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Paz y Ciencia

lunes, 26 de septiembre de 2016

Perspectiva del Edipo



El psicoanálisis  pone en relación la culpa con la ambivalencia, invariablemente, a la relación con el complejo de Edipo, en el cual, la rivalidad y la agresividad aparecen entrelazadas con el cariño hacia ese mismo progenitor. Su pérdida no sería dolorosa para el niño, sino también, para el objeto edípico, al que no quiere hacer sufrir. Resulta preferible reprimir  y renunciar a los deseos objetales para poder conservar a las dos figuras parentales.
El Superyó es el vigilante de esta renuncia y el guardián de los sentimientos de culpa que la mantienen, ya que es tarea suya controlar el deseo inconsciente, el deseo y no solo la acción. La culpa se asienta en la intención, en el propósito de hacer algo malo, de manera tal que, a menudo, el hecho de hacerlo, es su consecuencia más que su causa. La causa es previa, es justamente la intención. Y de alguna manera, la acción lleva implícito el castigo por ella.
Volviendo a Freud, él distingue dos orígenes del sentimiento de culpa, y ambos están relacionados con el miedo: a la autoridad y el temor al Superyó.
El miedo a la autoridad, a una norma extraña, aun siendo muy poderoso  y obligando a realizar renuncias, tales como la satisfacción de los instintos, es menos temible que el segundo.
El temor al Superyó, a un principio interno, al que no se puede engañar ni siquiera en la persistencia de los deseos prohibidos, empuja al castigo en sus diversas formas, las cuales suponen casi una tortura psíquica. De esta manera, para no perder el amor de los padres y como consecuencia del temor al castigo
se produce una renuncia, pero mientras el deseo persista al Superyó no le basta con una renuncia. Así ocurre  también en la moral judeocristiana, en la que los pensamientos y los deseos nos hacen tan culpables como los actos. Por ejemplo, el sentimiento de culpa puede originarse tanto en un acto de violencia ejecutado, como en un simplemente intencionado.
En definitiva, el punto de partida sobre el que se establece el Superyó es la Internalización de la autoridad de los padres y de lo que ellos reconocen como tal autoridad,  sobre todo, religiosa, en cuanto se refiere a principios morales. La propia conciencia moral, como parte del Superyó, será después la que nos controle, juzgue y castigue. Así, ese castigo del Superyó  refuerza y perpetúa el de la autoridad exterior. Entonces, aparece el remordimiento, como perpetuación del castigo vinculado al sentimiento de culpa, que no podemos controlar, ni sabemos cuánto va perdurar.
Un punto de vista distinto es el que adopta Neuburger, pues considera la utilización  de la inculpación como un arma de poder. Aunque se centra en la forma en la que esto ocurre en las relaciones de pareja, podemos generalizarlo a muchas otras situaciones, en las que al otro nos permite manipularlo. En las relaciones madre e hijo es este un juego de poder muy evidente para cualquiera que lo vea desde fuera. Los reproches son el mejor instrumento con el que conseguir que el otro se sienta culpable y adopte la conducta deseada. Para muchas personas, es más fácil ceder y hacer concesiones, complacer quien se queja, que asumir la culpa derivada del supuesto daño que se ocasiona al otro o de la deuda contraída con él.
"El sentimiento de culpa". Carmen Durán

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