Otto Kernberg incluye a las personalidades narcisistas entre los borderline con trastornos más superficiales. Los casos limítrofes presentan un Superyó no despersonalizado y el Yo adolece de aspectos autónomos. Los diferentes estados del Yo son escindidos de tal manera que se producen matices oscilantes del mismo, al estilo de los que C. Hugues describió en 1884, en un mundo idiosincrásico de relaciones objetales. Estas relaciones, según Kernberg, no están metabolizadas. La escisión es al mismo tiempo una derrota del Yo y un poderoso mecanismo de defensa.
Los caracteres propios de los estados límites se pueden resumir así: sentimientos transferenciales intensos y prematuros de tipo explosivo, de naturaleza rápidamente cambiante, falta de realidad debilidad debilitada en relación con aquéllos. Imagen de Yo devaluada. Las depositaciones en el terapeuta son complejas; por un lado, éste encarna a la madre idealizada y al mismo tiempo a un padre débil protector.
Las defensas fundamentales son la escisión, la identificación proyectiva, la renegación y la omnipotencia, que deparan la llamada idealización primitiva.
Predomina la agresión oral, de estirpe genital, que conduce a un desencadenamiento prematuro de los conflictos edípicos, con la consiguiente mezcla de metas genitales y pregenitales.
"Lo Limítrofe" es para Kernberg un cuadro estable, no una simple transición entre la neurosis y la psicosis, con la consiguiente mezcla de metas genitales y pregenitales. El peligro mayor reside en su tendencia a evadirse de la realidad.
En 1975 este autor definirá lo fronterizo como un nivel de organización de personal. De ello se sigue que un cierto número de trastonos de la personalidad, que incluyen a los tipos narcisista, esquizoide, paranoide, antisocial, suelen funcionar por lo común en lo borderline.
Donald Winnicott conceptúa a estos sujetos como pacientes con una perturbación nuclear psicótica y que, al mismo tiempo, poseen una organización neurótica suficiente, han desarrollado un falso Self.
Heinz Kohut define a las personalidades narcisistas -que pueden ser incluidas entre los borderline- como fijadas a configuraciones arcaicas de un sí-mismo grandioso y a objetos sobreestimados.
Los rasgos decisivos entre las psicosis, y los casos analizables de perturbación narcisista de la personalidad de otro, son estos:
1. Los primeros tienden a un abandono de las configuraciones narcisistas cohesivas y a su reemplazo
por delirios (a fin de escapar al intolerable estado de fragmentación y pérdida de los objetos narcisistas arcaicos).
2. Los últimos sólo muestran oscilaciones menores temporarias, teniendo por lo común hacia la fragmentación parcial, a lo sumo con un asomo fugaz de delirio restitutivo.
Kohut mostró de manera brillante en relación a los cuadros limítrofes un aspecto que he utilizado de manera reiterada para definir la posición confusa. El borderline desarrolla a veces un modo de relación maníaco compuesto por tres características fundamentales: el deseo de control, el triunfalismo y el desprecio. Se trata de magnificar al objetos para las tendencias depresivas (yo diría catastróficas) que suscita la angustia de separación. Controlar para negar la dependencia; despreciar para anular la posible culpa.
Kohut opone la transferencia idealizada, propia de los estados limítrofes, a la simple idealización que acontece en el sujeto normal. El escenario es el de un Self grandioso y la consiguiente transferencia especular propia de personalidades con problemas narcisistas.
Este autor considera, como Fairbairn que la personalidad esquizoide se podría incluir entre los estados fronterizos, han aprendido a tomar distancia respecto del otro con el propósito de no exponerse a lesiones narcisistas.
NICOLAS CAPARRÓS, UN GENIO
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