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lunes, 7 de noviembre de 2016

Culpa y Terapia



EL SENTIMIENTO DE CULPA. CASTILLA DEL PINO, GRINGBERG, MELANIE KLEIN

En cualquier terapia dinámica, sea cual sea la técnica que se utilice, se intenta ayudar al paciente a desvelar la verdad sobre sí mismo. 

En las terapias cognitivas se integraron técnicas de meditación y esto ha pasado a un lugar importante. 

Sin embargo, la verdad sobre uno mismo no permanece oculta por ninguna decisión consciente, sino por la angustia que provoca.
De manera que empleamos mecanismos de defensa, recursos inconscientes para aliviar dicha angustia: la negación, racionalizaciones y fantasías exculpatorias para eludir aquellos aspectos de nosotros mismos que lo generan. 

Para Gringberg, una de las situaciones más penosas con las que se encuentra un paciente es la de enfrentarse a aquellas realidades y fantasías que fundamentan el sentimiento de culpa, es decir, poner luz a aquellos aspectos del ser que hemos preferido mantener en la sombra y afrontar la verdad.

Dice Gringberg:

"Claro que no es suficiente conocer la verdad para la liberación. El segundo paso en el proceso terapéutico del análisis consistirá en cómo manejar esta verdad. Pero es evidente que en la medida en que el paciente se entera de que no ha sido tan omnipotentemente destructivo como suponía de acuerdo a sus fantasías inconscientes, se producirá una apreciable modificación en la calidad de su culpa y se establecerá un cambio en su actitud emocional y en su conducta".

El proceso terapéutico de la culpa también tendrá, inevitablemente, que abordar temas de sexo y agresión. Respecto a la agresión dice Lorenz:

"La reorientación de la agresión es el camino más prometedor y el que primero se ofrece a uno para hacerla inofensiva. Con mayor facilidad que los demás instintos se conforma con objetos sustitutivos y queda plenamente satisfecha".

El trabajo de arqueología de la terapia analítica supone hacer consciente lo inconsciente, aquella parte del inconsciente que se refiere a lo reprimido. Una labor de ,exégesis que trata de explicar y entender lo que nos ocurre en el presente, basándose en la interpretación de lo biográfico. 

Este análisis nos permitirá ser más libres de los condicionamientos que limitan nuestro campo de acción. El proceso se produce mediante el insight, ese chispazo o "click" donde uno descubre la conexión y lo hace solo de manera racional, sino que lleva implicada la comprensión emocional.
También Gringberg plantea, desde su dilatada experiencia psicoanalítica, que para lograr superar la culpa es necesario hablar de ella y recordar y repetir en forma fantaseada lo que el paciente experimenta como su crimen. 

El análisis, para él, tendría aquí una importante función, pues:

"Tanto los tabúes como las supersticiones tienen una influencia a veces dramática, en la conducta y en el destino de muchos individuos, a menos que se pueda abrir una brecha en las compulsiones repetitivas, mediante el análisis de sus contenidos, la superación de sus raíces infantiles y el logro del equilibrio entre los conflictos provocados por la pugna entre los sentimientos de odio, envidia, culpa y amor".

Para Castilla del Pino, en su obra La Culpa, se plantea qué sentido tiene la culpa en la economía psíquica. Cree que no es posible sentir culpa si no se ha internalizado la normatividad social. Se aparta así, del planteamiento kleiniano, en el que la culpa está presente desde el origen y relacionada con lo social. La culpa se produce siempre ante otro y, en ese momento deja de ser una experiencia íntima. Además, la acción de objeto del sentimiento de culpa recae sobre otro a quien afecta esa acción.
Y cree que la culpa parece jugar el papel de avisarnos e impedirnos la ruptura de la identidad con otros. Aviso que nos permite quedarnos solos, excluidos de un grupo que, a causa de una acción que no respeta sus normas o principios, nos retira su afecto y deja de considerarnos uno de ellos. Del valor que el otro, ante quien se ejecuta la acción, conceda a nuestras acciones va a depender también de nuestra imagen. El otro se convierte en un espejo, que nos eleva o rebaja.

También Frazzeto se plantea tanto la causa como el origen y la finalidad de la culpa y piensa que la modelan tanto los valores personales como los códigos de conducta, pero lo que más le interesa es el tiempo que invertimos en rumiarla. 

En la misma línea de Castilla del Pino, opina que si no la experimentáramos cometeríamos muchos más errores y no tendríamos interés en mejorar.

"Sin duda, el sentimiento de culpa es desagradable, duradero y difícil de erradicar, pero, precisamente por eso, inspira la reparación del daño producido (por ejemplo, con una disculpa) e intenta detener, deshacer o compensar las consecuencias de la ofensa cometida. En consecuencia, la culpa es una poderosa motivación para actuar de acuerdo con normas sociales y moralmente aceptadas y para corregir nuestra conducta".

Volviendo a Castilla del Pino. También Monedero nos dice que:

"La depresión es la forma más directa de elaborar la culpabilidad. La depresión es, pues, una forma de arrepentimiento destinada a reparar el daño a los objetos".

Por otra parte, es la culpa la que conduce a la represión de los instintos y a la búsqueda masoquista de castigo o el masoquismo moral, es especie de sentimiento de culpa inconsciente y muy dañino. Aunque también una especie de anular o reparar el daño que se ha infligido al objeto amado, daño cuya causa estriba en los impulsos propios.

"Eternizar un sufrimiento masoquista, como castigo por sentirse culpable, sin intentar ningún tipo de reparación es una forma dañina de vivir la culpa que, además, no nos permite aprender nada".
Otra forma de vivir la culpa es la abyección. Cuando el sujeto ha cometido una acción culposa, lo que se produce es que en lugar de tomar una acción compensatoria, se mete en una espiral más y más culposa, en caída libre por la espiral del mal. 

"La descalificación y el castigo son dos manifestaciones de esa ignorancia emocional a la hora de expresar un desacuerdo".

Si esta situación se prolonga estamos ante la lucha freudiana entre el yo y superyó o entre ello y superyó. 

No es la resistencia psicoanalítica el obstáculo más grave para llegar a conocerse, sino la ignorancia, la confusión y las dificultades de comunicación intrapersonal. Esta visión de la psicología humanista es más optimista y permite abrir nuevas puertas al autoconocimiento, acercándose a la lógica que trasciende la culpa.

Lorenz: "...un hombre con suficiente sentido del humor no puede sucumbir a ilusiones demasiado halagadoras respecto de sí mismo".
Piensa que la risa es la "ritualización de un ademán de amenaza reorientado".

lunes, 24 de octubre de 2016

Ética y reglas morales

La ética, un conjunto de normas que rigen la conducta moral y que determinan lo que es bueno o malo, viene a ocupar entre los humanos el espacio vacío dejado por las inhibiciones instintivas, que regulan la agresividad de los mamíferos. Aparece en casi todas las culturas ligada a la religión y sustituye los frenos naturales derivados del instinto por principios universales que provienen de un ser superior. 

Para Gringberg, la ética es el conocimiento que implica la adquisición de la verdad. En lo individual, supone la necesidad de afrontar las verdades que fueron eliminadas del campo de la conciencia por la angustia de la persona, la ingente y dura tarea de desvelar nuestras sombras, los aspectos ocultos y negados de nuestra peculiar forma de ser. 

Tenemos, grabado en el software un mecanismo que podríamos considerar como un sustituto de la ritualización: el sentimiento de culpa. 

Este sentimiento es un castigo muy poderoso que trataremos de evitar, ya que la culpa a la que nos referimos no es racional, no es un reconocimiento mental de haber hecho algo incorrecto, sino que responde a una emoción muy profunda, a un sentimiento de dolor por habernos equivocado y de temor a un castigo más destructivo aún que la propia culpa. 

En el terreno ontogenético, esta moral deja una escapatoria, en el sentido de que si los adultos no se enteran de la mala conducta el castigo puede ser evitado. Pero no ocurre en la moral religiosa, puesto que a los dioses que la imponen no se les puede ocultar nada. 

Podemos pensar que esto tiene que ver con el proceso de individuación y la consiguiente batalla entre los intereses egocéntricos y los intereses de los demás. Y que el amor al otro y el deseo de no hacer daño es la verdadera chispa capaz de mantener ese equilibrio entre el deseo de la propia satisfacción, a cualquier precio, y la renuncia. 

En el proceso de individuación en el que los humanos, al menos los occidentales, nos hemos situado en el centro del universo, hemos desarrollado cierta dificultad para entender el deseo del otro (la alteridad).

Es evidente que el ser human
o presenta dos caras: la de una inmensa capacidad de ternura y la de una tremenda crueldad.

Ferenczi nos habla de lo importante que es adaptarse a la realidad, que, si bien es rica en frustraciones, se completa con la facultad de gozar allí donde pueda hacerse
Muy importante: Nuestras ideas y conceptos sobre lo que debería ser tienen como resultado la no aceptación de lo que es y el sufrimiento consiguiente.

La fuente del problema casi siempre es el Yo, de hecho, el problema es el Yo. 

Sostiene Balsekar que el ser humano se ha habituado tanto al estado de ansiedad y temor constante, que se ha vuelto adicto al miedo psicológico. Una reacción física y natural ante un peligro inminente se ha convertido en un estado tan crónico, que el hombre actual considera que es extraño que, en ciertos momentos, se encuentre relajado y sin el sofocante sentimiento de miedo que se ha convertido en una segunda piel y en la causa de esclavitud.

Hellinger: "Perdonar es una arrogancia".

El ego se equivoca al considerar las reacciones biológicas como sus reacciones. La auténtica libertad posible consiste en ser capaz de aceptar lo que es, "lo que es" en el momento presente.
Esto implica lo que Speziale-Bagliacca llama trascender la lógica de la culpa, pero supone ir más allá de lo que él plantea como responsabilidad trágica, pues, realmente, desde la lógica de Balsekar, el destino deja de estar en nuestras manos, porque nunca lo estuvo.

Carmen Durán: "El sentimiento de culpa".

Rodrigo Córdoba Sanz. Psicólogo y Psicoterapeuta.
Este texto profundiza en el amor y la agresividad, en el mandato de la culpa en la ontogénesis, en las religiones, así como en el libre albedrío que nos permite mostrar agresividad con el posterior sentimiento de culpa. También habla de algo que subrayo, el "debería" nos hace esclavos", y su transgresión, culpables.
"El destino nunca estuvo en nuestras manos".

viernes, 21 de octubre de 2016

Reparación del Self


CARMEN DURÁN


La práctica de la atención plena nos aleja de los prejuicios, nos permite vernos y reconocer nuestro dolor con ternura, sin confundir nuestro yo esencial con nuestra historia. Evitar el dolor y la culpa nos condena a perpetuarlo, en cambio ser sinceros con nosotros mismos, mirar nuestros lugares oscuros, nos permite sanar nuestro corazón. 

Según la formulación de Speziale-Bagliacca, nos dice que al iniciar la reparación del self:

"El individuo deja espontáneamente de reprocharse a sí mismo y a los demás por sus carencias, sus incapacidades afectivas y su infelicidad, y en cambio, por decirlo así, se pone manos a la obra".
Y en ese ponerse manos a la obra, ha de traer a la luz a sus aspectos oscuros, negados y olvidados, relacionados de alguna manera con la idea de pecado. Como argumenta Rof Carballo sabemos, amor y odio forman una díada inseparable en el corazón del hombre. El amor y el odio no son enemigos, son tan solo opuestos polares, pues el odio y la rabia nacen de la frustración del amor y sus necesidades.

"El odio intenso es sentido por el que odia como un mal que le envenena, no produce satisfacción, sino angustia".

El amor compensa el odio y se ocupa tanto de controlar lo destructivo como de reparar el daño. Cuando el bebé cree que su agresión o su rabia han dañado a la madre, se le despierta el deseo de restaurarla y aparecen los impulsos reparadores.
La realidad es mucho más compleja y menos lineal. De manera que la plena satisfacción de los deseos, aun en el caso de que pudiera conseguirse, no es suficiente para convertirnos en seres bondadosos y pacíficos. 

La agresividad forma parte de nuestra naturaleza y tiene una función, y no se trata de suprimirla, sino de encauzarla por unos márgenes en que pueda expresarse y cumplir sus funciones necesarias para la especie y también para el individuo, sin ocasionar daños irreparables.
 
Rof Carballo nos hace notar cómo la lucha por la constitución de la propia identidad es uno de los principales campos de batalla donde se manifiesta la agresividad. Asímismo, destaca el aspecto invasor y opresivo de una ternura demasiado envolvente, que despierta el rechazo y el impulso defensivo. Podemos verlo en la relación madre e hijo, cuando la absoluta incondicionalidad materna lleva al infante a hacer cosas cada vez más provocativas para lograr separarse de ella, pero también podemos verlo en las relaciones adultas, sobre todo en la pareja, donde el "impulso fusional" se quiebra cuando aparece la necesidad de defender la propia identidad. De nuevo, el difícil equilibrio entre el amor y la libertad. 

El niño, y posteriormente el adulto, necesita que la madre sea buena para poder permitirle ser malo y explorar este aspecto con la certeza de volver a ser acogido luego, de ser perdonado. Pero también necesita una madre un poco mala, para poder relativizar su culpa. Si la madre es absolutamente buena y generosa, perfecta... ¿Cómo justificar los sentimientos del bebé? Van a aparecer inevitablemente y deben ser reparados ante una madre real que pueda, poco a poco "desilusionar" poco a poco a la criatura. Se trata de ser una "madre suficientemente buena", sin intensos esfuerzos por ser perfecta.

Carmen Durán: "El sentimiento de culpa". Kairós. Gestáltica y formación psicoanalítica.
Rodrigo Córdoba Sanz. Psicoterapia Integradora.
Este texto mantiene las tesis de Melanie Klein, Winnicott y otros autores psicoanalistas de niños. También tiene fuentes de otras corrientes, armando un texto excelente por su claridad. Una virtud cuando se trata de "psicología profunda".
El psicoanálisis y el Sentimiento de Culpa 1958. LINK: Winnicott. Psicoanálisis y Sentimiento de Culpa

lunes, 10 de octubre de 2016

Culpa y Psicopatía



Cuando el niño ha recibido sus necesidades básicas, esto es, han sido atendidas por una madre suficientemente buena, con una preocupación maternal primaria, que le permite cuidar al bebé, sostenerlo y manifestar su cariño, el niño evoluciona hacia un interés paralelo por el bienestar de las personas queridas y una preocupación por el daño que les haya podido ocasionar y el subsiguiente intento de reparación. Pero si el pequeño ha sido, se ha sentido, tempranamente abandonado y sus necesidades han sido obviadas e incluso ha recibido malos tratos, es difícil que llegue a preocuparse realmente por el otro.

Y, aunque en el fondo de su conciencia, subyace un sentimiento de culpa muy primigenio, relacionado con la idea de que hay algo malo en su naturaleza que ha impedido a su madre hablarle, esto no conduce a un intento de mejorar, sino, por el contrario, a actitudes psicopáticas y destructivas, ya que solo las personas que han sido amadas serán sensibles a la culpa y la inculpación.
En las relaciones amorosas posteriores se reactiva esa sensibilidad de culpa.
En cualquier caso, si el niño ha recibido suficiente amor, puede integrar su ambivalencia y cuidar de no dañar y reparar el daño. Si en las primeras relaciones solo hay odio y rabia, el deseo de destruir adquiere mucho peso y no se acompaña del deseo de reconstruir ni de reparar.
Cuando se lleva al extremo surge la manipulación de la deuda de amor, la exageración del sufrimiento y el sacrificio pueden conducir a un sometimiento que no permite la libertad personal y fomenta la sumisión. El temor a perder el amor hace que sea menos doloroso someterse que pagar el precio del castigo y la culpa.

En ocasiones, surge la necesidad de autocastigarse que funciona como preventiva, con el objeto de aliviar la intensidad del sufrimiento, provocado por la fuerza del sentimiento de culpa. Esto conlleva conductas neuróticas, que bloquean el desarrollo personal y profesional, frustran las relaciones amorosas y generan conductas masoquistas, en las que se provoca aquello que hace sentir desgraciado, así como el sadismo del otro.

Carmen Durán: "El sentimiento de culpa".
Rodrigo Córdoba Sanz: Psicólogo y Psicoterapeuta.

lunes, 26 de septiembre de 2016

Perspectiva del Edipo



El psicoanálisis  pone en relación la culpa con la ambivalencia, invariablemente, a la relación con el complejo de Edipo, en el cual, la rivalidad y la agresividad aparecen entrelazadas con el cariño hacia ese mismo progenitor. Su pérdida no sería dolorosa para el niño, sino también, para el objeto edípico, al que no quiere hacer sufrir. Resulta preferible reprimir  y renunciar a los deseos objetales para poder conservar a las dos figuras parentales.
El Superyó es el vigilante de esta renuncia y el guardián de los sentimientos de culpa que la mantienen, ya que es tarea suya controlar el deseo inconsciente, el deseo y no solo la acción. La culpa se asienta en la intención, en el propósito de hacer algo malo, de manera tal que, a menudo, el hecho de hacerlo, es su consecuencia más que su causa. La causa es previa, es justamente la intención. Y de alguna manera, la acción lleva implícito el castigo por ella.
Volviendo a Freud, él distingue dos orígenes del sentimiento de culpa, y ambos están relacionados con el miedo: a la autoridad y el temor al Superyó.
El miedo a la autoridad, a una norma extraña, aun siendo muy poderoso  y obligando a realizar renuncias, tales como la satisfacción de los instintos, es menos temible que el segundo.
El temor al Superyó, a un principio interno, al que no se puede engañar ni siquiera en la persistencia de los deseos prohibidos, empuja al castigo en sus diversas formas, las cuales suponen casi una tortura psíquica. De esta manera, para no perder el amor de los padres y como consecuencia del temor al castigo
se produce una renuncia, pero mientras el deseo persista al Superyó no le basta con una renuncia. Así ocurre  también en la moral judeocristiana, en la que los pensamientos y los deseos nos hacen tan culpables como los actos. Por ejemplo, el sentimiento de culpa puede originarse tanto en un acto de violencia ejecutado, como en un simplemente intencionado.
En definitiva, el punto de partida sobre el que se establece el Superyó es la Internalización de la autoridad de los padres y de lo que ellos reconocen como tal autoridad,  sobre todo, religiosa, en cuanto se refiere a principios morales. La propia conciencia moral, como parte del Superyó, será después la que nos controle, juzgue y castigue. Así, ese castigo del Superyó  refuerza y perpetúa el de la autoridad exterior. Entonces, aparece el remordimiento, como perpetuación del castigo vinculado al sentimiento de culpa, que no podemos controlar, ni sabemos cuánto va perdurar.
Un punto de vista distinto es el que adopta Neuburger, pues considera la utilización  de la inculpación como un arma de poder. Aunque se centra en la forma en la que esto ocurre en las relaciones de pareja, podemos generalizarlo a muchas otras situaciones, en las que al otro nos permite manipularlo. En las relaciones madre e hijo es este un juego de poder muy evidente para cualquiera que lo vea desde fuera. Los reproches son el mejor instrumento con el que conseguir que el otro se sienta culpable y adopte la conducta deseada. Para muchas personas, es más fácil ceder y hacer concesiones, complacer quien se queja, que asumir la culpa derivada del supuesto daño que se ocasiona al otro o de la deuda contraída con él.
"El sentimiento de culpa". Carmen Durán

jueves, 22 de septiembre de 2016

Ambivalencia y Culpa



Courtney Love


En sus investigaciones, Melanie Klein descubrió un Superyó temprano. Hecho evolutivo en el que la crueldad era muy temprana. Entre 0-4 meses sería la fase esquizo-paranoide, donde ataca al pecho y, posteriormente la fase depresiva, cuando aparecen los sentimientos de culpa y reparación al integrar el pecho bueno y el pecho malo.
Como es el momento de encontrar la propia identidad y romper, en cierta medida los vínculos fusionales, necesita del impulso agresivo y autoafirmativo. Posteriormente, la evolución hará que este sadismo disminuya, y con él lo harán temores persecutorios.
En las neurosis y psicosis, el carácter sádico del Superyó es bastante evidente.
Existe un Superyó bondadoso, que se basa en la incorporación de los aspectos tolerantes y protectores de los padres. Esto conduce a una actitud comprensiva con los otros y benigna con nosotros mismos.
El sentimiento de culpa para Freud es la expresión de la ambivalencia, fruto de la eterna lucha entre Eros y Thanatos. Así es frecuente que se sienta reprimido en un plano inconsciente, y se manifieste de forma indirecta por algunos de sus efectos: irritabilidad, mal humor, apatía, depresión, trastornos psicosomáticos, sin alcanzar el plano de la conciencia.
También se puede expresar por una tensión intrapsíquica inconsciente,  una angustia que se manifiesta como mal estar, sufrimiento, depresión y pensamientos catastróficos, que desvelan una inevitable necesidad de castigo, asociada a la culpa inconsciente.
Freud, al principio de su teoría sobre la culpa, las tendencias eróticas frustradas daban lugar al sentimiento de culpa. Más tarde llegó a la conclusión de que tan solo la agresión es responsable de este sentimiento, es decir, el componente agresivo presente en toda tendencia erótica, o sea, la ambivalencia de los sentimientos.
Carmen Durán, interpretada por Rodrigo Córdoba Sanz.
"El Sentirnos de Culpa". Kairós

sábado, 17 de septiembre de 2016

No ser bien recibido

Winnicott: "La culpa implica tolerancia a la ambivalencia".

Una culpa muy poderosa es aquella que consiste en haber sido un hijo no bien recibido o sus necesidades no cubiertas y no se siente merecedor del amor y de la vida, y que se encuentra en el fondo de depresiones "originarias". A menudo esa culpa se trata de compensar con actitudes oblativas en las que el sacrificio del Yo, de sus necesidades e intereses, en beneficio de otros, resulta la mejor fórmula para conseguir un lugar en el mundo y otorgarse el derecho a la vida.

Melanie Klein piensa que:
"El origen de la capacidad de sentir culpa en el individuo es debido fundamentalmente, a los componentes agresivos de los impulsos amorosos. A medida que el niño descubre que la madre sobrevive y acepta el gesto de restitución, se vuelve capaz de aceptar la responsabilidad por toda la fantasía del impulso en su plenitud [...] progresivo crecimiento de la capacidad del individuo para tolerar los elementos agresivos de sus impulsos amorosos primitivos".

Habla de un círculo benigno:
"1 experiencia instintiva, 2 aceptación de la responsabilidad que se denomina culpa, 3 una elaboración, 4 un auténtico gesto de restitución".

Karen Horney habla de la tiranía de los debieras y de cómo pueden llegar a condicionar la vida, haciéndonos tremendamente infelices, sobre todo cuando los debieras que nos exigimos cumplir están muy lejos de nuestro alcance, por las propias limitaciones o por otras que son universales en el género humano. Ella se plantea que una persona solo puede desarrollarse en función de lo que es, de sus potencialidades, pero cuando intenta alcanzar determinado ideal, anulando su verdadero yo, nos encontramos no solo ante un desarrollo neurótico, sino también ante un problema moral, que se relaciona con el deseo humano de alcanzar la perfección, que tiene que ver con la manera en que entendemos nuestra naturaleza.
Analiza tres conceptos del fin de la moral, que se corresponden con otras tantas interpretaciones de la naturaleza humana esencial:

1. El hombre es pecaminoso y está gobernado por sus instintos. El fin de la moral sería ponerle freno a esto.
2. En el hombre hay algo bueno y algo malo al mismo tiempo. La tarea será suprimir el mal y potenciar lo bueno, siguiendo los dictados interiorizados que frenan y prohíben.
3. En el hombre existen fuerzas constructivas que le impulsan a realizar su potencial. No significa que sea esencialmente bueno, sino que solo puede desarrollarse cuando asume la plena responsabilidad de sí mismo. Implica una moral evolutiva en la que la cuestión se centra en discernir y potenciar lo que ayuda al desarrollo humano.

También habla del verdadero yo como "fuerza interior central, común a todos los seres humanos y, sin embargo, única en cada una de ellos, que es la fuente profunda de crecimiento".

Cuando las circunstancias son poco favorables y no le permiten alcanzar la confianza básica desde la que desarrollaría su verdadero yo, se fomenta la inseguridad y la angustia y le llevan a esconderse en un "falso self", para protegerse de un mundo potencialmente hostil frente al que está solo.

Carmen Durán: "El Sentimiento de Culpa". Kairós. Páginas: 126-129

viernes, 16 de septiembre de 2016

Winnicot: Soledad y Moral

Winnicott nos habla de la madurez que implica alcanzar la capacidad de estar a solas, que permite al hombre recogerse dentro de sí mismo para salir a través de un acto o un gesto creador, dejando así su marca personal en el mundo. Es una capacidad que consiste en silencios relajados y plácidos, como señal y testimonio de soledad. Un estar a solas que también se da en presencia de otro, que no es intrusión y no espera nada.
Estar solo placenteramente, como ahondamiento en el propio sí mismo diferente al estado de retraimiento defensivo, porque el falso self ahoga. Se trata de una soledad positiva, fruto de una adecuada evolución, que conduce a la madurez y la autonomía (...)
Para él, esta capacidad de estar solo es un valor positivo, distinto del sentimiento de soledad del que habla Klein, para quien este sentimiento es un anhelo que deriva de haber perdido ese momento de intimidad con la madre en que no hacían falta las palabras para entenderse y que sigue manteniéndose a lo largo de la vida, creando vínculos fusionales y dependientes, que, sin embargo, no logran ahogar esa sensación de soledad.
Winnicott, siempre que aborda el tema de la moral, la considera expresión y consecuencia de un desarrollo sano que implica el despliegue de la naturaleza humana.  El sentimiento de culpa y el sentido moral de la existencia son un logro evolutivo que facilita las relaciones y que nunca debe ser un límite arbitrario e innecesario, que solo conseguiría hacerle más infeliz en la vida. Por otra parte, como la culpa está vinculada estrechamente a la intención, la fuerza de la culpa está en la realidad interna, al menos es esta la culpa interna la más lacerante.

jueves, 15 de septiembre de 2016

Maduración Emocional



La regulación anómica no está en función del otro, porque la perspectiva egocentrada impide ver el punto de vista del otro, lo que supone una incapacidad para la empatía, pero, al mismo tiempo, permite el acceso directo al mundo interior genuino: qué me gusta, qué siento, qué deseo...
Castilla del Pino nos habla en estos términos:
"Se entra en una etapa coactiva en la que todo hacer del niño tiende a ser controlado. La etapa coactiva está caracterizada por la conversión de la dependencia oral en otro tipo de dependencia, que ya ha de obtenerse por la sumisión. Lo que se controla no es solo lo que se hace, sino el modo cómo se hace. En una palabra, se le induce la normatividad".

martes, 13 de septiembre de 2016

La (In)Volución


Constantemente sobrecargados por el trabajo, las distancias, las prisas, dejamos de ver a los otros y nos vamos convirtiendo en animales gregarios, que pierden sus habilidades sociales y olvidan sus necesidades de contacto. No nos convierte eso en seres más agresivos, pero sí menos amorosos, ya que la inhibición de la necesidad de amor y contacto forma parte de las reglas del nuevo juego. Hasta los médicos, cuya misión indudable y elegida es cuidar la vida de otros seres humanos, se comportan a menudo con una innecesaria crueldad ante otros seres humanos que necesiten tanto que los curen como que los cuiden.
La necesidad de defenderse ante el dolor del otro lleva a perder el tacto y a no ocuparse de decir lo que ocurre aportando, al mismo tiempo, algún consuelo.
Por otra parte, la tarea compensadora de la moral, tan necesaria en estos momentos para la consecución de un nuevo equilibrio, sabemos que no puede hacerse solo desde lo racional, ya que necesitamos que la emocionalidad se halle implicada.
La empatía emocional es más fuerte que la justicia racional a la hora de asumir y defender el valor de la solidaridad, del respeto a los demás, del compromiso social. No parece que, hasta ahora, hayamos encontrado un equilibrio entre razón y emoción. Confiemos en que podamos dar este paso y que logremos establecer unas normas y tabúes, como los que implica la Declaración Universal de Derechos Humanos, que se conviertan en el transcurso de los años en fuerzas motivadoras tan potentes como los instintos.
Y todo ello sin perder de vista la característica ambivalencia de nuestra naturaleza, que nos puede llevar a defender a la muerte "ideas salvadoras" que queramos imponer el resto de la humanidad. Sin olvidar, en definitiva, eso que Lorenz llama el "Jano Bifronte", ese hombre que es capaz de consagrar su vida al servicio de valores supremos, pero cuya organización fisiológica se constituye sobre propiedades animales, que conllevan un peligro de muerte para sus congéneres.

Y el hombre comete el fratricidio convencido de haberse visto obligado a hacerlo en servicio de esos mismos valores supremos. Ecce Homo.


lunes, 12 de septiembre de 2016


El Sentimiento de Culpa: Carmen Durán

 Con mucha frecuencia, nos encontramos con dificultades de relación que se asientan en la disparidad de valores con que cada uno afronta la vida. En muchos casos, se manifiestan en las personas grandes ambivalencias y una dura lucha interna debida a la existencia de valores contradictorios. Muy a menudo, los valores internos contradictorios provienen de sistemas familiares en las que los padres han tenido sistemas de valores e incluso planteamientos educativos muy diferentes, que han transmitido a sus hijos, que no lo saben o no los pueden integrar (..)
De manera que uno puede sentir culpa por las razones más diversas, pero siempre tienen que ver con el incumplimiento de las propias reglas, con los valores personales que se están infringiendo. También una persona puede sentirse culpable por ser débil en una cultura de dominio, en la que se potencie y se aprecie la fortaleza agresiva, o de ser feo cuando se valora la belleza como máximo galardón. Podemos darnos cuenta de que da igual que esté en nuestras manos o no cumplir estos valores ideales, por ejemplo, ser más guapos de lo que somos o más inteligentes, más bondadosos o más agresivos, en cualquier caso nos culpamos por no estar a la altura de estos deberías.
Y en este punto es donde el sistema moral, el de los valores deja de ser un apoyo para convertirse en un obstáculo, que no facilita la aceptación de nosotros mismos, ni el encuentro con los demás,
Según Lorenz, la función de la moral fue: restablecer el equilibrio perdido entre el armamento y la inhibición innata contra el acto de matar.
Tanto Lorenz como Rof Carrballo, la multitud de posibilidades derivadas de su inteligencia que le ha permitido al hombre la comprensión profunda del mundo que le rodea y de sus leyes.
Destaca Rof Carballo:
La ciencia y la técnica del hombre contemporáneo no solo han minado las estructuras patriarcales en los que en ellas había de coercitivo, de regulador, de freno de de los impulsos, sino que han encerrado al hombre en su soberbia, su soberbia más radical y escondida
Dice Lorenz, otro autor en el que se apoya la autora, lo siguiente:
El nacimiento de muchas personas en un espacio muy reducido no solo lleva a fenómenos de deshumanización por medio del agotamiento y envaramiento de las relaciones interpersonales, sino también echa a andar de manera inmediata, ciertos componentes agresivos.


domingo, 11 de septiembre de 2016

Capitalismo y Competitividad

La competencia, tan fomentada por nuestro sistema educativo centrado en los logros, produce una hipertrofia de las pulsiones agresivas que se fijan evolutivamente, tanto da que sea bélica o económicamente. Los movimientos educativos actuales que buscan implantar un nuevo paradigma en el que el éxito individual no oscurezca el sentimiento de hermandad, y los valores espirituales se alcen sobre el materialismo imperante en la ciencia y la cultura, no deberían perder de vista que ese paradigma aún no se ha extendido tanto como para que se produzca de una manera natural el necesario cambio de valores.

Para Rof Carballo:
"...la empresa más difícil para el hombre es reconocer el importante papel que juegan en sus razonamientos y en sus posiciones intelectuales sus escondidos procesos afectivos. (Y sobre todo) [...] su instalación, es decir, la inercia mezclada con pasión con que se aferra a sus ideas".

sábado, 10 de septiembre de 2016

Antropología del amor-odio

Los animales gregarios carecen casi totalmente de agresividad, pero tampoco hay individualidad, pues el lazo que los mantiene unidos nada tiene que ver con la amistad personal. Es más, se excluyen mutuamente, porque la amistad siempre va unido al componente agresivo. Nos dice Lorenz que no sabemos de ningún ser capaz de amistad personal que, al mismo tiempo, sea incapaz de agresividad, idea que comparte con Rodrigo Carballo.
Parece que, de alguna manera, agresividad e individualidad van unidas. Cuanto más sólidamente se constituya la identidad, que es un proceso necesario en el desarrollo individual, son mayores las posibilidades de que los intereses individuales choquen y nos pongan en conflicto con los intereses de otros, aunque alguno de esos otros pueda ser el amigo, el amante, el hijo... (la realidad es que el amor real va inexorablemente ligado a la agresión). En el amor real, humano, hay algo egocéntrico y posesivo que entra en lucha con esos mismos aspectos de la persona amada.
En el planteamiento freudiano de la culpa, se atribuye a esta la agresividad, de tal manera que, incluso, en la culpa sexual, son los componentes agresivos los que determinan la aparición de este sentimiento. Esto nos lleva a pensar hasta qué punto estamos en lucha con ese componente de nuestra naturaleza, cuya presencia es mucho más antigua que la del amor (...)
En este sentido, es curioso que el sentimiento de culpa a nivel sexual esté más presente en los hombres que en las mujeres. Podríamos plantearnos que la sexualidad masculina necesita de una cierta fuerza agresiva para poder ejecutarse, un componente activo, invasivo del territorio íntimo del cuerpo de la mujer. En cambio, por el carácter receptivo de su sexualidad, esta no necesita de esa agresividad y se ve más libre de la culpa interna, aunque puede estar más influida por los tabúes y los preceptos morales (...) Si el hombre vive el coito como un acto de dominación, a través del cual humilla a la mujer, también puede temer una respuesta agresiva a su hostilidad por parte de la mujer. Y, a menudo, somete su sexualidad al deseo femenino, tratando de evitar así las conductas hostiles y el abandono (...)
Cuando el equilibrio amor y odio, que se encuentran así ligados, pero cuando se rompe, cuando se desintegran y el odio pasa a ocupar todo el terreno que el amor mantenía vedado. Esto es lo que ocurre en la mayoría de las parejas al romper: toda la intensidad de amor y la pasión anterior se suelen convertir en odio y necesidad de vengarse por el abandono del otro. También Rof Carballo se plantea que:
"...en el hombre el odio y la agresividad llegan a su máximo grado cuando surgen de pronto, entre personas que anteriormente han tenido entre sí una estrecha relación afectiva, bien sea amor o amistad [...]

"agazapada siempre, escondida pervive la agresividad junto al amor".

"unidad profunda que existe entre la violencia y la ternura en estratos muy hondos y constitutivos del ser humano". Rof Carballo

Carmen Durán: "El Sentimiento de Culpa". Páginas 41-43

viernes, 9 de septiembre de 2016

Instinto

El instinto crea inhibiciones y la naturaleza facilita trucos para que la madre proteja a sus hijos. Sin embargo no se debe a ninguna ley natural. Tal vez, por esta carencia instintiva, la madre humana, carente de esos trucos, puede abandonar a sus cachorros e incluso dañarlos o consentir que el padre los dañe.
Retomando a Lorenzana,  éste considera que los movimientos agresivos reorientados, que están en la base de ceremonias de apaciguamiento, la sonrisa en los humanos, o los ritos de sumisión y de salutación, son uno de los hallazgos más geniales de la evolución.

"... La genial hazaña que fue transformar, mediante la sencilla reorientación totalmente fijada, una pauta de comportamiento  que no solo en su origen, sino también en su forma actual, por lo menos en parte, está motivada por la agresión intraespecífica, en un acto de apaciguamiento que crea un fuerte vínculo entre los participantes.".

Internalización de las normas

La Internalización de las normas es muy temprana y la persona tiende a darle un carácter absoluto, es fácil olvidar las normas que utilizamos individualmente.

"Ignorante cada miembro de este grupo del carácter convenido, exógeno, sociogénico, del ethos de su conducta, tiende a atribuir al mismo un carácter absoluto, como si fuese un quid divinum el hecho mismo de su aparición en cada persona. De esta forma,  la génesis del sentimiento de culpa tiende a ser pensada por cada cual como originada espontáneamente por uno mismo, al modo como si, con el advenimiento al mundo de cada individuo, este ya fuese portador de tales principios morales absolutos".

Se olvida que:

"...los principios morales, a los cuales todo individuo debe sujetarse, son convenciones sociales, susceptibles de variación según el contexto histórico y susceptibles de variación también según los mismos individuos que aquellos integran"

Reglas del Juego: Culpa



COURTNEY LOVE

La bioética es una energía que con sus poderosos mecanismos emocionales empuja al hombre a realizar o evitar ciertas acciones. Se pueden infringir las reglas del juego, pero no escapar al juicio emenocional "automático, inapelable e irreversible" de los tribunales cerebrales, en palabras de Jáuregui (...) Aunque se quiera rechazar un programa bioético, no se puede arrancar de cuajo el cerebro, pues el individuo no ha elegido este programa.
Con otros términos, en este mismo sentido se expresa Lorenz:
"Nuestra más libre volición está sometida a las severas leyes de la moral y nuestra ansia de libertad está destinada, entre otras cosas, a impedirnos obedecer a otras leyes distintas. Es significativo que este temor de no ser libre jamás sea provocado por la idea de que nuestras acciones están sometidas a las leyes de la moral como los procesos fisiológicos a las de la física".
Carmen Durán: "El sentimiento de culpa". Psicóloga especializada en psicoanálisis y ha realizado estudios de filosofía pura.

"Software para la culpa"

BRITNEY SPEARS. TLP

"No le ha otorgado la naturaleza al individuo una llave para apagar el sentimiento de culpa". Jáuregui
El ordenador cerebral dispara automáticamente el sentimiento de culpa ante una infracción ética, mayor o menor en función de la gravedad cuantitativa y cualitativa de la infracción. Cuanto mayor sea esta, más fuerte será el remordimiento, aunque, muy a menudo, aquí, como en otros aspectos de la vida, los hechos no son tan importantes, no tienen tanto peso, como la significación con la que dotamos a esos hechos. Esta significación va a estar muy mediatizada por la carga y el acento  que en nuestra educación se hayan puesto en unos un otros aspectos de la conducta moral. Por ejemplo, alguien puede ser bastante permisivo con los robos y muy poco tolerante con la sexualidad.
En El error de Prometeo, Villegas plantea que a nuestra especie, tan bien diseñada, le faltó una moral innata en su dotación genética. Por dicho error debemos aprender las normas desde la infancia y a través de la educación, el hombre debe aprender las reglas morales que rigen nuestra sociedad.
Lorenz nos dice que:
"La manzana que le dieron a Adán no estaba madura. El conocimiento nacido del pensamiento conceptual le quitó al hombre la seguridad  que sus bien adaptados instintos le proporcionaban, mucho antes de procurarle otra adaptación que le garantizase la misma seguridad"
"El sentimiento de seguridad", Carmen Durán. Kairós



CARMEN DURÄN



jueves, 8 de septiembre de 2016

Culpa: Castilla del Pino, Ferenczi y Horney

La culpa ha sido explicada por Castilla del Pino como un fenómeno que el hombre experimenta y que se produce cuando alguna acción viola un principio rector integrado en el psiquismo del individuo.
También Ferenczi nos habla del sentimiento de culpabilidad como una señal automática indicativa de que los límites correspondientes a la realidad se han transferido. Y añade un matiz: la culpa puede sentirse por haber descuidado las obligaciones altruistas, sociales pero también puede aparecer cuando hemos olvidado nuestro yo.
Toda sociedad humana es una sociedad ética que inculca sus preceptos morales a sus miembros, en gran medida mediante la función vinculadora de la urdimbre, grabando esta programación en el lugar del cerebro previsto por el plan genético. Una vez que el sistema se instala, presiona al individuo con fuertes palancas emocionales, de manera que gobierna en mayor o menor medida todos los sistemas sociales e incluso somáticos (...)
En una sociedad tan competitiva como la nuestra y tan volcada a los logros, la mayoría de las escuelas dejan en un segundo plano la socialización anteponiendo una transmisión de conocimientos, que supuestamente van a ser más útiles en la lucha por la vida.
Según Karen Horney, tanto la ética como la educación se van a presentar muy matizados por la visión que tenemos del ser humano.
Carmen Durán: "El sentimiento de culpa"
Rodrigo Córdoba. Psicólogo. Zaragoza

Culpa: Cara y Cruz

El dolor y el placer constituyen una polaridad: la risa y el júbilo de los niños despreocupados, felices... Los adultos centramos nuestra atención en uno un otro polo, tendiendo a olvidar el complementario. El anhelo de felicidad en la vida adulta es evidente,  aunque a veces se centre en posesiones como falta. Asímismo, en la búsqueda espiritual parece que se persigue la felicidad asociada a la superación del sufrimiento, al equilibrio de las emociones, a la estabilidad de los estados de ánimo y al logro de un sentido de la existencia.
Los niños expresan culpa para reparar el daño causado por la transmisión de reglas y tabúes ancestrales o al funcionamiento de neuronas espejo, que permiten intuir los sentimientos de otras personas, o a las angustias de desintegración y abandono que aparecen desde muy temprano.
Cuando el sentimiento de culpa se halla perturbado, nos encontramos con patologías diversas que tienen que ver con esa instancia moral llamada Superyó, que marca ideales,  prohibiciones y normas. Si se vuelve muy exigente y rígido nos puede llevar a caminos equivocados, como no permitirnos el placer porque no lo merecemos, o hacernos creer que tenemos derecho a todo y a saltarnos todas las normas ahogando los sentimientos de culpa. Las patologías serían el masoquismo moral a la depresión o la psicopatía.
Así como el amor es un sentimiento capaz de dar sentido a la existencia y nos hace llegar a los niveles más altos de bienestar y felicidad. Por el contrario, la culpa está siempre presente, cuando no hay amor.
La culpa nos lleva a sentirnos mal, en la lucha con nuestro ser y en desarmonía con nuestros actos, pensamientos, deseos y sentimientos, pero también a ocuparnos del bienestar ajeno y a intentar no dañar, a tratar de compaginar nuestros intereses propios con los que amamos. La culpa está asociada a los sentimientos de odio. La contraposición entre el bienestar que genera el amor y el malestar que deriva de la culpa aboca a un planteamiento en sueño ética y felicidad se acercan.
Con "culpa" hablamos de la superación egocentrista y la apertura a sentimientos altruistas, como a la opresiva sensación de haber hecho un daño irreparable para el que no hay perdón, de ser indignos de amor, o a la mera conciencia de haberse saltadas las reglas pactadas y asumidas en el entorno sociocultural donde vivimos. Todo lo anterior, hay que reconocer que está tamizado con todo el acontecer humano y su factor irracional.
Sugerencias: "El malestar en la cultura", "Psicología de las masas" y "Tótem y Tabú", de Sigmund Freud. En el primer libro veremos cómo con el desarrollo de la civilización tenemos que pagar el precio de la pérdida de felicidad generado por el aumento del sentimiento de culpa.