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Paz y Ciencia

martes, 8 de noviembre de 2016

Vicente Garrido Cara a Cara con el Psicópata



Este libro nace de la convicción que tengo de que la divulgación sobre la psicopatía sea útil. Además de clases y congresos o escribir textos científicos, y que esta labor, llegado el caso, poder ayudar a las personas víctimas de la psicopatía.

Aleccionados por la idea de que una parte fundamental de este conocimiento se aprende de las víctimas y de los reclusos. Esos psicópatas están entre nosotros, en las familias, en el trabajo o que compartían su vida de otra manera, por ejemplo, el trabajo.
Muchos más psicópatas están en las calles que en la cárcel u hospitales psiquiátricos.
Lejos de la caricatura de las películas, el psicópata es una realidad tangible que causa descalabros a los individuos y la sociedad. 

El origen de su estudio científico se remonta a comienzos del siglo XIX, cuando un gran médico, Philip Pinel describió de un modo muy certero la psicopatía:
"No fue sorpresa encontrar muchos maníacos que en ningún momento demostraron evidencia alguna de tener capacidad de comprensión, pero que estaban bajo una furia instintiva y abstracta, como si fueran sólo las facultades del afecto las que hubieran sido dañadas".

En su consulta, Pinel, sólo tenía acceso a aquellos de "una furia instintiva" absurda y dañina para los demás. Por ello, acuñó el término "locura sin delirio" para referirse a los psicópatas: eran "locos o maníacos", esto es, personas anormales, pero "no deliraban", no mostraban delirios y alucinaciones tradicionales en los "locos convencionales". Pinel, tuvo una actitud humanista al negarse a encadenar a los enfermos mentales, parece que casi nadie valoró su contribución. 

En 1935, el psiquiatra inglés J. C. Otorgarse profundizó en esta visión:

"Hay una forma de perturbación mental en la que no parece que haya lesión alguna o al menos significativa en el funcionamiento intelectual, y cuya patología se manifiesta principal o exclusivamente en el ámbito de los sentimientos, temperamento o hábitos. En casos de esta naturaleza      los principios morales o activos de la mente están extrañamiento pervertidos o depravados, el poder del autogobierno se halla perdido o muy deteriorado, y el individuo es incapaz, no de hablar o de razonar de cualquier cosa que se le proponga, sino de conducirse con decencia y propiedad en los diferentes asuntos de la vida".

El psicópata es, entonces, alguien que desafía a todos, que quiere hacer lo que desea a toda costa, sin que importen la vida o la felicidad de quienes se ven afectados por sus actos.
A la idea de que son "estúpidos morales", personas que, aun siendo capaces de razonar, se conducían de modo cruel y desafiante, oponiéndose a las normas morales básicas de la sociedad (honestidad, reciprocidad, compromiso), se añadiría ahora de modo explícito la imposibilidad de sentir afecto auténtico por cualquiera, como si le fuera difícil o imposible considerarse un ser humano cabal.
Como ha escrito Eduard Punset: "el grueso del conocimiento científico no ha penetrado en la cultura popular".

Se ha prodigado más en series, películas y libros como burda parodia adolescente, que la explicación coherente y sensata del psicópata que nos encontramos en el ascensor o hacemos una entrevista de trabajo. 

Cuando el psicópata se hace visible es debido a la sorpresa y brutalidad de sus actos, y si ahora se acierta a llamar por su nombre a estas "personas" en el hogar o en las Instituciones, pocos reparan en utilizar la palabra psicópata para genocidas como políticos, Milosevic o Husein. 

Pero no son el gran problema los psicópatas detectados sino los que siguen entre las sombras. Esto, lo hemos aprendido y seguimos aprendiendo cuando vienen mujeres destrozadas psicológicamente y moralmente, con un Trastorno de Estrés Postraumático, ansiedad, depresión y culpa.

El psicópata puede camuflarse de modo perfecto, y la relación con su víctima o víctimas no permitió el grado de intimidad posible no permitió un diagnóstico más eficiente. 

Al margen de los psicópatas integrados o de alto rendimiento, por ejemplo, en el ámbito profesional, es mucho más fácil detectar en las relaciones íntimas. Los malos tratos a mujeres y niños son apenas denunciados en comparación con el número real que existe en la sociedad, igual ocurre con los acosos y agresiones psicológicas en las empresas y organizaciones de diversa índole. Aquí la prevención debe descansar en una detección eficaz, primero, por las propias víctimas, que pueden escapar de relacionarse con un psicópata si los observan e identifican, y segundo por las propias instituciones que tiene la sociedad para contrarrestar a los que abusan de los otros, en especial la justicia penal o laboral y los servicios de protección a la familia y la infancia.

Vicente Garrido: "Cara a Cara con el Psicópata".
Rodrigo Córdoba: Experto en trastornos de personalidad

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