El instinto crea inhibiciones y la naturaleza facilita trucos para que la madre proteja a sus hijos. Sin embargo no se debe a ninguna ley natural. Tal vez, por esta carencia instintiva, la madre humana, carente de esos trucos, puede abandonar a sus cachorros e incluso dañarlos o consentir que el padre los dañe.
Retomando a Lorenzana, éste considera que los movimientos agresivos reorientados, que están en la base de ceremonias de apaciguamiento, la sonrisa en los humanos, o los ritos de sumisión y de salutación, son uno de los hallazgos más geniales de la evolución.
"... La genial hazaña que fue transformar, mediante la sencilla reorientación totalmente fijada, una pauta de comportamiento que no solo en su origen, sino también en su forma actual, por lo menos en parte, está motivada por la agresión intraespecífica, en un acto de apaciguamiento que crea un fuerte vínculo entre los participantes.".
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