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Paz y Ciencia

jueves, 8 de septiembre de 2016

Culpa: Cara y Cruz

El dolor y el placer constituyen una polaridad: la risa y el júbilo de los niños despreocupados, felices... Los adultos centramos nuestra atención en uno un otro polo, tendiendo a olvidar el complementario. El anhelo de felicidad en la vida adulta es evidente,  aunque a veces se centre en posesiones como falta. Asímismo, en la búsqueda espiritual parece que se persigue la felicidad asociada a la superación del sufrimiento, al equilibrio de las emociones, a la estabilidad de los estados de ánimo y al logro de un sentido de la existencia.
Los niños expresan culpa para reparar el daño causado por la transmisión de reglas y tabúes ancestrales o al funcionamiento de neuronas espejo, que permiten intuir los sentimientos de otras personas, o a las angustias de desintegración y abandono que aparecen desde muy temprano.
Cuando el sentimiento de culpa se halla perturbado, nos encontramos con patologías diversas que tienen que ver con esa instancia moral llamada Superyó, que marca ideales,  prohibiciones y normas. Si se vuelve muy exigente y rígido nos puede llevar a caminos equivocados, como no permitirnos el placer porque no lo merecemos, o hacernos creer que tenemos derecho a todo y a saltarnos todas las normas ahogando los sentimientos de culpa. Las patologías serían el masoquismo moral a la depresión o la psicopatía.
Así como el amor es un sentimiento capaz de dar sentido a la existencia y nos hace llegar a los niveles más altos de bienestar y felicidad. Por el contrario, la culpa está siempre presente, cuando no hay amor.
La culpa nos lleva a sentirnos mal, en la lucha con nuestro ser y en desarmonía con nuestros actos, pensamientos, deseos y sentimientos, pero también a ocuparnos del bienestar ajeno y a intentar no dañar, a tratar de compaginar nuestros intereses propios con los que amamos. La culpa está asociada a los sentimientos de odio. La contraposición entre el bienestar que genera el amor y el malestar que deriva de la culpa aboca a un planteamiento en sueño ética y felicidad se acercan.
Con "culpa" hablamos de la superación egocentrista y la apertura a sentimientos altruistas, como a la opresiva sensación de haber hecho un daño irreparable para el que no hay perdón, de ser indignos de amor, o a la mera conciencia de haberse saltadas las reglas pactadas y asumidas en el entorno sociocultural donde vivimos. Todo lo anterior, hay que reconocer que está tamizado con todo el acontecer humano y su factor irracional.
Sugerencias: "El malestar en la cultura", "Psicología de las masas" y "Tótem y Tabú", de Sigmund Freud. En el primer libro veremos cómo con el desarrollo de la civilización tenemos que pagar el precio de la pérdida de felicidad generado por el aumento del sentimiento de culpa.

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