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Paz y Ciencia

viernes, 18 de noviembre de 2016

La madre de devoción corriente



En Los bebés y sus madres, Winnicott expresa claramente que el título va dirigido a los profesionales porque de no existir problemas, las madres son las que mejor cuidan a sus bebés y las que mejor los entienden. Por tanto, una injerencia es perniciosa. 
También saca pecho sobre el papel del padre, que a pesar de lo que podemos leer en sus escritos como un papel secundario existe y es fundamental para la madre y para el bebé, sobre todo cuando la dependencia absoluta con la madre se convierta en relativa. Rodrigo Córdoba Sanz. Psicólogo. Psicoterapeuta.


Dice Winnicott:

Creo que, para el momento en el que el bebé está maduro para el nacimiento, la madre, si ha sido bien cuidada, está preparada, con el apoyo de su compañero, para una experiencia en la que ella sabe perfectamente las necesidades del bebé. Ustedes comprenderán que no me refiero simplemente a su capacidad de saber si el bebé está o no hambriento, me refiero a la cantidad de cosas sutiles, cosas que designo con la palabra sostén y con extender su significado a todo lo que la madre es y hace en este período. Considero que se trata de un período crítico, pero apenas me atrevo a decirlo porque sería una pena que una mujer mostrara afectación justamente en un momento en el que se puede tiende a comportarse de manera espontánea. Esto es lo que ella no puede aprender de los libros (...)
Todo esto es sumamente sutil pero su continua reiteración  constituye la base de la capacidad de sentirse real del bebé. Con esta capacidad sentirse real del bebé. Con esta capacidad el bebé puede enfrentarse al mundo, o, mejor dicho, puede avanzar los procesos madurativos que hereda. Cuando se dan estas consideraciones, como generalmente ocurre, el puede desarrollar la capacidad de experimentar sentimientos que hasta cierto punto se corresponden a los de una madre identificada con su bebé, o, mejor dicho, intensamente dedicada a su bebé y a todo lo que sea el cuidado de su bebé. A los tres o cuatro meses, el bebé es a veces capaz de demostrar que lo que significa ser una madre, es decir, lo que significa ser una madre, es decir, lo que significa ser una madre en estado de consagración a algo que no es precisamente ella misma.

Es preciso recordar que lo que parece inicialmente a una edad temprana requiere largo tiempo para establecerse como mecanismo más o menos fijo dentro de los procesos mentales del niño. Como es de esperar, lo que estuvo presente alguna vez puede ciertamente perderse. Pero lo que considero importante aquí es que lo más complejo sólo puede surgir a partir de lo más simple, y en un individuo sano, la complejidad de la mente y la personalidad se desarrolla de modo y con un crecimiento uniforme, siempre de lo simple a lo más complejo.

Con el tiempo, el bebé comienza a necesitar que su madre falle al adaptarse, siendo esta falla también un proceso gradual que no puede aprenderse en los libros. Sería molesto para un niño seguir experimentando omnipotencia cuando ya está en situación de tolerar frustraciones y fallas relativas del ambiente. ¡Se puede obtener bastante satisfacción de la rabia! Siempre que esto no se convierta en desesperación. 

Cualquier padre sabe a qué me refiero cuando digo que aunque haya sido sometido a su bebé a las frustraciones más terribles, nunca lo ha decepcionado, o sea, que el apoyo de su yo al yo del bebé ha sido confiable. El bebé nunca se despertó llorando y encontró que no había nadie que lo escuchara. Cuando comenzó a hablar, tampoco se le quiso distraer con mentiras.
Pero, por supuesto, todo esto implica no solamente que la madre fue capaz de preocuparse por el cuidado de su hijo, sino que además tuvo suerte. No necesito enumerar las cosas que pueden ocurrir hasta en las familias más organizadas.

De todos modos, mencionaré tres ejemplos. El primero, puramente fortuito: una madre se enferma y muere, y no puede evitar faltarle a su hijo precisamente del modo en que odia hacerlo. O vuelve a quedar embarazada en un plazo menor que el que había considerado apropiado. Hasta cierto punto se podría considerar responsable de esta complicación pero estas cosas no son tan simples ni fáciles de controlar. O una madre se deprime y siente que no está dando a su hijo lo que él necesita, pero no por poder evitar ese estado de ánimo, que bien puede ser una reacción ante algo que ha irrumpido en su vida privada. En este caso, si bien es cierto que está causando problemas, nadie podría culparla. 
En otras palabras, el niño, por diversas razones son defraudados cuando aún no están capacitados para evitar que su personalidad resulte dañada o mutilada a causa de ello (...)
La "madre de devoción corriente", ofrece la necesidad vital para cada bebé de que alguien facilite las primeras etapas de los procesos de crecimiento psicológico y psicosomático, o mejor dicho, el crecimiento de la más inmadura y absolutamente dependiente personalidad humana.

Winnicott: Los bebés y sus madres

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