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lunes, 26 de septiembre de 2016

Perspectiva del Edipo



El psicoanálisis  pone en relación la culpa con la ambivalencia, invariablemente, a la relación con el complejo de Edipo, en el cual, la rivalidad y la agresividad aparecen entrelazadas con el cariño hacia ese mismo progenitor. Su pérdida no sería dolorosa para el niño, sino también, para el objeto edípico, al que no quiere hacer sufrir. Resulta preferible reprimir  y renunciar a los deseos objetales para poder conservar a las dos figuras parentales.
El Superyó es el vigilante de esta renuncia y el guardián de los sentimientos de culpa que la mantienen, ya que es tarea suya controlar el deseo inconsciente, el deseo y no solo la acción. La culpa se asienta en la intención, en el propósito de hacer algo malo, de manera tal que, a menudo, el hecho de hacerlo, es su consecuencia más que su causa. La causa es previa, es justamente la intención. Y de alguna manera, la acción lleva implícito el castigo por ella.
Volviendo a Freud, él distingue dos orígenes del sentimiento de culpa, y ambos están relacionados con el miedo: a la autoridad y el temor al Superyó.
El miedo a la autoridad, a una norma extraña, aun siendo muy poderoso  y obligando a realizar renuncias, tales como la satisfacción de los instintos, es menos temible que el segundo.
El temor al Superyó, a un principio interno, al que no se puede engañar ni siquiera en la persistencia de los deseos prohibidos, empuja al castigo en sus diversas formas, las cuales suponen casi una tortura psíquica. De esta manera, para no perder el amor de los padres y como consecuencia del temor al castigo
se produce una renuncia, pero mientras el deseo persista al Superyó no le basta con una renuncia. Así ocurre  también en la moral judeocristiana, en la que los pensamientos y los deseos nos hacen tan culpables como los actos. Por ejemplo, el sentimiento de culpa puede originarse tanto en un acto de violencia ejecutado, como en un simplemente intencionado.
En definitiva, el punto de partida sobre el que se establece el Superyó es la Internalización de la autoridad de los padres y de lo que ellos reconocen como tal autoridad,  sobre todo, religiosa, en cuanto se refiere a principios morales. La propia conciencia moral, como parte del Superyó, será después la que nos controle, juzgue y castigue. Así, ese castigo del Superyó  refuerza y perpetúa el de la autoridad exterior. Entonces, aparece el remordimiento, como perpetuación del castigo vinculado al sentimiento de culpa, que no podemos controlar, ni sabemos cuánto va perdurar.
Un punto de vista distinto es el que adopta Neuburger, pues considera la utilización  de la inculpación como un arma de poder. Aunque se centra en la forma en la que esto ocurre en las relaciones de pareja, podemos generalizarlo a muchas otras situaciones, en las que al otro nos permite manipularlo. En las relaciones madre e hijo es este un juego de poder muy evidente para cualquiera que lo vea desde fuera. Los reproches son el mejor instrumento con el que conseguir que el otro se sienta culpable y adopte la conducta deseada. Para muchas personas, es más fácil ceder y hacer concesiones, complacer quien se queja, que asumir la culpa derivada del supuesto daño que se ocasiona al otro o de la deuda contraída con él.
"El sentimiento de culpa". Carmen Durán

jueves, 20 de noviembre de 2014

La sexualidad femenina



La sexualidad femenina
por Débora Fleischer
En 1923, en un agregado a Tres ensayos, titulado "La organización genital infantil", Freud eleva al falo al estatuto de fase, describiendo la fase fálica para ambos sexos como determinante de los avatares del Edipo. Este tema fue tomado en la Escuela Inglesa por Ernst Jones, Melanie Klein y Joan Riviere, entre otros. Pero  influyeron también otras discípulas freudianas: Helen Deutsch y Karen Horney.

Dejaré de lado otras contribuciones, más ligadas al interrogante sobre el goce femenino. Es el caso de Marie Bonaparte. Un cirujano le propone remediar las dificultasdes en relación a este goce  con una operación que acerque el clítoris y la vagina,. M.Bonaparte propone una fundación para permitir el acceso de esta operación a mayor número de mujeres. Es una curiosa contribución al debate sobre la sexualidad femenina.
Por su parte, Lou Andrea Salome  centró su preocución sobre el enigma del goce de la mujer,  en el momento en que el psicoanálisis se fascinaba con el maternaje en todas sus formas. Planteó tambien cuestiones biológicas: la proximidad de la vagina con el recto y el hecho de tener una pared común.
Pero, no desarrollaré, como anticipé, ese eje. Por lo tanto empezaré por indicar que Freud afirma en numerosos textos que la esencia femenina es el masoquismo, si bien en su artículo de 1919, Pegan a un niño, marca que el masoquismo femenino prevalece en los hombres, demostrando su carácter fantasmático.
El desconocimiento temprano de la vagina, la fase fálica para ambos sexos, el masoquismo como esencia de la femeneidad, el pasaje para la mujer de la madre (fase preedípica) al padre, la mascarada femenina, serán algunos de los temas encarados  en este artículo.

Helen Deutsch
Hay una crítica en  Lacan de aquello que en Freud subsiste: la identificación del masoquismo a la expresión de la esencia femenina. Es lo que fue retomado por las alumnas mujeres de Freud en particular por esta autora.
Con respecto a la posición freudiana del conocimiento tardío de la vagina, ella acuerda con esta posición, pero sus argumentos son diferentes. No se sostiene en  las premisas lógicas que Freud intenta establecer, sino en razones también biológicas.
La mujer, dirá, debe descubrir la vagina en su propia persona, descubrimiento que hace sometiéndose masoquistamente al pene, convirtiéndose este último, en el guía hacia esta nueva fuente de placer. La bisexualidad femenina trabaría este pasaje y así el clítoris al retener libido, hace que el pasaje de lo fálico (clítoris) a lo vaginal sea arduo. En realidad- dice Helen Deutsch- la vágina no cumple ninguna función erógena hasta la primera relación sexual.
El promotor de ese pasaje es el pene, que al igual que el pecho de la madre en la boca del niño, libidiniza la zona, recogiendo el papel de la boca en su función oral pasiva de succión. Luego la vagina al segregar flujo y contraerse, permite la identificación funcional de la vagina al pene, como formando parte de su propio cuerpo, permitiendo así superar el trauma de castración.
La vagina se conoce en el primer coito. El pene es el guía que permite este conocimiento. Discutirá con otros autores, entre ellos con Ferenczi, quienes afirman que el hombre realiza el deseo de volver al vientre materno en el coito, sosteniendo que la mujer realiza el mismo deseo identificándose con el niño que lleva adentro en el embarazo. Así el parto sería para la mujer el dominio activo del trauma de nacimiento coincidiendo en eso con Otto Rank. Dirá también que la mujer que abandona la reinvindicación del clítoris, alcanza el fin del desarrollo sexual femenino y llega a ser mujer. El prototipo de la genitalidad femenina será la oralidad (boca - vagina).
Entonces, la sexualidad le permitiría a través del coito superar el trauma de la castración y las funciones de reproducción el trauma de nacimiento. El clítoris es para ella un órgano superfluo que tendría un papel inhibidor.
En su artículo “Las personalidades como sí”  Helen  Deutch sostiene que la mujer  que se identifica al  padre  es frígida.  Ya que están del lado del hombre, el lado femenino  está cerrado. Propone no hacer de ésto un síntoma analítico ya que a las mujeres no les molesta , tocando así una identificación muy central.
En 1930 escribe en "La significación del masoquismo en la vida mental femenina" que la vida de la mujer está dominada por una triada masoquista: "castración- violación - parto". Sostendrá que el orgasmo es masculino (debemos recordar la identificación de la vagina con el pene). La mujer femenina no tiene acmé orgástico. La vagina es el órgano reproductor, el clítoris el del placer. Lo esencialmente femenino es la maternidad.
En su Psicología de las mujeres (1945)  hay un capítulo sobre el masoquismo femenino. Allí parte de una  evidencia: "Las mujeres están adaptadas al dolor. Aún desde el punto de vista darwiniano si las mujeres sufren y sufren mejor que los hombres, están más cómodas en el dolor, es porque desde el punto de vista de la reproducción ellas padecen en el parto". Dirá - : "Vemos que el masoquismo tiene un doble rol en las funciones sexuales de la mujer y su función de reproducción: sirve por un lado a la adaptación a la realidad por el consentimiento del sufrimiento, por otro lado un exceso de masoquismo provoca evidentemente una defensa y huyendo de los peligros del masoquismo excesivo, la mujer se desvía de su femineidad."
El narcisismo también le lleva a preservarse de un excesivo masoquismo.
Concluye, entonces,  que hay en la mujer una lucha entre el masoquismo que la lleva a adaptarse al dolor y el narcisismo que contrariamente le lleva a rechazar el displacer.
"Cada uno de los estos dos importantes factores del psiquismo,  el masoquismo y el narcisismo pueden estar en contra de las exigencias de la función de reproducción.
El destino de la mujer en tanto sirvienta de la especie depende de la colaboración armoniosa del masoquismo y del narcisismo."
La puesta en juego es simple, el masoquismo femenino para Helene Deutch, es lo que asegura los fundamentos biológicos del psicoanálisis.
El psicoanálisis descubriendo el masoquismo femenino se asegura que forma parte de la medicina. El masoquismo femenino le sirve a la especie y encuentra su justificación en la evolución biológica del ser humano. Considera peligroso querer separar  el individuo y la especie. Para ella el narcisismo es la autodefensa del individuo contra las necesidades de la especie. ¡Hay que sufrir, es así.!
En H. Deutch se ve el masoquismo descansar sobre la idea darwiniana de la adaptación a la realidad. En ese sentido el parto “sin dolor “es un efecto sugestivo que encuentra sus límites cuando se empieza a pasarlo mal. En realidad no le evita a la mujer el sufrimiento, pero tuvo éxito. El primer uso de la hipnosis podría haber sido ese.
El uso de métodos más eficaces como la peridural dan la idea  de que la adaptación  a la satisfacción de la especie por el dolor es menos aceptada y que no hay adaptación de la especie. La especíe humana, dirá Eric Laurent,  no está adaptada a grandes cosas, salvo a matarse entre sí. No podemos, por lo tanto, contentarnos con decir que las mujeres están adaptadas a la vida(*).
En el capítulo de H.D. todo esta orientado en una concepción del instinto sexual biológico y de una pulsión parcial puesta en su lugar; de una totalidad; vuelve a la pulsión masoquista que Freud dejó como parcial. El masoquismo del lado hombre  definía una variante perversa y del lado femenino designa una esencia.
El trabajo de H.D hace equivalencias: masoquismo/ pasividad; sadismo/actividad para desconstruir la relación hombre - mujer.
Describe luego el camino de la niña luego de la orientación hacía el padre, en el momento donde se produce el pasaje hacía el padre . El momento freudiano por excelencia , desarrollado como la  llave de la sexualidad femenina a partir de 1920 y luego en los artículos de 1930 es la pregunta: ¿Cómo explicar el pasaje hacía el padre?.
Allí donde Freud dice: la niña espera un hijo del padre, Helen Deutch dice que esto es equivalente a pasividad. En el fondo es equivalente decir: esperar un hijo del padre y ocupar una posición masoquista y opone a esto una actividad de acercamiento al padre. Alli quiere corregir a Freud, sin explicitarlo... "Nuestras observaciones nos indican  corregir las hipótesis psicoanalíticas sobre el desarrollo de las niñas ya que se ocuparon especialmente de sus instintos sexuales".
Ubica a Freud, citándolo: lo que ella llama "instintos sexuales" es "esperar un hijo del padre".
" ....Al separarse de su madre, la niña, mujer en miniatura asume una actividad erótica, pasiva hacia su padre, actitud que es el centro del C. de Edipo femenino. Pero olvidamos el hecho de que la primer orientación de la niña hacia el padre tiene un carácter activo y no pasivo, su actitud pasiva es un desarrollo secundario".
Lo que ella llama un desarrollo activo es volverse hacía el padre, en tanto es el representante de la realidad y del mundo exterior donde los niños quieren vivir cuando adultos.
Su idea es que Freud considera que el Edipo femenino está fundamentalmente centrado sobre obtener el falo del padre bajo la forma del niño. Ella lo dice así: de ningún modo el Edipo femenino es volverse hacía el padre e identificarse a él.  Da ejemplos. Dice que Freud describió esto en términos de dificultad pero que esas dificultades pueden ser evitadas.
"Frecuentemente la relación con el padre es desde la primera infancia (relación de identificación), a veces lo es en la madurez intelectual de la niña. Puede llevar a la satisfacción aún si las posibilidades eróticas de la niña quedan fijadas sobre la relación sublimada con el padre. La renuncia de la niña al logro erótico (tener un hijo) no debe ser comprendido sin reglas estereotipadas, una unión padre hija fuertemente sublimada no implica necesariamente una neurosis o sentimiento de frustración y de falta. El logro de la vida no es necesariamente una sexualidad normal".
Ella quiere decir: no hay quizás solo el deseo para las mujeres de tener hijos en la vida. Ella encarna en los años de 1900  la voluntad de no dar prioridad a tener un hijo para una mujer,  sino de ocuparse de sus estudios y de terminarlos.
No existía aún la píldora para retrasar el nacimiento de un niño hasta los 30-35 años. Podemos suponer, dirá Eric Laurent- que  H. D. habla por estas mujeres.
En relación a  Pegan a un niño ella propone  que una alternativa para los varones, es siempre "pegar o ser pegado" y es por eso que son masoquistas. Se trata finalmente de una paliza. Del lado de las niñas el masoquismo es esencialmente que las niñas pueden ser pegadas. En 1930  las mujeres golpeadas comienzan a ser una categoría social.  Pero este masoquismo femenino no esta centrado en una paliza sino sobre en  violencia sexual.
La brutalidad misma, produce la elección del amante violento sobre el mismo modelo que el padre. Finalmente dice: "El padre pasivo, impotente para proteger a su hija., provoca tendencias reinvindicativas.  Es sorprendente constatar que las niñas que se fugan tienen generalmente un padre violento".
Crítica la adecuación entre el padre violento y el hecho de que se provoque la fuga. Ella nota que por el contrario lo que provoca ese padre es la elección de amantes a los que define como "formidables" y por otra parte el padre pasivo provoca fugas.
Así ella introduce un cuestionamientos sobre la posición femenina, estrictamente deducibles del fantasma "una niña es prostituida" que  describe, y demuestra que algunos tipos sociológicos son producidos no solo al nivel de la identificación erótica, identificación sexual,  sino también: "Por mecanismos más complejos...más sociales. El deseo de servir a una causa o a un ser humano con amor y abnegación puede ser una expresión indirecta del masoquismo femenino".
Pone en serie la militante, la heroína de los movimientos ideológicos y al masoquismo Dice: "Las mujeres se juntan para expresar indignación,  se asocian a violentas protestas anónimas y adhieren a movimientos revolucionarios".
Lacan tiene una posición distinta sobre la heroína y la militante, en Encore y a lo largo de toda su obra. Así le escribe a Winnicott sobre su orgullo de saber que su hija está presa por su militancia durante la guerra de Argelia (Laurence Bataille) “Es un gran orgullo para la familia”.
Anna Freud
Nos basaremos en la biografía de A. Freud  de E. Young Bruehl.
Por esta lectura nos enteramos que hubo un período en que Freud analizó a su hija.
"...Freud no le dedicó un estudio individual. Nos orientan los documentos escritos por ella misma, sus poemas y su artículo: Los fantasmas de punición de los ensueños . Fue el primer artículo escrito por A.F. como analista.
A.F. protegió su vida privada, diciendo que ese artículo era producto de su práctica analítica. Solo que lo escribió 6 meses después  de que tuvo su primer paciente y lo presento en el  Congreso Internacional de 1922, para ser admitida como miembro de la IPA
E.Y.B. dice el quinto paciente del que habla Freud en Pegan a un niño solo había venido a analizarse por una cierta indecisión en su vida. Hay muchas posibilidades de que de quién habla sea A.Freud.
A.F. hace referencia a una paciente psicasténica, se está refiriendo a su propio caso. Presenta a una niña que adoraba a su padre...la relación incestuosa se transforma en una escena sadico-anal que encuentra satisfacción como fantasma conciente masturbatorio de punición”.......Es reemplazado luego por historías que aparentemente no tenían relación alguna con historias de punición....si bien admite que los fantasmas de punición irrumpen para interrumpir esas historias agradables....y se castiga ella misma, rechazando entonces refugiarse en esas historias agradables durante cierto tiempo. ...El analista dice que los fantasmas de punición y las historias agradables tienen una estructura semejante....Las historias agradables son con un hombre joven, débil que hace una tontería y se encuentra sometido a un hombre de más edad....finalmente es perdonado con una escena de reconciliación y armonía. La paciente comprende la similitud de estructura....que  esas historias pueden ser intercambiables.
En los períodos difíciles en que se encontraba disminuida en sus capacidades, las historias agradables no cumplían más su función....una conclusión en los momentos paroxísticos de su fantasía, donde el placer era reemplazado por la vieja situación de punición, surgen y la llevan a la descarga efectiva de excitación. Pero esos incidentes eran rapidamente olvidados....La paciente de la cual habla A.F. pasaba de sus ensueños a escribir pequeñas historias. no tenían  la misma estructura , solo estaban construídas alrededor de los episodios aislados de punición y la reconciliación....quizás era una tentativa de poner apunto a través de la producción poética ,una novela.
Una carta de A. Freud a su padre dice que esta escribiendo la historia de su infancia . Se trata de una historia que se modela sobre la historia de un caballero medieval.”
Las historias de la edad Media apasionaban a A.F. Crea su historia alrededor de un caballero. Esto se junta con la historia de Freud, se trata de una niña que se desvía de su rol femenino para ser un varón.
El ejemplo de Freud es su hija. Lo que llama la atención es la facilidad con que renuncia a su papel de niña para transformarse en esa virgen obediente que será la característica de A.F.
También llama la atención  el fin de análisis de A.F. y el momento en que habla en público para superar sus inhibiciones, su posición no es del orden de la mascarada femenina.
El personaje que muestra Freud se encuentra  con un fantasma de ser castigada antes de poder entrar en competición con otros. Freud tuvo una idea, hacer que Ana frecuente a Lou Andrea Salome para que aprenda sobre la vida, que hable con mujeres para que pueda superar sus inhibiciones. Su tratamiento  fue bastante breve. Invita a L.A.Salome . a pasar las vacaciones con la familia diciendo que eso hará mucho bien a Ana.
Ana le escribe a L.A.S.: ”Estoy muy ocupada, el problema es que la semana pasada mis historias agradables volvieron....si bien ellas fueron analizadas, rotas, publicadas, maltratadas de todas formas. Sé que es vergonzoso, especialmente  cuando me abandono entre mis pacientes, pero es igualmente bello, y esto me da mucho placer”.
Se ve, dirá Eric Laurent, en su seminario, que frente a la muerte de su padre, el fantasma reencuentra  todo su vigor.
Entre 1919 y 1924 Freud radicaliza su punto de vista. Hace del masoquismo no solo un fantasma como cualquiera. lo hace el acceso privilegiado a un real que es la pulsión de muerte.
”.....El principio de Nirvana, que resalta la pulsión de muerte, sufre en el ser vivo una modificación que lo transforma en principio de placer. El  principio de Nirvana expresa la tendencia de la pulsión de muerte, el principio de placer representa la reinvindicación de la libido y la modificación, el principio de realidad representa la influencia del mundo exterior”.
Ninguno de los tres principios es anulado por el otro. Designa al principio de placer como guardián de la vida. ”Así como el guardián del sueño no impide los sueños de angustia, el guardián de la vida no impide la puesta al día del masoquismo en tanto es la relación privilegiada a esta aspiración al principio de Nirvana”.
En este sentido la pulsión parcial, el masoquismo, es la excelencia en pulsiones parciales ya que es la que devela  que toda pulsión tiene una cara de pulsión de muerte.
La pregunta es cómo se sitúa el masoquismo femenino, una vez introducida la pulsión de muerte“... En estos casos en los cuales el fantasma masoquista tuvo una elaboración especialmente rica, colocan a la persona en una posición femenina. “Es por esta razón que llame masoquismo femenino a esta forma de masoquismo en el cual tantos elementos reenvían a la vida infantil”. “Llame masoquismo femenino lo que de hecho no es forzosamente femenino,  reenvía a la infancia, pero  esto tiene una significación: estar castrada, sufrir el coito o parir.“...El masoquismo femenino reposa enteramente sobre el masoquismo primario, erógeno, el placer del dolor.”
Esta posición (1924) es una forma de responder a la pregunta de su hija: de dónde  provienene estos fantasmas, ensueños, si fueron analizados? Es su vertiente totalmente erógena que da cuenta para Freud de la dificultad de liberar a la niña de su relación a esos fantasmas.
En 1924, en  El problema económico del masoquismo, en nombre de una unidad económica, como el placer en el dolor, construye un monstruo de tres cabezas: el masoquismo como excitación sexual que es la perversión, el masoquismo femenino, que es la expresión del ser de la mujer, y el masoquismo moral norma o ideal de comportamiento.
Freud encontró oposición a estas ideas de un ser femenino definido por ese masoquismo, por ese placer en el dolor. Para  Karen Horney y  H.Deutch,  una posición femenina  no esta en la pasividad y el sufrimiento sino en la actividad.
Allí donde Freud reconoce “un niño es pegado” en  relación al C. de Edipo y los fantasmas perversos que le son asociados (1919) Lacan traduce este fantasma como síntoma masculino, encontrando un fantasma en la neurosis de los hombres:  ”mi padre me pega”. Pero el síntoma masculino concierne también a la mujer en la medida en que el componente primario de toda estructura clínica es el masoquismo: la identificación (o no) al nombre del padre lleva consigo una cierta identificación a la perdida de satisfacción prohibida, a la perdida de la madre en tanto objeto primario de unidad.
Lacan denuncia la noción de masoquismo femenino: el masoquismo es un fantasma del hombre o deseo del hombre(Propuestas directivas para un congreso sobre la sexualidad femenina -1958/60).


viernes, 30 de mayo de 2014

Vicisitudes de Edipo



Allí donde hay mucha luz, la sombra es más negra
Johann Wolfgang Goethe
Introducción
El psicoanálisis como potencia de ser
Este texto corresponde a un capítulo del libro El erotismo y su sombra. El amor como potencia de ser.[1] Allí tratamos de responder al reto que tiene el psicoanálisis para dar cuenta conceptual de nuestra época. Esto nos lleva a rescatar nociones que definen la particularidad de su práctica; pero también, modificar otras a partir de los nuevos paradigmas de nuestra época. Esta propone nuevos procesos de subjetivación que ponen en cuestionamiento la sexualidad heteronormativa y patriarcal. En este sentido vivimos en un momento de transición donde el patriarcado sigue siendo la estructura familiar dominante pese a que han surgido nuevas formas de familia que ha provocado su crisis: monoparentales, monoparentales extendidas, homoparentales, unipersonales, familias ensambladas, etc. Por otro lado, las teorías e investigaciones ligadas al género y la sexualidad, la importancia de la imagen en la construcción de subjetividad plantean nuevos desarrollos en la teoría.
El problema del psicoanálisis proviene de un uso excesivo de términos y conceptos que se han transformado en emblemas culturales y, algunos de ellos, en fórmulas que se generalizan para terminar no diciendo nada. Esto ha ocasionado una banalización de la significación radical que tuvieron en sus orígenes; muchas cuestionadas desde ciertos pensamientos y prácticas que se presentan como novedosas, pero que constituyen verdaderas involuciones. Por ello nos proponemos dialogar con Freud. Dialogar con Freud supone entender que la metapsicología da cuenta de la organización de un aparato psíquico, pero no del modo de funcionamiento que es histórico, social y político: Freud -como no podía ser de otra manera- era un hombre de su época. De allí que en la clínica se nos presenta la necesidad de modificar algunas conceptualizaciones teóricas que son insostenibles en la actualidad. Dialogar con Freud también implica reflexionar sobre aquello que lo lleva a instalar un antes y después en la concepción de la subjetividad: la sombra del sujeto que no es sólo la inclinación a la maldad, sino la razón de la misma en el no reconocimiento del otro.
Creemos que el problema de la alteridad es uno de los grandes temas de la actualidad. Pero esto no remite simplemente al narcisismo donde el sujeto queda atrapado en el juego del yo-yo; sino -deberíamos decir fundamentalmente- el que lo lleva al narcisismo primario en la búsqueda de una totalidad perdida en la que se encuentra con lo siniestro del desvalimiento originario. Allí al no existir el otro humano desaparece como sujeto de sus necesidades y deseos. Por ello sostenemos que no hay erotismo sin sombra; aún más, la sombra es lo que determina las múltiples formas en que se expresa el erotismo como una afirmación de la vida. Lo contrario es la oscuridad de la perversión, por lo cual afirmamos que la perversión es el negativo del erotismo.
Es aquí  -como desarrollamos en este capítulo- donde el Complejo de Edipo organiza el aparato psíquico en la prohibición del incesto al instalar la alteridad soporte de nuestro desvalimiento originario. Su sombra habla de la falta que nos constituye, pero también de la luz en la potencia -en el sentido spinoziano del término- al reconocerse en el otro como un otro humano que nos afirma en el amor. Esto nos lleva a sostener la práctica del psicoanálisis en la potencia de ser.
E.C


Sabemos que Freud descubre el Complejo de Edipo en su historia personal. Luego lo teoriza a partir de la experiencia que tiene con sus pacientes en una sociedad, como la Viena de fines del siglo XIX heteronormativa y patriarcal, aterrorizada por las conductas que negaban la diferencia sexual anatómica. En sus pacientes encuentra este mito patriarcal que los organiza y los persigue en la producción de síntomas. De allí que recurre a interpretar la tragedia de Sófocles para convertir el mito en un complejo universal. Este complejo de la estructura psíquica del neurótico la supone una mitología de la cultura que forma parte. Por ello postula el mito de origen enTótem y Tabú (1912) para comprender que el asesinato por parte de los hijos del padre patriarcal de la horda primitiva conlleva a que estos se identifiquen con su figura que deviene en in-corporar dos padres: un padre muerto y un padre vivo. Es decir, el punto de partida es la psicología del patriarcado y los procesos de normalización dentro de esta estructura familiar.[2]

El mito de Edipo comienza con un abandono

Es necesario aceptar que no hay un solo mito de Edipo. Como plantea León Rozitchner el mito de Edipo griego es diferente del judío y del cristiano: “El problema es históricamente el patriarcalismo como punto de partida y, por lo tanto, también el giro histórico que se produce y da origen a nuestra cultura occidental y cristiana, con sus 2000 años de existencia, estadio final donde culmina el inocente patriarcalismo originario…creo que tenemos que volver a ver qué pasa con la concepción de los mitos fundantes en la producción de sujetos en las distintas culturas. Para decirlo en pocas palabras: no creo que haya un complejo de Edipo universal, típico que organiza los diversos complejos parentales. Eso forma sistema con el ‘mito científico’ que Freud mismo describe. Tenemos entonces que pensar si esta concepción patriarcalista que aparece presente en el Edipo griego de Freud es una forma canónica con la cual pueda
analizarse todo comportamiento, toda producción de sujetos en cualquier cultura humana, por más patriarcal que esta sea.”[3] También la salida del Complejo de Edipo que postula Freud, a partir de la identificación con el padre y la constitución del superyó y su relación con el yo, es diferente a la que sostiene Melanie Klein con el Edipo temprano y la propuesta de Lacan donde esta estructurado en tres tiempos y el padre aparece desde una función de corte en lo simbólico a partir del significante del Nombre de Padre.
Freud fue generando una teoría que se adelantó a su época al sostener que el deseo constituye al sujeto y, la sublimación de la sexualidad y el desplazamiento de la agresión son necesarios para el desarrollo de la cultura. Pero, hombre de su época, estuvo detrás de sus propias concepciones al establecer que los desarrollos psicosexuales tienen un fin en la genitalidad y la procreación. Aún más, nunca creyó que la sociedad podría anular esta relación como escribe en El malestar en la cultura(1930): “La civilización de nuestros días deja entender con claridad que admite las relaciones sexuales con la única condición de que tengan por base la unión indisoluble, y contraída de una vez para siempre, de un hombre y una mujer; que no tolera la sexualidad como fuente autónoma de placer y solo está dispuesta a admitirla a título de agente de multiplicación que hasta aquí nada ha podido reemplazar.”[4]
 Como podemos leer Freud pensaba que no era posible una separación entre lo femenino y lo maternal, el ser mujer y la procreación; de allí el lugar de la madre como fuente de los afectos y el padre el logos separador.
Sin embargo en esta época de transición junto a la familia nuclear patriarcal hay otras formas de la sexualidad, de la organización de la familia donde se reivindica otro modo de ser madre y otro modo de ser padre; hay un nuevo orden simbólico y una nueva ley del deseo y del mundo. Por ello como sostiene Michel Tort: “La cuestión crucial es la de las condiciones efectivas de la parentalidad. Hasta que la distribución de los roles no sea igualitaria, no aparecerá la verdadera especificidad de la función paterna. Esta realidad política es la que pondrá límites al ‘poder de las madres’, incriminadas luego por nuestros ‘psis’ como tóxicas, cuando ha sido instaurada por los propios hombres…En una palabra, el psicoanálisis ha vinculado desafortunadamente la suerte de sus construcciones más determinantes (Edipo) en formas históricas contingentes, al punto de que con todo derecho podemos preguntarnos si algunas construcciones no son un calco puro de las relaciones sociales del momento. Por ende, hay que examinar: 1º) por un lado, cual es la parte propiamente analítica y la parte política de las construcciones de la paternidad en psicoanálisis; 2º) Y luego como, de formas diferentes, en posiciones políticas y analíticas opuestas, ha intervenido en la reestructuración de otra figura del padre, distinto del patriarcal.”[5]
En este sentido no se trata de definir el ser padres desde la biología o del ser social que pauta la cultura dominante, que sigue siendo patriarcal, sino a partir de las relaciones subjetivas con el niño y la capacidad de dar amor en las nuevas forma simbólicas de filiación. Lo que queremos destacar es que el mito de Edipo patriarcal ha entrado en una crisis terminal que ha llevado a otros procesamientos simbólicos cuya producción fantasmática debemos escuchar en la clínica. La familia nuclear patriarcal ha dejado de ser el modelo único para entender la psicología del Complejo de Edipo, ya que aparecen otras formas de organización familiar como vimos en otros capítulos. Aún más, lo que podemos denominar el patriarcado neoliberal en su versión conservadora o progresista tiene importantes diferencias con el de otras épocas.[6]
Es aquí donde planteamos diferenciar el imaginario en que se construyó la teoría del complejo de Edipo y su estructura como organizador del psiquismo donde la conformación de los fantasmas que se despliegan en su recorrido encuentran en la castración edípica un organizador afectivo e imaginario necesario del psiquismo del sujeto. Si estos fantasmas aparecen desde un modelo familiar, cuyo imaginario es histórico social y político, la castración edípica permite que la estructura psíquica se organice en la alteridad para sostener el desvalimiento originario que nos constituye como humanos. En su falla encontramos la desorganización psíquica: esta es la tragedia de Edipo. Lo pre-edípico no está pasivamente esperando que, cuando aparece el tiempo de la estructuración edípica, se organice. Por lo contrario lo pre-edípico prepara a partir de los factores estructurantes primarios las características en las que se organiza el Complejo de Edipo.[7] Recordemos que el mito de Edipo comienza con un abandono. Es decir, con la marca del desvalimiento originario que Edipo debe cargar a lo largo de su vida. Su tragedia es este abandono cuyas desgracias relata la obra de Sófocles.

Nuestra época plantea nuevos procesamientos simbólicos de la triangulación edípica

Cuando la teoría psicoanalítica gira en la premisa fálico-castrado, centrada en la diferencia sexual anatómica, plantea un problema, ya que la alteridad pasa a ser de teoría sexual infantil a teoría psicoanalítica. Esto implica reconocer que la etapa fálica es una formación del inconsciente que no sólo está presente en un momento del desarrollo del niño, sino en la cultura dominante. Lo que cuestionamos es que al considerarla la salida del Edipo reafirma el modelo de la familia patriarcal y deja de lado la complejidad de las actuales relaciones entre hombres y mujeres. La diferencia de género es anterior a la elección del objeto sexual donde las particularidades del ser femenino o masculino responden al deseo de los padres mediado por los factores socio históricos de cada época que llevan a la familia a establecer las pautas de crianza según estos valores. Es decir, la identidad de género es anterior al descubrimiento de la diferencia sexual anatómica y coexiste con el desarrollo del interjuego pulsional donde la pulsión de vida, el Eros va conformando lo propio de una sexualidad desviada y la pulsión de muerte -en su forma no ligada y desligada- puede proponer obstáculos al desarrollo del erotismo o, por lo contrario, se conforma como una perversión al servicio de una negatividad radical.[8]
Freud al establecer que la libido es única no excluye la bisexualidad, ya que ningún sujeto es portador de una pura especificidad masculina o femenina pues en el inconsciente la diferencia sexual anatómica no existe: esta es producto de identificaciones yoicas. Esta diferencia ausente en el inconsciente da cuenta de una diferencia estructural entre lo inconsciente y la biología. Por ello la cuestión de la diferencia sexual sólo puede ser considerada desde la experiencia de vida de cada sujeto. Dicho de otra manera, de fantasmas singulares y socioculturales que establecen su importancia. En una cultura donde la sexualidad se ha separado definitivamente de la reproducción, la diferencia sexual anatómica ha dejado de tener un valor determinante en la subjetividad para ser aceptada en los juegos del erotismo. Aclaremos, esto fue siempre así como lo demuestra el antiguo texto hindú elKamasutra de gran difusión en la cultura occidental; lo que ocurría era que esta sexualidad se mantenía en secreto ya que no respondía a los valores dominantes de cada época. Su resultado fueron formaciones sintomáticas ante lo demonizado. El límite lo encontramos en los casos donde la diferencia sexual anatómica se la reniega(Verleugnung) al servicio de la cosificación del otro en la perversión o es rechazada(Verwerfen) por una idea delirante en la psicosis.
Desde la perspectiva que venimos desarrollando los sujetos homosexuales, bisexuales, transexuales y travestis no los consideramos una forma de perversión en tanto pueden dar cuenta de la alteridad al construir formas singulares de triangulación edípica. Los trastornos de identidad de género no son del orden de la perversión. Lo que perturba son los modos de la constitución de su identidad sexual y de género que no está acorde con la lógica de la cultura que sigue fundada en lo biológico.[9] Esto es importante para deslindar un instituido normalizador de formas singulares de procesos identificatorios de género y sexuales que desbordan la anatomía.[10]
A partir de que la sexualidad en psicoanálisis no se funda en el orden natural de la reproducción pues ignora la finalidad y persigue las metas propias del principio de placer o el objeto, sea cual fuere, los “órdenes naturales” invocados aparecen por lo que son: construcciones que articulan fantasmas de deseos singulares. De esta manera el erotismo alude a una compleja combinación de la sexualidad infantil (oral, anal, fálica) y adulta (genital) con las singulares fijaciones que cada sujeto tiene en lo pregenital. Si en todo juego erótico hay, en mayor o menor medida, una desubjetivación del otro en tanto se juegan las fantasías de cada partenaire, en la perversión hay una desubjetivación radical que llamamos cosificación. En esta diferencia entre el erotismo y la perversión lo que se pone en evidencia son la normas históricas que contribuyen al género y la sexualidad que ya no tiene que ver con el orden supuestamente natural. Por lo tanto, la diferencia sexual ya no la podemos reducir a la diferencia sexual anatómica, sino a los fantasmas y al procesamiento simbólico que se juega alrededor de estas diferencias donde podemos encontrar los fantasmas incestuosos en los neuróticos. Aunque debemos reconocer que la meta clínica de un psicoanálisis normativizante plantea que la sexualidad se debe sostener en la “posición del misionero”, ya que considera que todas las otras posiciones delKamasutra serían perversas.
Al definir el Complejo de Edipo como una prueba normativizante se formulan condiciones generales estructurantes a las que debe satisfacer la travesía de Edipo. De esta manera no se da cuenta de las condiciones histórico-sociales, para llegar a situaciones ideales que dejan de lado nuevas problemáticas en las que su resolución es solidaria de las transformaciones del Complejo de Edipo a partir de los nuevos procesos de subjetivación en los que encontramos otros procesamientos simbólicos de la triangulación edípica.[11] Entre ellos debemos desarticular la relación pene-falo, ya que el falo ha adquirido otros valores simbólicos que es necesario escuchar en el imaginario de los sujetos que nos consultan. En ellos la “envidia al pene” en la mujer ha quedado relegada por otros significantes fálicos que no están soldados al pene. Así como plantear que la feminidad se constituye a partir del cambio de objeto (de la madre al padre) y de zona (del clítoris a la vagina), supone considerar al clítoris como una zona erógena masculina lo cual es insostenible. Su lugar como goce femenino que permanece en la vida de las mujeres lo hace un complemento importante de su sexualidad. En este sentido reformular el Complejo de Edipo para sacarlo del encierro de una perspectiva imaginaria histórico social de una cultura heteronormativa y patriarcal implica delimitar claramente cuales son sus factores estructurantes. Esto determina rescatar una serie de elementos que hacen de él una configuración central para la organización del psiquismo del sujeto: investiduras de deseos de los padres, identificaciones, transformación de este tipo de logros a lo largo de la vida y resolución transitoria de las tensiones que resultan de su desarrollo.

Algunas conclusiones

Si resumimos lo que venimos desarrollando, podemos decir que:
1º) Definimos la Castración edípica como una estructura que permite en el aparato psíquico una organización en la alteridad para sostener el desvalimiento originario que nos hace humanos. La misma es posible a partir de aceptar la prohibición del incesto que funda toda cultura en el reconocimiento del otro -como dice Freud: “otro humano”, nebenmensch)- y, por lo tanto, de uno mismo.
2º) El Complejo de Edipo no normaliza al sujeto, sino organiza su aparato psíquico a partir de las formas singulares que atraviesa la castración edípica donde encontramos las identificaciones complejas con los padres. Desde allí la diferencia de sexos no depende de la anatomía, sino de los fantasmas que configuran su sexualidad donde el erotismo da cuenta de las múltiples combinaciones entre la sexualidad infantil y la adulta. Allí el fantasma erótico se encuentra con inhibiciones y represiones de la sexualidad. Su límite es la renegación (Verlevgnung) al servicio de la cosificación del otro en la perversión y el rechazo (Verwerfen) por una idea delirante en la psicosis.
3º) Su resolución no se da de una vez para siempre, sino continua a lo largo de la vida ya que no encuentra una síntesis en la genitalidad (lo pregenital forma parte del erotismo) ni en el falo (la condición fetichista es un aspecto de erotismo), sino en las características singulares de una organización psíquica que se opone a la desorganización de la pulsión de muerte cuando se desliga de la pulsión sexual o a lo no ligado propio del desvalimiento primario.
4º) Si el erotismo es una afirmación de la vida en el reconocimiento del otro. La perversión es su negativo al servicio de una desubjetivación radical donde el odio primario lleva a cosificar al otro desde una compulsión sostenida en lo no ligado, atravesado por un fantasma construido en una situación traumática de abuso sexual y violencia.
Para finalizar este capítulo debemos decir que en la clínica nos consultan sujetos por su padecimiento subjetivo, pretender que sus síntomas son el resultado de una falla estructural de una supuesta organización normal de su subjetividad conlleva a importantes limitaciones. La estabilidad psíquica de cada sujeto debe ser respetada a partir de la singularidad de su organización para lograr mejorar su funcionamiento en la búsqueda de un equilibrio inestable que forma parte de la salud humana.

Notas



[1] Este capítulo al ser reproducido como texto se han agregado citas aclaratorias para facilitar su lectura.
[2] Silvia Bleichmar, desde otro lugar epistemológico del que proponemos en este texto, transita algunas cuestiones que venimos desarrollando en: Paradojas de la sexualidad masculina, editorial Paidós, Buenos Aires, 2006. Coincidimos con su preocupación cuando afirma: “Hace algunos años, sin embargo, que desde el interior de la clínica misma se marcan las insuficiencias de nuestra teoría ante nuevos modos de ejercicio de la sexualidad que señalan límites de una práctica sostenida en enunciados que ya registran poco alcance para el acercamiento y la transformación de los fenómenos que enfrentamos.” Y continua más adelante: “Ya es hora de que nos demos cuenta de la disociación que se ha establecido entre el respeto que la obra freudiana sigue mereciendo, y la tirria que provocan a veces en la sociedad civil los enunciados repetidos, coagulados o incluso moralistas de los psicoanalistas que sostienen verdades acuñadas hace un siglo sin preguntarse por su vigencia y sin reposicionar sus núcleos de verdad en la época actual.”
[3] Rozitchner León: “Edipos”, revista Topía Nº 48, noviembre 2006. Este texto fue leído en las Jornadas “Acontecimiento Freud” organizadas por la Escuela de Orientación Lacaniana (EOL), dedicadas al 150º aniversario del nacimiento de Freud, el 6 de mayo de 2006. El texto fue corregido y ampliado por el autor para esta publicación.
[4] También Roudinesco, Élisabeth: La familia en desorden, editorial Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires 2010.
[5] Tort, Michel: Fin del dogma paterno, editorial Paidós, Buenos Aires 2008.
[6] Con el termino “Patriarcado neoliberal” queremos destacar las nuevas formas que ha adquirido la concepción clásica patriarcal en la cultura del capitalismo mundializado. Como dice Irene Meler: “El Patriarcado puede ser considerado como un sistema, y en tanto tal, tiende a reestructurarse a través de las mutaciones social-históricas, manteniendo sus características básicas… El sentido literal del término se refiere al poder de los padres, y con esto alude a que han sido los varones mayores quienes ejercieron dominio sobre las mujeres, los niños, los jóvenes y sobre aquellos hombres que no pudieron calificar para integrar los estamentos dominantes de la masculinidad social…La dominación patriarcal manifiesta el carácter jerárquico de las estructuras sociales humanas, que algunos sueñan como igualitarias pero que, hasta el momento, han presentado siempre alguna modalidad de estratificación. Si bien el dominio masculino no es ejercido por todos los varones con similar intensidad, existe un rédito obtenido aún por los varones que Robert Connell (1996) ha clasificado como subordinados, por el solo hecho de ser hombres. De modo que ‘patriarcado’ es un término que enfatiza el carácter asimétrico de las jerarquías sociales basadas en el sexo, mientras que ´dominación masculina´ alude al hecho de que la pertenencia al género masculino implica ventajas, más allá de que cada varón logre o no, efectivizar los desempeños requeridos para integrar el género dominante.” Meler, Irene: “La vitalidad del patriarcado”, revista Topía Nº 59, agosto 2010. También leer en este número D’Atri, Andrea: “La compleja relación entre patriarcado y capitalismo. Oprobios inmerecidos y derechos conquistados”.
[7] Con el término “factores estructurantes primarios” nos estamos refiriendo tanto a lo reprimido como a lo no representado que constituyen el núcleo inicial del funcionamiento psíquico del sujeto. Las características de su desarrollo van a depender de su historia individual, familiar y social. En ellas vamos a encontrar:
1º) El tiempo arcaico del narcisismo primario que aparece antes de la diferenciación interior y exterior. Las pulsiones funcionan de modo autoerótico y se encuentran fragmentadas ya que aún no hay unidad del Yo.
2º) Este Yo primitivo, que Freud denomina de “placer purificado”, a partir de las más antiguas mociones pulsionales orales el límite interior y exterior aparecen a partir del principio de displacer-placer: lo que el niño acepta lo quiere comer, introducirlo; lo que rechaza lo quiere excluir, escupirlo.
3º) Es el tiempo de la “angustia automática” donde el niño ante la sensación de desvalimiento responde ante todo lo que considera displacentero a su narcisismo con el odio primario. Es necesario decir que para Freud el “odio” no es sinónimo de pulsión de muerte, sino uno de los términos que señalan su dirección y que en cierto modo lo significa de manera indirecta.
Como acertadamente plantea Jean Guilloumin, en aquellas patologías donde predomina lo negativo se encuentran tres connotaciones que se encuentran en una asociación esencial: 1º) Una ausencia de representación y representabilidad; 2°) Un destino trágico o nocivo del funcionamiento psíquico; 3°) La carencia afectiva como constitutiva de la subjetividad y, agregamos nosotros, 4º) La angustia automática que pone en funcionamiento el narcicismo primario que lleva al sujeto a funcionar desde el principio de displacer-placer. Esta particularidad se da en aquellos sujetos en los que la individuación se ha podido establecer de manera parcial. De esta forma el trabajo de constitución primera de lo que hemos denominado espacio-soporte no ha sido posible, o bien ha sido insuficiente. Lo cual nos lleva a la importancia que el concepto de la-muerte-pulsión tiene, en tanto da cuenta de como lo no ligado aparece en estas patologías.
[8] Carpintero, Enrique, Se puede consulta estos textos: “El Eros o el deseo de la voluntad”, Topía Nº 42, noviembre de 2004; “La sexualidad plural (la sexualidad humana es desviada)”, Topía Nº 44, agosto de 2005; “La salud es soporte de la anormalidad que nos hace humanos”, Topía Nº 55, abril de 2009; “La sexualidad evanescente. La perversión es el negativo del erotismo” en Topía Nº 59, agosto de 2009. En www.topia.com.ar
[9] Para un análisis de esta problemática ver Raíces Montero, Jorge Horacio (Compilador), Curtis E. Hinkle, Diana Maffia, Alejandro Modarelli, Lohana Berkins, Pedro Paradiso Sottile, Iñaki Regueiro de Giacomi, Emiliano Litardo y Liliana Hendel: Un cuerpo: mil sexos. Intersexualidades, editorial Topía, Buenos Aires 2010.

[10] “El primer obstáculo epistemológico, al decir de Bachelard, se evidencia cuando encontramos a las personas transgénero escasamente citadas en la bibliografía habitual. Podemos exceptuar algunos trabajos que han rastreado el tema (Giberti E., 2003; Giberti, E, 2004) y también encontrar fuentes epocalmente cercanas que ilustran el nuevo interés psicoanalítico y psicológico. El referente habitual, de modo explícito o enmascarado desemboca en los tradicionales conceptos de salud y enfermedad, de normal y de anormal, como si la OMS nunca hubiese explicitado su cambio de rumbo en la materia. Pero sabemos que recurrir a bibliografías ajenas a alguno de los cánones psicoanalíticos consagrados descalifica como psicoanalistas, ante quienes sólo se rigen por ellos, el rigor o la aceptabilidad del texto…Tanto acerca de las personas transgénero cuanto de los homosexuales no sólo se trata de creencias, sino de convicciones políticas y/o religiosas destinadas a preservar un determinado ordenamiento social pero, tal como las tendencias históricas lo transparentan, en la actualidad y en Occidente, tropiezan con las evidencias de organizaciones familiares que han instalado su estilo más allá de las recomendaciones que la tradición patriarcal difunde. Eva Giberti: “Las Personas transgénero, ¿Por qué empezar a pensarlas desde la clínica?”, revista Topía Nº 44, marzo de 2005.nnn

[11] “El Orden simbólico no existe. Solo hay simbolizaciones que se ejercen en espacios sociales, apilamientos, conexiones entre redes de simbolización, por ejemplo, cuando una cultura se lanza a la imposición de su régimen de simbolización por sobre otra, prohibiéndola, destruyéndola, etc. No hay ninguna necesidad de fabricar, a partir de la pluralidad histórica, un orden, un lugar, un Dios, cuando se está allí. El orden simbólico, con las representaciones misteriosas de la diferencia sexual que le corresponden en el Nuevo Testamento, es esa ficción de referencia ahistórica que ha inventado el orden sexual positivo del día, que regula las relaciones entre los sexos, los parentescos. Dicha ficción tiene la ventaja de presentar lo simbólico como natural, haciendo de los arreglos más bien inestables de los humanos la naturaleza misma de lo simbólico” Michel Tort: Fin del dogma Paterno, editorial Paidós, Buenos Aires 2008. También leer en este número “La subjetivación patriarcal y la función paterna de rechazo de lo femenino.

sábado, 5 de febrero de 2011

Infancia y Edipo. Qué aporta el psicoanálisis.

Hacia los siete años de edad llega la resolución del complejo de Edipo, la renuncia al objeto edípico en tanto que objeto sexual carnálmente deseado y la ubicación de los padres en un nivel particular, exento del juego sexual. El amor por ellos, descarnalizado, se transforma en ternura.
Para que ese trabajo de evolución pueda, sin embargo, hacerse de manera verdaderamente formadora, y que en la pubertad no aparezca el problema de las coqueterías de hija a padre y de rivalidad de instintos con la madre; que para el hijo no aparezcan las explosiones de voluntad dominadora hacia la madre y de rebeldía contra el padre, reveladoras de un complejo de Edipo no resuelto; para ello es preciso que la renuncia sensual del niño se haya efectuado sobre un terreno claro. Sería deseable que no quedara más ninguna duda, en los níños de ambos sexos, después de los siete años, sobre el doble hecho de la complementariedad de los sexos y el carácter axial de esta complementariedad para la vida social. Si la educadora ha permitido que los ojos de los niños se abrieran en forma progresiva sobre el libro de la naturaleza, ese doble hecho surgirá como una integración normal en grandes leyes de la vida. El carácter futuro de la madurez, requerido para tal integración, tomará de golpe su sentido. Al renunciar al cariño sensual por la persona parental complementaria, el niño captará que ese instinto, cuya satisfacción le aporta placer, es valedero y que, devenido a su vez en adulto, conocerá las alegrías legítimas de la vida en pareja con el complemento de su elección. La exigencia del duro renunciamiento, en el caso del complejo de Edipo, no se presentará ya, de tal modo, con su aspecto por completo negativo y traumatizante, sino con el integración en un todo, con una promesa segura de expansión.
¡Cuántos padres (dice Doltó) que infantilizan a sus hijos, no dándoles la clave de las emociones prefigurativas de la vida adulta, o aterrorizándolos por adelantado sobre los peligros de esa vida posterior, vida deseable y soñada aún por aquellos, a través del personaje mágico del padre o de la madre! [...]

Es aún otro mérito del psicoanálisis haber demostrado que el ser humano podía vivir, en forma simbólica, etapas faltantes de su desarrollo en una relación de transferencia imaginaria, aunque controlada. Esa relación afectiva deviene emocionalmente rica en experiencias educativas que permite revivir y, de hecho, concede al sujeto alcanzar la autonomía de un comportamiento determinado hasta ahí por la repetición del fracaso que había detenido la evolución en las primeras identificaciones familiares.
Si bien el psicoanálisis libera, de tal modo, a los adultos jóvenes de los trastornos psicológicos del infantilismo afectivo, un gran campo de acción es, cada vez en mayor medida, el estudio y el descubrimiento de los factores espontáneos y provocadores de la neurosis en la infancia. Queda así ampliamente abierto el campo de las investigaciones sobre las interrelaciones de dependencia humana.


Referencia: Françoise Dolto: "La dificultad de vivir" Gedisa Editorial.
Como podemos leer esta psicoanalista, que tuvo una manera divergente de trabajar teóricamente y técinicamente en su consulta nos da algunas claves del psicoanálisis, lo más importante es que el psicoanálisis, piedra angular de la psicoterapia dinámica habla de los SENTIMIENTOS. Dolto se especializó en la infancia y era hija de su época, por lo que su teoría nos aporta la herencia de Freud y su propio bagaje, perspectiva y experiencia personal. Sin duda una profesional digna de ser alabada por su creatividad y alcance.

jueves, 26 de noviembre de 2009

Edipo


El complejo de Edipo ha tomado su nombre de una leyenda griega en un poema épico atribuido al poeta Cineton.
Edipo, símbolo de fatalidad o fuerza del destino, según la versión de Sófocles (497-405 a.C.) era hijo de Layo, rey de Tebas, y de Yocasta. Habiendo consultado Layo al oráculo de Delfos si sería feliz en su matrimonio, éste le anunció que el hijo que naciera de la unión con Yocasta le daría muerte.
Aterrorizado y tratando de rehuir tal destino, Layo entregó al niño a un criado con la orden de matarlo en el monte Citheron. El sirviente trabó a la criatura por los pies, abandonándola colgada de un árbol, de lo que da origen el nombre de Edipo (que significa: pies hinchados). Poco después fue salvado por un pastor que lo llevó a Corinto, donde lo adoptó la reina del lugar.
Al llegar Edipo a la mayoría de edad, entró en sospechas acerca de la legitimidad de su origen, y con el objeto de aclarar su duda interrogó al oráculo, del que sólo pudo obtener una respuesta nebulosa y extraña: Edipo, serás asesino de tu padre, esposo de tu madre y engendrarás una raza maldita entre lo hombres. Horrorizado por tal predicción trató de evitar que se cumpliese desterrándose voluntariamente de Corinto, de cuya reina le decían ser hijo. Camino de la Fócida y habiendo tropezado con un viajero en una senda estrecha que conducía a Delfos, disputaron sin conocerse, y el viajero, que no era otro que Layo, su padre, quedó muerto en la refriega. Huyó Edipo sin ser reconocido y llegó a la ciudad de Tebas, ciudad asolada por los estragos causados por la Esfinge. El padre de Yocasta, que regía el país desde la muerte de Layo, hacía difundir por toda Grecia la noticia de que daría su hija y corona al que librase a Tebas del tributo que pagaba a su monstruo. Edipo se ofreció para ello, acertó los enigmas propuestos por la Esfinge, la venció y la dio muerte. Obtuvo de este modo a Yocasta, ,su madre (como premio por la victoria), la hizo su esposa y tuvo de ella cuatro hijos.
Años después, Edipo llegó a saber el misterio de su nacimiento, reconociéndose , por lo tanto, parricida e incestuoso. Horrorizado, en castigo se arrancó los ojos.