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Paz y Ciencia

viernes, 11 de noviembre de 2016

Consideraciones sobre la culpa



Según los planteamientos psicoanalíticos, el sentimiento de culpa tiene como base la ambivalencia de nuestros sentimientos, más concretamente sobre la agresividad que se entrelaza con cualquier sentimiento amoroso. 

La culpa nos ayuda a reconocer el daño al otro y que nos lleva a repararlos. Ésta es la idea de Melanie Klein.
A menudo, cuando no podemos expresar la culpa, la tendencia es desplazarlo al cuerpo. Joyce Mc Dougall decía: "cuando el dolor no encuentra salida en las lágrimas, éstas se desplazan al cuerpo".
La autora de Alegato por una cierta anormalidad sigue siendo un referente. El libro Teatros del cuerpo es donde se recoge esta cita entre otras muchas para "la caja de herramientas".

Como dice Horney, no es que la agresividad no sea capaz de dañar, solo es que si tratamos de ignorarla y la prohibimos, se vuelve mucho más dañina que cuando la reconocemos y aceptamos su poder.
Sin embargo, para ello es necesario también conocer y confiar en el poder del amor, ya que el sentimiento de culpa siempre va ligado a este. 

En nuestra naturaleza van indisolublemente unidos la ternura y la agresión. 

A menudo, cuando la persona no se ha sentido querida y ha llegado a la conclusión de que no es querible, reemplaza el amor con sucedáneos,  que no le satisfacen y que no logran evitar la culpa: abnegación, dedicación, Sobreprotección, rendición de la voluntad. El resultado es un incremento del odio, consciente o no. Cuando la conclusión de no haber sido querido es que el otro es malo, la actitud es la negación de la culpa que vemos en psicópatas. 

Las defensas establecidas para evitar el dolor del rechazo se convierten en un impedimento para el amor, que dificulta la entrega. Y son las heridas históricas, las que se repiten a lo largo de nuestra biografía, o que por alguna circunstancia han tenido una gravedad especial, las que inevitablemente generan defensas.
Estas tienen un sentido y es justamente protegernos del dolor. Por ello, antes de trabajar una defensa hay que fortalecer el Yo. 

Cuando la culpa conduce a la reparación, hay salida, siempre que se produzca en el mismo terreno y no sea una reparación imaginaria, ni una compensación en otro plano. Quizá debemos utilizar el término "compensación" en lugar de "reparación" y dejar este para el significado original que le dio Klein, de reparar internamente el objeto dañado. 

Podemos hablar de dos tipos de culpa: la culpa moral y la culpa emocional.
La culpa moral estaría en relación con no cumplir estos preceptos morales de nuestro código ético y fallar a las exigencias de nuestro ideal del Yo. Esta culpa moral tiene que ver con la tiranía de los deberías.
En el de las emociones, prohibiéndonos sentimientos de envidia y odio, tratando de ocultarnos ante nosotros mismos y los demás.

La culpa emocional es el instrumento para evitar gran parte del sufrimiento, esta conducta no es autorreferencial, ya que es el pesar por haber hecho daño al otro. La conciencia desde ser capaz de dañar y la capacidad de compasión son piezas claves para el manejo no instintivo de la agresividad y son los elementos que nos permitirían vivir en una sociedad constructiva, solidaria y compasiva.
Cuando sentimos un amor puro y pleno, en la medida de lo posible, cuando estamos en paz con nosotros mismos y los demás, alcanzamos lo que decía
  Agustín de Hipona: Ama y haz lo que quieras.


Rodrigo Córdoba Sanz. Psicólogo
Bibliografía: Carmen Durán: "El sentimiento de culpa".

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