EL SENTIMIENTO DE CULPA. CASTILLA DEL PINO, GRINGBERG, MELANIE KLEIN
En cualquier terapia dinámica, sea cual sea la técnica que se utilice, se intenta ayudar al paciente a desvelar la verdad sobre sí mismo.
En las terapias cognitivas se integraron técnicas de meditación y esto ha pasado a un lugar importante.
Sin embargo, la verdad sobre uno mismo no permanece oculta por ninguna decisión consciente, sino por la angustia que provoca.
De manera que empleamos mecanismos de defensa, recursos inconscientes para aliviar dicha angustia: la negación, racionalizaciones y fantasías exculpatorias para eludir aquellos aspectos de nosotros mismos que lo generan.
Para Gringberg, una de las situaciones más penosas con las que se encuentra un paciente es la de enfrentarse a aquellas realidades y fantasías que fundamentan el sentimiento de culpa, es decir, poner luz a aquellos aspectos del ser que hemos preferido mantener en la sombra y afrontar la verdad.
Dice Gringberg:
"Claro que no es suficiente conocer la verdad para la liberación. El segundo paso en el proceso terapéutico del análisis consistirá en cómo manejar esta verdad. Pero es evidente que en la medida en que el paciente se entera de que no ha sido tan omnipotentemente destructivo como suponía de acuerdo a sus fantasías inconscientes, se producirá una apreciable modificación en la calidad de su culpa y se establecerá un cambio en su actitud emocional y en su conducta".
El proceso terapéutico de la culpa también tendrá, inevitablemente, que abordar temas de sexo y agresión. Respecto a la agresión dice Lorenz:
"La reorientación de la agresión es el camino más prometedor y el que primero se ofrece a uno para hacerla inofensiva. Con mayor facilidad que los demás instintos se conforma con objetos sustitutivos y queda plenamente satisfecha".
El trabajo de arqueología de la terapia analítica supone hacer consciente lo inconsciente, aquella parte del inconsciente que se refiere a lo reprimido. Una labor de ,exégesis que trata de explicar y entender lo que nos ocurre en el presente, basándose en la interpretación de lo biográfico.
Este análisis nos permitirá ser más libres de los condicionamientos que limitan nuestro campo de acción. El proceso se produce mediante el insight, ese chispazo o "click" donde uno descubre la conexión y lo hace solo de manera racional, sino que lleva implicada la comprensión emocional.
También Gringberg plantea, desde su dilatada experiencia psicoanalítica, que para lograr superar la culpa es necesario hablar de ella y recordar y repetir en forma fantaseada lo que el paciente experimenta como su crimen.
El análisis, para él, tendría aquí una importante función, pues:
"Tanto los tabúes como las supersticiones tienen una influencia a veces dramática, en la conducta y en el destino de muchos individuos, a menos que se pueda abrir una brecha en las compulsiones repetitivas, mediante el análisis de sus contenidos, la superación de sus raíces infantiles y el logro del equilibrio entre los conflictos provocados por la pugna entre los sentimientos de odio, envidia, culpa y amor".
Para Castilla del Pino, en su obra La Culpa, se plantea qué sentido tiene la culpa en la economía psíquica. Cree que no es posible sentir culpa si no se ha internalizado la normatividad social. Se aparta así, del planteamiento kleiniano, en el que la culpa está presente desde el origen y relacionada con lo social. La culpa se produce siempre ante otro y, en ese momento deja de ser una experiencia íntima. Además, la acción de objeto del sentimiento de culpa recae sobre otro a quien afecta esa acción.
Y cree que la culpa parece jugar el papel de avisarnos e impedirnos la ruptura de la identidad con otros. Aviso que nos permite quedarnos solos, excluidos de un grupo que, a causa de una acción que no respeta sus normas o principios, nos retira su afecto y deja de considerarnos uno de ellos. Del valor que el otro, ante quien se ejecuta la acción, conceda a nuestras acciones va a depender también de nuestra imagen. El otro se convierte en un espejo, que nos eleva o rebaja.
Y cree que la culpa parece jugar el papel de avisarnos e impedirnos la ruptura de la identidad con otros. Aviso que nos permite quedarnos solos, excluidos de un grupo que, a causa de una acción que no respeta sus normas o principios, nos retira su afecto y deja de considerarnos uno de ellos. Del valor que el otro, ante quien se ejecuta la acción, conceda a nuestras acciones va a depender también de nuestra imagen. El otro se convierte en un espejo, que nos eleva o rebaja.
También Frazzeto se plantea tanto la causa como el origen y la finalidad de la culpa y piensa que la modelan tanto los valores personales como los códigos de conducta, pero lo que más le interesa es el tiempo que invertimos en rumiarla.
En la misma línea de Castilla del Pino, opina que si no la experimentáramos cometeríamos muchos más errores y no tendríamos interés en mejorar.
"Sin duda, el sentimiento de culpa es desagradable, duradero y difícil de erradicar, pero, precisamente por eso, inspira la reparación del daño producido (por ejemplo, con una disculpa) e intenta detener, deshacer o compensar las consecuencias de la ofensa cometida. En consecuencia, la culpa es una poderosa motivación para actuar de acuerdo con normas sociales y moralmente aceptadas y para corregir nuestra conducta".
Volviendo a Castilla del Pino. También Monedero nos dice que:
"La depresión es la forma más directa de elaborar la culpabilidad. La depresión es, pues, una forma de arrepentimiento destinada a reparar el daño a los objetos".
Por otra parte, es la culpa la que conduce a la represión de los instintos y a la búsqueda masoquista de castigo o el masoquismo moral, es especie de sentimiento de culpa inconsciente y muy dañino. Aunque también una especie de anular o reparar el daño que se ha infligido al objeto amado, daño cuya causa estriba en los impulsos propios.
"Eternizar un sufrimiento masoquista, como castigo por sentirse culpable, sin intentar ningún tipo de reparación es una forma dañina de vivir la culpa que, además, no nos permite aprender nada".
Otra forma de vivir la culpa es la abyección. Cuando el sujeto ha cometido una acción culposa, lo que se produce es que en lugar de tomar una acción compensatoria, se mete en una espiral más y más culposa, en caída libre por la espiral del mal.
"La descalificación y el castigo son dos manifestaciones de esa ignorancia emocional a la hora de expresar un desacuerdo".
Si esta situación se prolonga estamos ante la lucha freudiana entre el yo y superyó o entre ello y superyó.
No es la resistencia psicoanalítica el obstáculo más grave para llegar a conocerse, sino la ignorancia, la confusión y las dificultades de comunicación intrapersonal. Esta visión de la psicología humanista es más optimista y permite abrir nuevas puertas al autoconocimiento, acercándose a la lógica que trasciende la culpa.
Lorenz: "...un hombre con suficiente sentido del humor no puede sucumbir a ilusiones demasiado halagadoras respecto de sí mismo".
Piensa que la risa es la "ritualización de un ademán de amenaza reorientado".
Piensa que la risa es la "ritualización de un ademán de amenaza reorientado".
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