustia (1931) Winnicott



[...] Desde un punto de vista puramente físico, toda alteración de la salud puede considerarse anormal, no por ello todo decaimiento físico por conflictos emocionales es necesariamente anormal.
Podemos tomar el ejemplo del niño de dos o tres años que se muestra perturbado por el nacimiento de un hermanito o hermanita. A medida que el embarazo de la madre progresa, o en el nacimiento del niño, que hasta ese momento ha sido robusto y no ha tenido motivos de aflicción, empieza a dar muestras de tristeza, su semblante empalidece, pierde peso y presenta otros síntomas como la enredos, el mal genio, enfermedad, constipación o congestión nasal. Si apareciera en ese momento una enfermedad física, es posible que la convalecencia se prolongue más de lo debido [...]

Ahora bien, de no haber nacido el hermanito, con todo lo que entraña para un niño hubiera gozado de salud pero el valor de su personalidad se hubiese visto disminuido debido al hecho de no haber vivido una experiencia real a una edad apropiada. Semejante caso justifica la afirmación de que para un niño puede ser más normal estar enfermo que gozar de buena salud.

Un médico que no comprenda los procesos que se ocultan bajo esos síntomas hará su diagnóstico y tratará la enfermedad como si la misma obedeciese a causas físicas. En cambio, un médico que entienda algo de psicología adivinará la causa oculta de la enfermedad y tomará las medidas pertinentes para aliviarla. Por ejemplo, dará consejos a los padres en el sentido de que no deben tratar al niño de modo distinto al nacer el nuevo hijo, ni deben mandarlo a pasar una temporada en casa de algún pariente, tal vez les aconseje que permitan al niño tener algún animal doméstico. Como medida profiláctica recomendará a los padres que contesten sin temor a todas las preguntas que tengan que ver sobre de dónde vienen los bebés,  y que procuren evitar la ansiedad en su comportamiento.

Cabe ir más allá y afirmar que un médico que esté aún más versado en psicología se contentará con dar una serie de sucintos consejos, sin hacer nada más, limitándose a un simple amigo. En efecto, este médico se da cuenta de que las frustraciones, los desengaños, la pérdida de algo que amamos, unidos a la comprobación de la debilidad y falta de importancia personales, forman una parte significativa de la educación del niño, además, no cabe ninguna duda de que uno de los más importantes objetivos de la educación del niño estriba en colocar al niño en una situación desde la que puede gobernar su vida sin ayuda. Es más, las fuerzas que determinan el comportamiento, tanto de los padres como del niño, están tan ocultas, tienen raíces tan profundas en el inconsciente, que los intentos que se hagan para modificar los acontecimientos recurriendo al intelecto se parecen al acto de grabar las iniciales en los pilares de una catedral: poco es lo que se consigue salvo reflejar la vanidad del artista [...]

Al médico que tenga un niño con mala salud puede obedecer a un difícil desarrollo emocional, hay que recordar que la angustia puede estar desempeñando un papel vital. Coexistir o provocarla. Por esta razón la medicina clínica es complicada, pero en la primera infancia cabe la posibilidad de desenredar una serie de complicaciones que en el caso de un adulto resultarían irremediablemente complejas.

Woods Winnicott: "Escritos de pediatría y psicoanálisis".

Winnicott: Experiencia Cultural



Según Winnicott, la experiencia cultural no ha encontrado su verdadero lugar en las conceptualizaciones psicoanalíticas: el psicoanálisis ha dejado de lado todo desarrollo y experiencia de los fenómenos transicionales. Esa noción se desprende de una interrogación por las condiciones de la creatividad, desde entonces, ella domina el campo del psicoanálisis infantil. 

Las creaciones artísticas, no solo el juego, sino también la creación artística, el sentimiento religioso, el sueño como lugar de una experiencia cultural y personal, ubicados en esa zona intermedia que se encuentra "en relación directa con el área del juego del milito perdido en su juego".

El juego y la creatividad, hasta entonces, habían sido leídas como sublimación de las pulsiones.
Melanie Klein hace jugar a los niños y luego se pregunta qué fantasmas expresa el juego. A partir de eso, asigna al juego múltiples funciones: descarga masturbatoria, dominio de la angustia, realización de deseos. También se aplica a poner en evidencia las inhibiciones que se manifiestan en su desarrollo. Sin negar el interés evidente de tales perspectivas,Winnicott piensa que, no obstante, dejan de lado lo esencial: el juego en sí mismo. Ya que Melanie Klein antes que nada se interesa en el uso que el niño hace del juego, suponiendo que sirve, desde un principio, a otros fines que al simple hecho de jugar.

En otros términos, lo que retiene su atención,  es que el juego expresa su contenido, para Winnicott, ella está "demasiado ocupada en describir el contenido del juego como para mirar al niño y escribir algo sobre el juego en sí". Se pierde entonces algo fundamental y el analista corre el riesgo de no poder provocar que eso suceda en el trabajo terapéutico. 

Sin duda, esta laguna se ha revelado también en la reflexión psicoanalítica sobre la creatividad en la expresión artística sin contar con lo esencial. Winnicott escribe: "Sin contar que tales estudios no pueden dejar de irritar a los artistas y seres creativos en general, quizá porque pretenden conducir a alguna parte y apuntan a explicar por qué alguien fue un gran hombre, por qué la obra de tal mujer fue notable". Sin duda es inútil pretender explicar lo que participa del movimiento de la vida misma; como máximo podemos intentar comprender por qué la creatividad se ha perdido para algunos de nosotros. En esto la perspectiva sigue siendo esencialmente clínica: consiste en preguntarse "por qué el sentimiento de de que la vida es real y está llena de significados puede desaparecer". Si para el niño jugar y ser son una sola y misma cosa, ¿cómo puede ser que tantos individuos parezcan haber perdido esa capacidad en el curso de su camino? Somos devueltos a la creatividad primaria, definida por Winnicott como la aptitud del niño "para crear, reflexionar, imaginar, originar, producir un objeto".

Claude Geets: "Donald Woods Winnicott"

domingo, 27 de noviembre de 2016

Noam Chomsky



(..) Parece evidente que, a menos que exista algún tipo de respuesta afirmativa, las posibilidades de una revolución de veras democrática que lleve a la práctica los ideales humanistas de la izquierda son escasas. Martin Buber resumía el problema mediante la siguiente imagen: "Nadie puede esperar razonablemente que un arbolillo transformado en un garrote comience a echar hojas". En la cuestión de la conquista o destrucción del poder estatal residía el principal desacuerdo entre Bakunin y Marx. De un modo u otro, el problema se ha planteado repetidamente a lo largo del siglo que ha transcurrido desde entonces, enfrentando a socialistas "libertarios" y "autoritarios".

Pese a las advertencias de Bakunin sobre la burocracia roja, que encontraron su confirmación en la dictadura de Stalin, al interpretar las pugnas políticas de hace cien años sería un burdo error hacer depender las reivindicaciones de los movimientos sociales contemporáneos de sus orígenes históricos. En particular, es engañoso ver en el bolchevismo un "marxismo llevado a la práctica". Mucho más atinada sería una crítica del bolchevismo por parte de la izquierda a la luz de las circunstancias históricas de la Revolución Rusa.

El movimiento obrero de la izquierda antibolchevique se opuso a los leninistas porque no sacaron suficiente provecho de los levantamientos rusos para fines estrictamente proletarios. Los bolcheviques, prisioneros de su entorno, usaron el movimiento radical internacional para satisfacer necesidades específicamente rusas, que no tardaron en identificarse con las del partido estatal bolchevique. El componente "burgués" de la revolución rusa comenzó a manifestarse en el propio bolchevismo: el leninismo pasó a formar parte de la socialdemocracia internacional, distinguiéndose de esta última sólo en cuestiones estratégicas.

¿Por cuánto te vendes? Walter Riso



Uno de mis  pacientes había consentido en "espiar" a su jefe en el trabajo. Le prometieron un ascenso y un aumento de sueldo si proporcionaba a la directiva información quiénes estaban "poco vinculados a la empresa" y creaban un "mal ambiente laboral". El hombre aceptó, pero, debido a su formación religiosa y familiar, rápidamente apareció en él un conflicto moral muy difícil de soslayar: sentía que debía responder por su esposa y sus hijos, pensaba que era un traidor y actuaba llevando y trayendo información. Este desajuste entre mente, emoción y conducta se hizo cada vez más insoportable. Al poco tiempo, un cuadro depresivo empeoró las cosas. En semejante situación, decidí introducir en el tratamiento algunas lecturas de Epícteto. Una frase llamó su atención de manera especial y dio pie a que pudiéramos afrontar el problema desde una perspectiva ética. La filosofía no siempre brinda soluciones concretas, pero sí abre puertas que conducen a nuevas maneras de ver el problema.

La premia de Epícteto era la siguiente: "Eres tú quien debe decidir lo que es digno de ti, no yo. Eres tú quien te conoces a ti mismo, quien sabe cuánto vales para ti mismo y por cuánto te vendes: cada uno tiene un precio"

A medida que fue avanzando la terapia, descubrió algo que a simple vista puede parecer elemental pero que mi paciente no había sido asimilado correctamente: su familia prefería pasar necesidades a verlo envuelto en situaciones de corrupción moral; prefería comer menos a verlo sufrir; prefería trabajar más y verlo sufrir; prefería trabajar más y verlo sonreír con la cabeza alta; en fin, quería que "no se vendiera", en términos de Epícteto. Poco a poco el proceso terapéutico le hizo ser más consciente de cuál era el estilo de vida que quería llevar y cuáles eran los principios a los que no debía renunciar. Finalmente, no lo echaron de la empresa, dimitió y salió por la puerta grande.

Walter Riso: "Filosofía de la Vida Cotidiana".

Soy un hombre: La atribución primaria.



"El yo no es sólo detestable: nada cabe entre un nosotros y la nada. Y si finalmente mi elección recae en ese nosotros aunque se reduzca a una apariencia es porque no tengo otra opción posible entre esa apariencia y la nada, a menos que me destruyese -acto que suprimiría las condiciones de la opción-. Ahora bien, basta que yo escoja para que por el acto mismo de elegir, asuma sin reserva mi condición de hombre..."

Claude Lévi-Strauss (Tristes Tópicos)





"Mostraremos sin embargo qué respuesta debería aportar semejante lógica a la inadecuación que siente uno de una afirmación tal como "Yo soy un hombre" a una forma cualquiera de la lógica clásica, aún traída en conclusión de las premisas que se quieran ("el hombre es un animal racional...", etc)
Más cerca sin duda de su valor verdadero aparece presentada en conclusión de la forma aquí demostrada del aserto subjetivo anticipante, a saber como sigue:

1. Un hombre sabe lo que no es un hombre.
2. Los hombres se reconocen entre ellos por ser hombres;
3. Yo afirmo ser un hombre, por temor de que los hombres me convenzan de no ser un hombre.

Movimiento que da la forma lógica de toda asimilación "humana", en cuanto se plantea como asimiladora de una barbarie, y que sin embargo reserva la determinación esencial del "yo" ("je")..."

Jacques Lacan (Escritos)

Seminarios Lacan

El sonido esencial del vacío



El discípulo se acerca al maestro y le pregunta:
- ¿Cuál es el sonido esencial del vacío?
El maestro le responde: ¿Cuál es el sonido esencial del vacío?
- ¿Cuál es el sonido esencial vacío?
- El maestro eres tú, yo no conozco la respuesta, ¡Por eso te lo pregunto!
El maestro le da un golpe en la cabeza. El discípulo se ilumina.

El maestro ha dejado de identificarse con su ego, se ha entregado al vacío, al silencio interior. El único ruido que en ese instante resuena en su vacuidad es la pregunta del discípulo. Éste confunde la respuestas del maestro con una pregunta dirigida al intelecto, sin darse cuenta de que no hace sino imitarle.

"El maestro eres tú, yo no conozco la respuesta,
¡por eso te lo pregunto!"

Respuesta absurda: el maestro no ha querido hacerle una pregunta, ha imitado el ruido de sus palabras desponjándolas de todo contenido. El discípulo quiere  obtener conceptos, no renuncia a su búsqueda intelectual. El maestro, dándole un golpe en la cabeza, interrumpe el flujo verbal. En cuestión de un instante, el espíritu queda vacío de palabras.
   Por fin el discípulo comprende.
   El maestro ya no es nadie.
   Lo otro, el mundo, es el sonido esencial de su vacío. En cuanto el yo deja de existir, el mundo existe.

Alejandro Jodorowsky: "El dedo y la luna"

En 1961 Jodorowsky recibió las enseñanzas en México del maestro zen Ejo Takata. Este maestro contaba cuentos e historias que Jodorowsky recogía en su diario. Haikus y Koans, son historias para sorprender y para admirar la luna.

Educación. Padres e Hijos



Cuando los niños son muy pequeños, recién nacidos y poco después, la tarea de los padres parece reducirse al cuidado, el afecto, el cobijo y el alimento que necesitan. Una idea deducida del obvio desvalimiento de los bebés humanos que no pueden reconocer por sí solos reconocer los peligros, buscar abrigo, conseguir comida y ni siquiera acercarse a otro para recibir contacto de su cuerpo.
Bien pronto, sin embargo  (mucho más pronto de lo que solemos creer), encontramos que estas cosas básicas, que nosotros, los padres, desde un principio nos hemos ocupado de proveerles, incluido el amor, no son suficientes para conseguir su contento ni, más adelante, su felicidad (ni menos aún para lograr que se mantenga en el tiempo).

Se hace necesario algo más. La educación.
De modo sencillo, podríamos formular el siguiente axioma:
La educación es imprescindible porque es lo único que podemos hacer para ayudarlos a ser felices.
Pues, de alguna manera, aunque suene frío y provocativo, deberíamos reconocer que aun si decidiéramos ser proveedores eternos dejándonos llevar por nuestro amor incondicional e inconmensurable, esto no sería suficiente para cumplir nuestra meta. 

Somos insuficientes, y lo somos en los dos sentidos: cuantitativo y cualitativo.
Cuantitativamente no podremos proveerles, aunque decidiéramos intentarlo, de todo lo que necesitan en la medida en que lo necesitan. No podremos, por ejemplo, cuidarlos tanto como a ellos necesitan ser cuidados. Si quisiéramos explorar la posibilidad de hacerlo, deberíamos estar dispuestos a permanecer todo el tiempo con ellos... Y nos referimos a todo el tiempo. 24 horas. Deberíamos estar allí a cada instante para asegurarnos, personalmente, de que no hagan algo que pueda lastimarlos o resultar perjudicial.
 
La tentación de todos los niños de meter los dedos en el enchufe podría servir como ejemplo...
Todos los padres del mundo instintivamente sabemos que alejarlos de todo peligro es no solo impracticable, sino también indeseable. Implicaría el sacrificio total de nuestras propias apetencias y necesidades. Para intentarlo apenas sería menester consagrar la totalidad de nuestra existencia a los requerimientos, anhelos o caprichos del niño, puesto que el proceso jamás se colmaría: jamás obtendríamos una satisfacción absoluta de las necesidades del niño, puesto que su natural búsqueda de placer es insaciable, como igual de insaciable es nuestra pretensión de absoluta seguridad para ellos.

Cuantitativamente somos insuficientes porque no podemos proveerles de la variedad de cosas que necesitan, los niños necesitan interacción con sus pares por más "buena onda" que tengan con sus padres.
Los pequeños también necesitan aprender a ganarse el amor de los demás, el de los padres siempre está presente y no requiere ser ganado).
Necesitan, de distintos modos, en distintas edades, explorar su sexualidad (y, la mayor parte de ese aprendizaje, especialmente en relación con la genitalización del sexo, deberá explotarse, obviamente fuera del vínculo con los padres).
Los niños necesitan desarrollar sus propios intereses y sus propias maneras de hacer las cosas, así conoceremos aficiones y aptitudes.
Todas estas cosas y seguramente, muchas más, son elementos que los padres no podremos proveer. No deberíamos olvidar esta verdad, no solo para evitar nuestra propia frustración, sino también, y sobre todo, porque si consiguiéramos acercarnos lo suficiente para ser bastante para ellos, los condenaríamos a la prisión de un vínculo absolutamente dependiente, un boleto sin retorno a una vida profundamente miserable.

La tarea de educar

El acto de reconocer con humildad que no somos capaces de proveerles de todo lo que necesitan en sus vidas, no implica resignarse a dejar sus vidas al azar ni limitarnos a ponerlas en manos del destino. Que no podamos tener control sobre los hechos del futuro, lejos de empujarnos a decidir no intervenir, debería ser, conscientemente o no, la razón para centrarnos en su educación.
Educar, no es otra cosa que darle a alguien herramientas para desenvolverse en la vida, buscar y encontrar obstáculos y salvando otros, sin olvidar en ese camino, el encuentro con los demás.
Somos seres gregarios y en ningún sentido autosuficientes, vivimos en sociedad y adaptarnos a esa convivencia es parte de nuestra educación. Claro que la visión de esa adaptación  y el modelo de esa convivencia determinarán muy diferentes enfoques del cómo educar, qué enseñar y qué objetivos son los deseables. 

No debemos ni podemos, entonces, achacarles a los padres, como parte inherente a su rol, la responsabilidad  de educar en bien de la sociedad. Esa tarea socializadora está mejor ubicada en las escuelas y acaso en los centros de educación infantil. De todas maneras y aun en ese ámbito, no creemos que "impartir normas morales" conduzca al objetivo de una sociedad más sana en su conjunto. Más bien es mostrándoles a los estudiantes la importancia de los vínculos entre las personas como podremos acercarnos a ese horizonte.
A la hora de plantear un modelo educativo, no debemos olvidar cuál es la dirección última hacia la que queremos dirigirnos (y dirigirlos), pues eso definirá, en gran medida, el qué de la educación (lo que buscaremos transmitir) y el cómo lo haremos.

Jorge Bucay y Demián Bucay: "Padres e Hijos". RBA

viernes, 25 de noviembre de 2016

Personalidad y Totemismo: Lévy-Strauss



PERSONALIDAD Y TOTEMISMO.
(El individuo como especie).

Considerando desde el punto de vista biológico, hombres que pertenecen a una misma raza (suponiendo que este término tenga un significado exacto) son comparables a las flores que brotan, se abren y se marchitan sobre el mismo árbol: son otros tantos especímenes de una variedad o de una subvariedad; de igual manera, todos los miembros de la especie Homo Sapiens son lógicamente comparables a los miembros de una especie animal o vegetal cualquiera.

 Sin embargo, la vida social efectúa en este sistema una extraña transformación, pues incita a cada individuo biológico a desarrollar una personalidad, noción que ya no evoca el espécimen en el seno de la variedad, sino más bien a un tipo de variedad o de especie que no existe probablemente en la naturaleza (aunque el medio tropical tiende, a veces a esbozarlo) y al que podríamos llamar "mono-individual".

 Lo que desaparece, cuando una personalidad muere, consiste en una síntesis de ideas y de conductas, tan exclusiva e insustituible, como la efectuada por una especie floral, a partir de cuerpos físicos simples utilizados por todas las especies. La pérdida de un allegado o de un personaje público: político, esritor o artista, cuando nos afecta, lo hace de la misma manera en que sentiríamos la irreparable privación de un perfume, si Rosa centifolia se extinguiese. Desde este punto de vista, no es falso decir que algunos modos de clasificación, arbitrariamente aislados con la etiqueta de totemismo, tienen un empleo universal: entre nosotros, este "totemismo", solamente, se ha humanizado. Ocurre, como si, en nuestra civilización cada individuo tuviese su propia personalidad por totem: ella es el significante de su significado.

Lévi-Strauss El pensamiento salvaje

Desmontando mitos: Maud Mannoni



[...] Si nos atenemos a lo que dice Winnicott, el destino de los autistas se volvió preocupante el día en que Kanner aisló un síndrome al que denominó "autismo infantil precoz".
Autista era el nombre que se daba en los cuarenta a estos magos omnipotentes, huéspedes de un mundo imanimado, que hablan por medio de gestos a unos compañeros imaginarios, pero que rehúyen todo contacto humano hasta el punto de que, si acceden a la palabra, ésta no debe servir en absoluto para establecer una comunicación. El adulto, cuando existe para ellos, sólo es percibido como una extensión de su propio cuerpo. 

La intervención, además de prejuiciosa, casi era insultante. No sabían que hacer después del diagnóstico a cambio de excluir la palabra del sujeto y el contexto dinámico e histórico en el que se expresa sufrimiento, aunque se trate de un lenguaje sin palabras.
Paradojicamente, el psicoanálisis se vio reforzado cuando se esperaba que pudiera destruir la institución psiquiátrica.

A Freud, aunque no le gustaban los psicóticos, esperaba mucho de una psicoterapia de la psicosis. La práctica de una aproximación psicoanalítica de las psicosis tiene un valor formativo para el psicoanalista, puesto que el psicótico le interpela en el meollo de su ser. Sólo en nombre de una "locura" común, el psicoanalista, al igual que un intérprete, puede hallar (en la persona del paranoico) fue privilegiado por el psicoanálisis, como objeto de estudio.

Freud, en cambio, dejó a los psicoanalistas jóvenes y a los psiquiatras la tarea de ocuparse de los esquizofrénicos. Respecto a los que, si se curan, se dirá que "el psicoanalista se ha equivocado de diagnóstico". Así pues, las psicosis ocupan ahora el papel de la histeria.

Leyendo a Kraepelin uno se da cuenta de que, cuando pretende aislar el "núcleo delirante", el psiquiatra de hecho está intentando deshacerse de una palabra que le molesta. Lo mismo ocurre con el psicoanalista. Al situar en primer plano "hablar solo" del paciente, el psicoanalista corre el riesgo de volverse sordo a lo que pretende hacerse oír y reconocer en una palabra singular, entonces el "lenguaje normal" se convierte en una pared. Es cierto que la palabra, si no existe un espacio para recibirla, puede ser percibida por el sujeto como una intrusión persecutoria.

Lo que interesa al psicoanálisis no es lo que ocurre "en" la cabeza del paciente sino lo que sucede "entre" él y el paciente. La creación de un espacio (por medio de la fantasía) es lo que autoriza el paso de la palabra de un lugar a otro. 

En ese sentido veremos qué forma la noción freudiana de un "espacio para la fantasía" que fue utilizada por Winnicott. Al introducir, por este genial autor la noción de juego y creatividad como fuentes de crecimiento, maduración y vínculo, permitió que se creara, por parte del psicoanalista, un contra-juego con el psicótico (arrastrándole de la momificación a la risa y la comedia), en una situación en que, puesto que el sujeto ya no encarna la verdad, la palabra de éste está liberada. Lo que el esquizofrénico pide no es que le comprendamos, sino que le aceptemos en la diferencia que reivindica.

Maud Mannoni: La Teoría como Ficción. Grupo editorial Grijalbo. 1979. París.

jueves, 24 de noviembre de 2016

Maud Mannoni



La teoría como ficción...
No me caliento mucho los cascos a propósito del bien y del mal, pero por término medio, he hallado muy poco "bien" entre los hombres. Por lo que he llegado a saber de ellos, en sumayor parte no son más que escoria, tanto si apelan a tal o cual doctrina ética como si no apelan a ninguna. SIGMUND FREUD, carta a Pfister 
 
¿Qué es lo que hace que uno se convierta en psicoanalista? Laing planteó con anterioridad: ¿Cómo abordar a un paciente, si desde el principio existe un lenguaje "psico" (vocabulario psiquiátrico o psicoanalítico) qué nos depara de él?
El psicoanalista durante su análisis conecta con el niño que en él existe (es decir, con unas etapas que pudieran clasificarse de "locura").
Las palabras aprendidas son las que usará este analizando en su trabajo, por ejemplo, "loco", "psicótico", "neurótico", etcétera
El aprendizaje de esta profesión está cargado de prejuicios que no hacen nada bien a la profesión. Los pacientes son, ante todo, personas y hay que verlas como tales. La situación de poder y asimetría es un artefacto para el flujo de una profesión basada en una alianza terapéutico y un buen vínculo emocional. 
Las escuelas psicoanalíticas apenas ponen ya el acento en la importancia que reviste para un joven psicoanalista su encuentro con el paciente (neurótico o psicótico). Encuentro que implica, en primer lugar, descubrimiento de sí mismo, a ravés del drama que el otror le hace escuchar. Es fácil deshacerse de este grito, de esta conmiseración de amor dirigido al psicoanalista, con la objetivación de lo subjetivo. El paciente, lejos de hacernos conectar con una parte de nosotros mismos, se convierte, seguiendo este modelo, en un extraño, cuyos síntomas vamos a observar y "signos" de una "enfermedad" cualquiera. Todo lo que dice el paciente, se inscribirá en un marco que invitará, por ejemplo, al psicoanalista, a semejanza con la psiquiatría a interpretar los "jeroglíficos" de la psicosis; y tendrá, además, como consecuencia el que el observador-psicoanalista deje de estar implicado en el diagnóstico realizado.

He aquí un libro muy polémico, donde Maud Mannoni se enfrenta con lo que pudiera constituir una asimilación del psicoanálisis por parte de la institución, de la psiquiatría o de un sistema de saber establecido. La teoría puede consistir, para el psicoanalista, en una defensa contra lo que dice el analizando o contra lo que éste aporta de imprevisible. Pero en Freud se da otra concepción de la teoría: como libre ensayo, como ficción.
Apoyándose en Lacan y en Winnicott, la autora se niega a basar el diagnóstico en criterios de tipo psiquiátrico, rechaza la confusión entre psicoanálisis infantil y profilaxis, y busca una práctica que de amplio margen a lo imaginario.

Maud Mannoni.
Rodrigo Córdoba Sanz. Psicólogo y Terapeuta
 

Fármacos que matan



Estamos ante un cóctel peligroso para la salud: nuevos trastornos, sobre diagnóstico y medicalización. Una simple receta puede cambiar tu vida.
Nada menos que 500.000 muertes anuales pueden atribuirse al efecto de los fármacos en Europa y EEUU, lo que representa una de las principales causas de muerte. Es una epidemia silenciosa. Dentro de esta cifra, los psicofármacos tienen una responsabilidad importante y Peter Gøzsche  lo sabe muy bien. 

Es catedrático de Diseño y Análisis de Investigación Clínica, y su amplio conocimiento le lleva a calificar sin titubear "crímenes contra la humanidad", lo que me lleva por ejemplo, a Thomas Szasz., 

Dice:

Yo no estoy en contra de la psiquiatría, pero hay que reformarla de manera revolucionaria porque actualmente lo que hace es experimentar con nosotros. Hay que crear empresas públicas que controlen y desarrollen estos medicamentos, que velen solo por los intereses y la salud de los pacientes, y trabajen para las personas y no por el dinero. Hay que luchar contra la industria farmacéutica con paciencia y velando por lo que es justo para el paciente. La industria farmacéutica tiene un enorme poder y nadie ve los cuerpos de aquellos que mata, sino el dinero que produce.

Lo que está haciendo la industria farmacéutica es esconder los efectos secundarios de la medicación psiquiátrica.


Gøzsche es también uno de los fundadores de la Nordic Chrochane Collaboration, una entidad sin ánimo de lucro donde los investigadores de todo el mundo revisan con rigor los medicamentos y otros productos y técnicas sanitarias para comprobar su seguridad, más allá de lo que digan los fabricantes. Y pide una revolución en la psiquiatría actual porque no respeta en muchas ocasiones los derechos de los pacientes.

Contundente y claro, así se muestra en la entrevista
.
- Hablemos de lo que esconden los psicofármacos...
Los psicofármacos provocan toda clase de efectos secundarios. Muchos psiquiatras aseguran que los antidepresivos no los tienen, pero lo cierto es que causan problemas en la mitad de los pacientes.
El 57% presenta una disminución de la líbido, retraso en el orgasmo y el 46% presenta ausencia de orgasmo.
Lo más trágico es que los pacientes llegan a creer que es culpa de su depresión.
- ¿Y antes de llegar a la depresión?
Son comunes los cambios de carácter. Con la toma de antidepresivos se registra un empeoramiento del humor en un 22% de los casos, agitación en el 16% de los casos y en un 6% un incremento de 28 puntos en la Escala de Hamilton para evaluar la depresión.
- En su libro también dice que los psicofármacos producen dependencia.
En el año 2003 la Organización Mundial de la Salud admitió que la Fluoxetina se encontraba entre los fármacos que producen mayor dependencia.
- ¿Estarán enganchados a las pastillas toda la vida?
Los pacientes no logran dejar el fármaco debido al síndrome de abstinencia. Los psicofármacos tienen altas probabilidades de producir daños cerebrales permanentes cuando se utilizan mucho tiempo.
- Pero protegen del suicidio...
Es otro falso mito. Es erróneo. De hecho en 2007 la FDA aceptó que pueden ser causa de suicidio en todas las edades.
- ¿Los estudios científicos que los avalan no tienen credibilidad?
(...) Solo un grupo de pacientes que no distinga el placebo del medicamento activo puede asegurar unos resultados correctos. Otro motivo por el cual los resultados de los test son tendenciosos y no fiables es el hecho de que la mayoría de los pacientes sometidos a estas pruebas ya están recibiendo alguna clase de tratamiento y conocen sus efectos secundarios.

Más "perlas"

El grado actual de sobrediagnóstico es gigantesco y tiene gravísimas consecuencias.
Son muchos los psiquiatras prestigiosos que se muestran ciegos a todo lo que vengo diciendo. El resultado es que cuando aplicas los criterios de diagnóstico a gente normal y sana terminas obteniendo un diagnóstico de enfermedad mental. Queda claro que la metodología no resulta fiable.
La tristeza es una emoción natural que de vez en cuando nos afecta a todos y no debería tratarse con fármacos. Provoca injustificados diagnósticos de depresión. Ningún fármaco alivia la tristeza.
El diagnóstico de trastorno bipolar aumentó desde 1994 a 2003 un 85% en los diagnósticos.
Lo mejor sería diagnosticar menos, mucho menos y deberíamos cargarnos el DSM y empezar de cero. Deberíamos centrarnos en la historia personal de cada individuo, en lugar de obsesionarnos con los diagnósticos [....]

Algunos datos. "Necesitamos un cambio para que se vele por la salud de los pacientes"

9% de los adultos son diagnosticados de depresión según el Manual de diagnóstico psiquiátrico.
50% de los diagnósticos de esquizofrenia son erróneos. Los daños cerebrales producidos por la administración de antipsicóticos a largo plazo pueden ser irreversibles.
Estos fármacos son la segunda causa de muerte en mayores de 65 año, después de la cardiopatía isquémica.
Con respecto al TDAH, los niños nacidos en diciembre tienen un 39% más de posibilidades de ser diagnosticados que los de enero.
En España aumenta un 20% cada año la factura de los medicamentos hospitalarios.

Un millón de personas son adictas a los antidepresivos en España. Una auténtica tragedia porque crean adicción y afectan directamente al cerebro. En un estudio en el que participaron profesionales como "conejillos de indias" predominó la Depresión y el TDAH fueron algunos de los diagnósticos más profundos.

Cuando el paciente es un niño habría que prohibir la receta de psicofármacos. Los beneficios serían muchísimo más importantes que los perjuicios causados por la prohibición. Administrar psicofármcos a un niño resulta peligroso porque su cerebro aún está en fases iniciales de su evolución y es muy sensible.

Es una opinión compartida con ciertos psiquiatras, por ejemplo, en Dinamarca cada día hay más psiquiatras que están de acuerdo conmigo en el hecho de que hay que desmedicalizar a los niños.
La auténtica ciencia nos dice que los antipsicóticos provocan algunas muertes. Entre la población anciana supone un aumento del 100% en la mortalidad. Son fármacos no seguros ni para niños, jóvenes, adultos y ancianos.

Las drogas que tienen actividad cerebral, como el alcohol, embotan los sentimientos y nos impiden pensar con claridad. Pueden incluso disparar nuestra agresividad.

La Psicoterapia

Puede ayudar a la gente, puede curarla, incluso de la psicosis. El elemento crucial es la relación entre terapeuta y paciente. 

Lo que importa es trabajar a partir de los problemas, los traumas, los desafíos y las cualidades de la persona. La psicoterapia debería ser el núcleo mismo de la psiquiatría, y los psicofármacos no deberían emplearse como norma, sino cuando solo sea estrictamente necesario para hacer frente a crisis agudas.






miércoles, 23 de noviembre de 2016

Tú no tienes la culpa



Tú no tienes la culpa
Ni la has tenido nunca
Si te enamoraste de otra persona y dejaste a tu pareja es porque este planeta está poblado por 7000 nucas esperando a ser besadas
Tu amor no tiene nada que ver con el sufrimiento
Si te contagiaste es porque estás vivo y en este planeta existen ballenas azules y virus
No se puede evitar la muerte
Si engordaste es porque hay mucha comida y demasiados anuncios y por muy poco tienes el doble de cantidad con el triple de azúcar
Te sientes bien comiendo porque otros quieren seguir ganando dinero contigo
Si quisiste que te pagaran por mantener sexo es porque otros estaban dispuestos a pagarte
Tú no inventaste el maldito parné
Si acabaste con una jeringuilla en el brazo es porque el planeta a veces es muy jodido y hay soluciones que parecen inmediatas
Tú, como todos, solo buscabas la evasión
Es que la vida es a veces tan dura
Si tu hijo causa dolor a otros es porque él ha decidido hacerlo
Tú no eres tu hijo
Si suspendiste es porque no sabías que te preguntaban
No eres mejor por conocer las respuestas
No permitas que nadie te haga sentir culpable
Si lo intentan es porque tienen miedo a quedarse solos
Físicamente o en su pensamiento
Es porque quieren retener en la cárcel mental el "eso no está bien"
El chantaje emocional es el arma invisible que transforma la vida en un campo de batalla sembrado de minas
Pisaste
Volviste a pisarla
Otra vez, fíjate bien
Solo nosotros somos los únicos responsables de hacer sentir culpable al resto
De convertirles en antipersonas llenas de ruido y remordimientos
Como si todos, absolutamente todos, no hubiéramos sido una vez hermosos niños y niñas que pedían "un ratito más despiertos"
Y a los que ahora llaman cabrones, sidosos, gordos, putas, yonkis, malas madres o inútiles
A esos mismos niños y niñas que han crecido en este caos que es el mundo
Tú decides qué hacerle al resto
Tú decides cada uno de los gestos que le dedicas a los demás, cada una de tus palabras llenas de lo que tú quieras que estén llenas
Decide bien
Decide quitar el dolor de las cabezas de alfileres que a veces se forman en los estómagos ajenos
Decide comprender las razones del otro
Decide ponerte en su lugar
Decide afecto
Abre la boca y dilo
No te preocupes, tú no tienes la culpa
De pronto, un abrazo fuerte
Y todo se calma

Roy Galán. Escritor y Fotógrafo

El estrés se ve en tu cabeza



Quizá se te cae el pelo por factores hereditarios pero en la mayor parte de los casos es por estrés.
El estrés por sí solo es condición suficiente para provocar la pérdida de cabello. 

Así lo demuestra un estudio por la revista European Academy of dermatology and venerology. La buena noticia es que, según los expertos, en el 80% de los casos, tras superar las causas psicológicas también se regenera el cabello. 

También las canas se asocian con el estrés y la caspa es señal de estrés, ansiedad y fatiga.
Aunque resulte sorprendente tu pelo es el reflejo de tu sistema nervioso, la densidad, el tacto, la suavidad son factores que se recuperan con un buen estado de salud.

martes, 22 de noviembre de 2016

Amores altamente peligrosos



Nos guste o no, algunas maneras de amar son francamente insoportables y agotadoras, aunque tengamos instinto masoquista y vocación de servicio.
No estoy diciendo que estas personas no sean merecedoras de amar, lo que afirmo es que cualquier vínculo afectivo donde nuestros valores esenciales se vean amenazados está contraindicado para nuestra felicidad, no importa cuánto amor le pongamos al asunto.  Acepto que estar en pareja no es cosa fácil y que todos debemos "sacrificar" algo, en un sentido constructivo, para que la relación prospere, no obstante, los modos de amar altamente peligrosos son especialmente difíciles de abordar y tolerar, incluso para los "enamorados  del amor" que todo lo padecen estoicamente. Estos estilos afectivos disfuncionales desgastan al otro y le quitan su energía vital, le consumen lentamente y le confunden, hasta el punto de sentirse irracionalmente culpables o creer que sufrir por amor es un hecho normal y generalizado (como si amar y ser víctima fuera lo mismo).
Es cierto que todos tenemos "pequeñas locuras" personales y que no existe la perfección.
Se nos ha insinuado que hay que aceptar a la pareja tal como es, y que no es conveniente pedirle cosas que "no le nacen" o que no quiere hacer, es decir, que hay una esencia que debe acatarse por respeto al otro. Hay condiciones aunque esto suene bien. Yo diría: aceptar el modo de ser de la pareja, siempre y cuando no tengamos que inmolarnos psicológicamente en el intento. Te acepto como eres, si eso no implica autodestruirme para hacerte feliz, porque si tu felicidad es inversamente proporcional a la mía, algo está funcionando mal entre nosotros. Frente a una incompatibilidad de raíz, la voluntad y las buenas intenciones no son suficientes para resolver el problema.

¿Cómo lograr una relación siquiera decorosa con quien te considera una persona desechable o con alguien cuyos sentimientos hacia ti oscilan entre el amor y el odio? ¿Cómo sobrevivir a un amor hostigante que no te deja respirar o un amor subversivo y ambivalente que no puede vivir "ni contigo ni sin ti"?
¿Cómo mantener una relación recíproca y cariñosa cuando tu pareja te impide expresar afecto?
¿Cómo vivir el amor en paz con alguien que te controla porque cree que eres un ser inútil e incapaz?
¿Te entregarías en cuerpo y alma a quien te considera un enemigo potencial y se arrepiente de amarte cada día de su vida? ¿Seguirías con una persona infiel que no eres capaz de dejar a su amante?
(...) ¡Hay tantos mártires y son tan venerados por la cultura del amor incondicional!

Hay quien piensan que el amor es incondicional y para toda la vida. Yo estoy convencido que no es necesario morir con las botas puestas y que el amor nada tiene que ver con aguantar la irracionalidad y la patología del otro.

Haré referencia de ocho estilos afectivos hostigantes:

1. Histriónico-Teatral Amor hostigante
2. Paranoide-Vigilante Amor desconfiado
3. Pasivo-Agresivo Amor subversivo
4. Narcisista-Egocéntrico Amor egoísta
5. Obsesivo-Compulsivo Amor perfeccionista
6. Esquizoide-Ermitaño Amor desvinculado o indiferente
7. Antisocial-Pendenciero Amor violento
8. Limítrofe-Inestable Amor caótico.

Cada uno de ellos lleva implícito uno o varios antivalores que se oponen a un amor pleno y saludable.
Quienes poseen estos modos de amar pueden ser muy valorados en otras esferas de la vida pero es en la familia y en la pareja donde producen un inmenso dolor.
Luz de la calle, oscuridad de la casa.
De puertas para adentro, en el mundo privado del amor, las máscaras se caen y la alteración se destapa. 

Por ejemplo, los individuos narcisistas pueden ocupar cargos importantes en empresas o en política por una enorme competitividad y afán de poder, pero lastiman a su pareja por su egoísmo y egocentrismo crónico que los caracteriza.
El obsesivo alcanzará un excelente rendimiento por su perfeccionismo, en el hogar presionarán a sus seres queridos para que se amolden a sus exigencias.
Los histriónicos pueden ser muy hábiles en el mundo del arte del teatro pero reclaman mucha atención en el hogar, constriñiendo.
Los paranoides destacarán en tareas de vigilancia pero desconfiarán de su pareja hasta la celotipia o delirio de celos.
Los trastornos de personalidad están presentes entre un 20% y un 30% de la población. Y si consideramos casos moderados la cifra aumenta.
Muchas víctimas utilizan el "pero". "Es egoísta pero no tanto".
Las personas que intentan romper con este tipo de vínculos no lo hacen de la noche a la mañana, incluso cuando su salud física y psíquica está en peligro. A veces, debemos dejar de oponer resistencia y romper esa relación.
Existe un problema, en ocasiones se hacen muchos intentos, luego, en el mejor de los casos se pide ayuda y ésta plantea un microcosmos que no puede ser tolerada por la víctima.
El autoengaño es producto de un "enamoramiento" que agarra con las fauces del enfermo y lo demás, lo realiza ese amor altamente peligroso y tóxico que obnubila la razón y emborrona las emociones.
Cada estilo afectivo es una manera de procesar la información afectiva: sentirla, evaluarla e incorporarla a la vida de relación. Si el modo de procesar dicha información es distorsionado y está guiado por esquemas negativos respecto a uno mismo, el futuro, el mundo, dicho estilo será dañino para tu salud mental y emocional, de tu pareja.
Este texto va dirigido a cualquier persona que quiera revisar su vida afectiva cuando se encienden o no las luces de alarma. No es un libro optimista ni pesimista, es un libro realista. No encontrarás aquí las mejores reglas para vivir con tal o cual estilo disfuncional y tapar el sol con un dedo, más bien lograrás establecer espacios de reflexión para comprender mejor tu relación de pareja y dilucidar hasta dónde se justifica luchar por ella o no. Incluso podrías descubrir que el problema está en ti y no en la persona que amas.

Las preguntas de este recorrido son simples y a la vez profundas: ¿Cuál es mi manera de amar? ¿Cuál es la manera de amar de mi pareja? ¿Hasta dónde podemos estar juntos sin hacernos daño?
Si vemos las cosas como son, sin sesgos ni esperanzas ingenuas, podremos tomar decisiones correctas a mejorar nuestro estilo de vida, aunque a veces nos duela o incomode el camino a seguir. Parto de la simple premisa, amar no es sufrir, y que tenemos derecho a ser felices. Éste es el bien supremo que nadie podrá quitarnos, así sea en nombre del amor.

Recomendación: 

"Amores Altamente Peligrosos". Walter Riso
Rodrigo Córdoba Sanz. Experto en Trastornos de Personalidad. Experto en Dependencia Emocional.
Nota: Un libro no puede sustituir a una terapia, aunque pueda conducirle a ésta.

Psicoanálisis de los fenómenos culturales




En un artículo titulado, Soñar, fantasear, vivir, Winnicott se pregunta "qué es la vida", no tanto desde un punto de vista filosófico sino por aquella pregunta se le ha impuesto por su práctica de la vida cotidiana, por el encuentro con esos pacientes fronterizos y de false self, para quienes la cuestión de la vida y la muerte se plantea en términos agudos: los de vivir o no vivir.

"Usted puede tratar qué le impulsa a vivir. Ahora bien, para nosotros, es de vital importancia reconocer abiertamente que la ausencia de enfermedades psiconeuróticas es quizá la salud, pero no la vida".

Para Winnicott, esta cuestión adquiere el máximo relieve, ya que, de entrada, está situada allí donde se origina la creatividad. Es en el juego del niño, donde se arraiga y funda la capacidad de ser creativo, por lo tanto de sentirse vivo. 

Harry Guntrip se analizó con él y diría: "Nosotros somos diferentes de Freud, que quería curar los síntomas. Lo que nos interesa son las personas vivas, el amor en su totalidad".

Winnicott tenía la experiencia de que existen que tienen "buena salud", pero cuya existencia es vivida bajo el signo de la insignicancia, por el contrario, ciertos individuos "enfermos" tienen tal riqueza interior que ésta se encuentra acusada por su existencia misma, de acuerdo con un concepto demasiado estrecho de la salud mental. Si esa expresión no estuviese demasiado trillada, hablaríamos de calidad de vida, a condición de entender por ésta algo ligado a características propiamente subjetivas que vuelve al individuo apto para la felicidad.

Se trata de una capacidad para ser, relacionado con lo que Winnicott llama "sólida capacidad para una experiencia total". Y nuestra práctica analítica será vana si no se aproxima a tal problemática.
La vida implica no sólamente la aptitud para contraer lazos con el mundo y los demás, así como una vida interior, en sentido pleno. Dirigido a la creación, en esa capacidad de jugar.
"En esa área no sólo entran el juego y el sentido del humor, sino también toda la cultura que se ha acumulado y que forma el subproducto de la salud de los cinco o diez mil años pasados (...) comienza en el espacio potencial entre el niño y la madre, cuando la experiencia ha inspirado al niño una gran confianza en ella".
Se refiere a: "un modo creativo de percepción que da al individuo la sensación de que la vida vale la pena de ser vivida".

Esto contrasta con el sentimiento de futilidad que emana del mundo en una sumisión pasiva y la adaptación: en este caso, lo que domina es la sensación de que nada es verdaderamente importante.

"Incluso puede ser un suplicio real para ciertos seres que, habiendo tenido experiencias creativas mínimas, pueden percibir que la mayor parte del tiempo viven de manera no creativa, como si estuviesen prisioneros en la creatividad de otro o en la de una máquina".

La recuperación de una percepción  creativa del mundo implica la necesidad de volverse informe (formlessness) en la situación analítica, es decir -de acuerdo con la expresión de Marion Milner - regresar a una "fase recurrente, esencial para una relación creativa con el mundo".

lunes, 21 de noviembre de 2016

La Tragedia del Padre



O peor...

Despertar a la persona del goce de la repetición, de lo que no cambia, del quedarse ahí, del Thanatos freudiano. Ése es el objetivo. Despertar de una vida de repetición. Dice Fritz Perls:
"Yo hambre y agresión": Perls empezaba por señalar lo obvio: cómo la propia conservación (hambre) prevalece sobre la conservación de la especie (sexo) y cómo nuestras actitudes hacia el alimento - los esquemas de comportamiento que rodean la actividad de comer - sientan, respecto de las maneras en las que nos rodeamos con el mundo, un precedente más básico que las motivaciones sexuales, que se desarrollan después".

Crecer es pasar del temor a la experiencia, de lo viejo y primitivo (Matrix) a lo nuevo (Neo).
"La prueba consiste en crisis y observación".

Pues tal como apunto en la cita, yo creo que es el lugar-lo-femenino, la falta de lo masculino, lo no padre, o donde-no-hay-padre. "O peor...", dirá Lacán en uno de esos últimos textos al referirse a esa ausencia. Es, por tanto, el corte, la forclusión del nombre del padre. Cuando no hay función paterna (psicosis, adicción, toxicomanía, narcisismo. patológico... ).
Función paterna, que recordemos, puede ejercer tanto el Padre Biológico, la Madre Biológica. Y también cualquiera de los padres adoptivos, o, con matices- el tío, la abuela, el abuelo, etcétera. O una institución. No es un lugar, es una función. Y algo así ocurre con la función materna.

La tragedia del padre

"¿Escuchaste las lágrimas en tu voz...?  ¿Podrías bailar la timidez...?
Fritz Perls

"En el pasado, la paternidad ha contado con todo el apoyo legal y consuetudinario [...] que supondría que suponía un reconocimiento / refrendo de la posición incuestionada del poder paterno / masculino dentro y fuera de la familia. Pero, con el decaimiento del modelo del patriarcado, ha emergido la dificultad de buena parte de los padres para:

1) adaptarse a la pérdida de la autoridad absoluta y redimensionar su papel en consonancia con las reales aportaciones de ambos padres en el plano doméstico, económico, laboral y emocional, y para ser capaz de sustituir el autoritarismo con los hijos por la firmeza, 2) acomodarse a los cambios (valores, aficiones, reivindicar los derechos) que le plantean la mujer, hijos e hijas y 3) integrarse en la dinámica familiar no tanto con el mando como con la cooperación, la responsabilización, la cercanía emocional, el asesoramiento no coercitivo".

Dice una mujer, y ahora sí insisto en el género de su autora, Francesa Caregnato:

"¿Cómo se destrona a un papá de su rol? Hay muchas maneras. Cuando hay una separación o un divorcio y "gracias" y casi asegurada la custodia de los hijos, es muy frecuente que estas madres transformen el enfado y la frustración por la ruptura -especialmente si ha ocurrido por infidelidad- en venganza, poniendo a los hijos en contra de su padre. Para su mujer (el padre) nunca lo hace suficientemente bien, y hasta le resulta un estorbo. En estas circunstancias, incomprendidos y desplazados, los padres desconfían de su instinto masculino y renuncian al ejercicio afectivo de la paternidad, o la mujer prescinde de su entorno efectivo de la paternidad, o la mujer prescinde de su concurso. Así, los hijos no pueden respetarlos ni querer ser como ellos.  |...] De manera más directa o más sutil, muchas veces la mujer va pillando al hombre a un rol satélite  que va tomando cada vez más distancia. Y para decir toda la verdad, para algunos hombres alejarse o ausentarse de sus hijos es un rol muy cómodo que el de exigir su derecho paterno".

Y, otra mujer, María Calvo:

"En este clima intenta sobrevivir toda una generación de padres que no saben muy bien cómo desenvolverse en una sociedad que los obliga a tergiversar su masculinidad y no les permite disfrutar de su paternidad en plenitud  [...] Hay matrimonios en el que la mujer exige al padre que se comporte como una "madre bis", lo cual no tiene sentido. La manera en que lo hacen los padres no es equivocada, es que no lo hacen de manera femenina. Nosotras somos las que, en ocasiones, les ponemos los les ponemos límites. Hay madres que renuncian a trabajar, a ir al gimnasio, a quedar un día con amigas porque piensan que sus maridos no van a cuidar bien a sus hijos. Sin embargo, si saben hacerlo, la cuestión es que no lo hacen como ellas quieren, sino desde su enfoque masculino, con su propio estilo paternal las mujeres a veces somos demasiado exigentes, y este modelo de madre dominante perjudica al niño porque los desequilibra en su desarrollo.

Albert Rams: "Ser padre hoy. Terapia Gestalt y Paternidad". Plataforma Actual. 2016. Barcelona

domingo, 20 de noviembre de 2016

Matar al Padre. Jorge y Demián Bucay



Como padres, tenemos que tener en cuenta el efecto poderosísimo que sobre nuestros hijos tienen los supuestos, prejuicios e ideales que llevamos a cuestas, porque eso determinará qué cosas "iluminamos" con preferencia con nuestros dichos, con nuestro ejemplo, con nuestra atención y nuestros intereses. Nuestra mirada definirá no sólo el "cono de luz" dentro del cual nuestros hijos habrán de moverse con comodidad, sino que también dejará oscuridad aquellos caminos que no deseamos para ellos, así como aquellos que, por nuestra propia educación, nunca han sido opción para nosotros.

Aún así, debemos saber y recordar que lo mejor para nuestros hijos siempre será poder decidir lo que quieren para sus propias vidas, en un entorno en el que el abanico disponible e iluminado sea el mayor posible y en el que cada posición sea una opción.
Es innegable que a los hijos les cabe la responsabilidad de haber decidido lo que finalmente decidieron, pero creemos que padres y madres no podemos desentendernos de que lo que un hijo haga con su vida es también, en parte, nuestra responsabilidad.

La influencia que tenemos sobre los hijos es fuerte y no deberíamos menospreciar los efectos que nuestras palabras y actitudes tienen en ellos. Tanto si los empujan a emularnos como si los lanzan a hacer lo posible para no parecerse en lo más mínimo a nosotros.
Es solo apenas exagerado decir que puede medirse el éxito de los padres como tales funciones de lo bien que va su hijo en su vida. "Lo bien que va en la vida es sencillamente lo feliz que es y lo adecuadamente que se maneja para lidiar con las condiciones que le han tocado en suerte".
El proceso de Demián Bucay para superar comparaciones con su célebre padre le afectó, se repuso y continuó estudiando psiquiatría y psicoterapia.
Este proceso de desarrollo de la propia identidad es arduo. Pues "ser hijo de" no solo habla de un vínculo sanguíneo sino "estar por debajo desde él".

Negar a los padres

La mayoría de los hijos llegan, más tarde o más temprano, a este punto y comprenderán que la competencia es tóxica, por un lado e infructífera, por otro (nunca podrán ganar).
Frente al fracaso de esta tentativa, muchas veces aparece otra, quizás tan universal como lo anterior: el intento de negar al padre o, al menos, su influencia en nuestra historia. Negar a los padres no es literal, pero sí aterriza en la forzada idea de que no hay siquiera un poco de ellos en uno. "Todo lo que tengo me lo he ganado". Es mi propio mérito. Este discurso es admirable. Encarna ideales de honor, de nobleza y de dignidad, que, por lo general, nos agradan bastante.

Heredar a los Padres

El modo de dejar de ser hijos y convertirse en adultos no consiste en negar haber pasado por esa condición, ni en "matar a los padres", como se dice en jerga ortodoxa. Implica, en cambio, dejar de ser tan solo el hijo o la hija de. Implica no aceptar lo que nuestros padres nos legan sin más, ni tampoco rechazarlo de plano. Es necesario aceptar nuestra herencia y agregarle a ello nuestro sello personal, ello supone tomarse el trabajo de discriminar qué, de lo que se me ha dejado, dado o legado, tomaré y qué no, para después, muy conscientemente, convertir aquello con lo que me quedo con algo propio. Heredar es entonces, y en este sentido, un proceso activo. Un trabajo necesario para poder luego tomar las riendas y la responsabilidad de nuestra vida y decidir cabalmente qué rumbo queremos tomar.

Ser o no Ser

Uno de los errores más comunes que muchos hemos cometido en nuestra adolescencia fue creer que debíamos rebelarnos para poder diferenciarnos de nuestros padres.
Algunos tardamos un poco en entender que si simplemente nos mantenemos fieles a nosotros mismos esta diferenciación llegaría por sí sola. La rebeldía no es un fin en sí mismo, y la diferenciación llegaría por sí sola. Perseguir la diferencia en forma deliberada implica muchas veces convertirse en espejo: tan exactamente opuesta a la original que termina siendo un duplicado inverso de la otra.
"No ser como mi padre" (o como mi madre) así como "llegar a ser como él" (o como ella), se convierten en frases rígidas, cristalizada, que cuando se instalan, gobiernan toda la existencia de los hijos con puño de hierro y acaban por arrebatarles la capacidad de pensar y decidir, cada vez y libremente. Lo cual equivale a decir que acaban por no dejarlos...ser. 

Dejar atrás estas constricciones será una de las marcas de una adultez verdaderamente lograda.
Jorge y Demián Bucay:
"Padres e Hijos. Herramientas para cuidar un vínculo fundamental".
RBA. 2016

viernes, 18 de noviembre de 2016

La madre de devoción corriente



En Los bebés y sus madres, Winnicott expresa claramente que el título va dirigido a los profesionales porque de no existir problemas, las madres son las que mejor cuidan a sus bebés y las que mejor los entienden. Por tanto, una injerencia es perniciosa. 
También saca pecho sobre el papel del padre, que a pesar de lo que podemos leer en sus escritos como un papel secundario existe y es fundamental para la madre y para el bebé, sobre todo cuando la dependencia absoluta con la madre se convierta en relativa. Rodrigo Córdoba Sanz. Psicólogo. Psicoterapeuta.


Dice Winnicott:

Creo que, para el momento en el que el bebé está maduro para el nacimiento, la madre, si ha sido bien cuidada, está preparada, con el apoyo de su compañero, para una experiencia en la que ella sabe perfectamente las necesidades del bebé. Ustedes comprenderán que no me refiero simplemente a su capacidad de saber si el bebé está o no hambriento, me refiero a la cantidad de cosas sutiles, cosas que designo con la palabra sostén y con extender su significado a todo lo que la madre es y hace en este período. Considero que se trata de un período crítico, pero apenas me atrevo a decirlo porque sería una pena que una mujer mostrara afectación justamente en un momento en el que se puede tiende a comportarse de manera espontánea. Esto es lo que ella no puede aprender de los libros (...)
Todo esto es sumamente sutil pero su continua reiteración  constituye la base de la capacidad de sentirse real del bebé. Con esta capacidad sentirse real del bebé. Con esta capacidad el bebé puede enfrentarse al mundo, o, mejor dicho, puede avanzar los procesos madurativos que hereda. Cuando se dan estas consideraciones, como generalmente ocurre, el puede desarrollar la capacidad de experimentar sentimientos que hasta cierto punto se corresponden a los de una madre identificada con su bebé, o, mejor dicho, intensamente dedicada a su bebé y a todo lo que sea el cuidado de su bebé. A los tres o cuatro meses, el bebé es a veces capaz de demostrar que lo que significa ser una madre, es decir, lo que significa ser una madre, es decir, lo que significa ser una madre en estado de consagración a algo que no es precisamente ella misma.

Es preciso recordar que lo que parece inicialmente a una edad temprana requiere largo tiempo para establecerse como mecanismo más o menos fijo dentro de los procesos mentales del niño. Como es de esperar, lo que estuvo presente alguna vez puede ciertamente perderse. Pero lo que considero importante aquí es que lo más complejo sólo puede surgir a partir de lo más simple, y en un individuo sano, la complejidad de la mente y la personalidad se desarrolla de modo y con un crecimiento uniforme, siempre de lo simple a lo más complejo.

Con el tiempo, el bebé comienza a necesitar que su madre falle al adaptarse, siendo esta falla también un proceso gradual que no puede aprenderse en los libros. Sería molesto para un niño seguir experimentando omnipotencia cuando ya está en situación de tolerar frustraciones y fallas relativas del ambiente. ¡Se puede obtener bastante satisfacción de la rabia! Siempre que esto no se convierta en desesperación. 

Cualquier padre sabe a qué me refiero cuando digo que aunque haya sido sometido a su bebé a las frustraciones más terribles, nunca lo ha decepcionado, o sea, que el apoyo de su yo al yo del bebé ha sido confiable. El bebé nunca se despertó llorando y encontró que no había nadie que lo escuchara. Cuando comenzó a hablar, tampoco se le quiso distraer con mentiras.
Pero, por supuesto, todo esto implica no solamente que la madre fue capaz de preocuparse por el cuidado de su hijo, sino que además tuvo suerte. No necesito enumerar las cosas que pueden ocurrir hasta en las familias más organizadas.

De todos modos, mencionaré tres ejemplos. El primero, puramente fortuito: una madre se enferma y muere, y no puede evitar faltarle a su hijo precisamente del modo en que odia hacerlo. O vuelve a quedar embarazada en un plazo menor que el que había considerado apropiado. Hasta cierto punto se podría considerar responsable de esta complicación pero estas cosas no son tan simples ni fáciles de controlar. O una madre se deprime y siente que no está dando a su hijo lo que él necesita, pero no por poder evitar ese estado de ánimo, que bien puede ser una reacción ante algo que ha irrumpido en su vida privada. En este caso, si bien es cierto que está causando problemas, nadie podría culparla. 
En otras palabras, el niño, por diversas razones son defraudados cuando aún no están capacitados para evitar que su personalidad resulte dañada o mutilada a causa de ello (...)
La "madre de devoción corriente", ofrece la necesidad vital para cada bebé de que alguien facilite las primeras etapas de los procesos de crecimiento psicológico y psicosomático, o mejor dicho, el crecimiento de la más inmadura y absolutamente dependiente personalidad humana.

Winnicott: Los bebés y sus madres