"Precisamente el sentimiento de culpa, la función misma de la culpa como estado sugeridor de angustia, parece reclamar por el propio sujeto una referencia al ser supramundano ante el cual sentirse culpable". Carlos Castilla del Pino
Las religiones y tabús confluyen en una serie de mandamientos para las abstenciones y acciones. Como dice Gringberg:
"Toda religión está fundada principalmente sobre la idea del pecado, o sea, el sentimiento de culpa que se experimenta por poder dar cumplimiento a las normas prescritas"
Cumplir las normas impuestas por la religión suele servir para calmar la conciencia de culpa, para apaciguarla al someterse a sus prescripciones, porque, a menudo, en el inconsciente individual sigue existiendo un sentimiento de culpa irracional, que a veces tiene que ver con el mero hecho de existir, y otras con sentimientos o deseos prohibidos que escapan al control de nuestra voluntad. Una de las razones por las que se otorga un gran valor espiritual a las creencias y sentimientos peligrosos es porque someterse a las reglas de una religión permite satisfacer el anhelo de inocencia y calmar la tortura de la culpa.
Por otra parte, alimenta el proceso mágico, ya que gracias a nuestro buen comportamiento, al recto cumplimiento de las reglas, a los sacrificios y oraciones podemos ganar el favor del destino. Como si tratáramos de establecer un pacto favorable con la divinidad, sobre la base de nuestra bondad o por el control de nuestra maldad.
En las religiones patriarcales se expresan las tendencias morales represivas, pues además de calmar el sentimiento de culpa, tratan de aplacar a un dios todopoderoso que podemos considerar un sustituto paterno.
Señalando la semejanza entre los "ceremoniales obsesivos" y los rituales religiosos, Freud consideró la neurosis obsesiva como una religión particular, y la religión, como una neurosis obsesiva universal.
La rigidez de las normas religiosas también puede convertir sus rituales en esos ceremoniales obsesivos, despertando mucha angustia cuando se incumplen.
Para Freud, las bases psicológicas que subyacen en ambos casos están determinados por los impulsos prohibidos y su represión. Son mecanismos defensivos contra los temibles castigos divinos, que derivan de los fuertes sentimientos de culpa.
Carmen Durán: "El Sentimiento de Culpa". Kairós. Págs: 132-133
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