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Paz y Ciencia

viernes, 21 de octubre de 2016

Reparación del Self


CARMEN DURÁN


La práctica de la atención plena nos aleja de los prejuicios, nos permite vernos y reconocer nuestro dolor con ternura, sin confundir nuestro yo esencial con nuestra historia. Evitar el dolor y la culpa nos condena a perpetuarlo, en cambio ser sinceros con nosotros mismos, mirar nuestros lugares oscuros, nos permite sanar nuestro corazón. 

Según la formulación de Speziale-Bagliacca, nos dice que al iniciar la reparación del self:

"El individuo deja espontáneamente de reprocharse a sí mismo y a los demás por sus carencias, sus incapacidades afectivas y su infelicidad, y en cambio, por decirlo así, se pone manos a la obra".
Y en ese ponerse manos a la obra, ha de traer a la luz a sus aspectos oscuros, negados y olvidados, relacionados de alguna manera con la idea de pecado. Como argumenta Rof Carballo sabemos, amor y odio forman una díada inseparable en el corazón del hombre. El amor y el odio no son enemigos, son tan solo opuestos polares, pues el odio y la rabia nacen de la frustración del amor y sus necesidades.

"El odio intenso es sentido por el que odia como un mal que le envenena, no produce satisfacción, sino angustia".

El amor compensa el odio y se ocupa tanto de controlar lo destructivo como de reparar el daño. Cuando el bebé cree que su agresión o su rabia han dañado a la madre, se le despierta el deseo de restaurarla y aparecen los impulsos reparadores.
La realidad es mucho más compleja y menos lineal. De manera que la plena satisfacción de los deseos, aun en el caso de que pudiera conseguirse, no es suficiente para convertirnos en seres bondadosos y pacíficos. 

La agresividad forma parte de nuestra naturaleza y tiene una función, y no se trata de suprimirla, sino de encauzarla por unos márgenes en que pueda expresarse y cumplir sus funciones necesarias para la especie y también para el individuo, sin ocasionar daños irreparables.
 
Rof Carballo nos hace notar cómo la lucha por la constitución de la propia identidad es uno de los principales campos de batalla donde se manifiesta la agresividad. Asímismo, destaca el aspecto invasor y opresivo de una ternura demasiado envolvente, que despierta el rechazo y el impulso defensivo. Podemos verlo en la relación madre e hijo, cuando la absoluta incondicionalidad materna lleva al infante a hacer cosas cada vez más provocativas para lograr separarse de ella, pero también podemos verlo en las relaciones adultas, sobre todo en la pareja, donde el "impulso fusional" se quiebra cuando aparece la necesidad de defender la propia identidad. De nuevo, el difícil equilibrio entre el amor y la libertad. 

El niño, y posteriormente el adulto, necesita que la madre sea buena para poder permitirle ser malo y explorar este aspecto con la certeza de volver a ser acogido luego, de ser perdonado. Pero también necesita una madre un poco mala, para poder relativizar su culpa. Si la madre es absolutamente buena y generosa, perfecta... ¿Cómo justificar los sentimientos del bebé? Van a aparecer inevitablemente y deben ser reparados ante una madre real que pueda, poco a poco "desilusionar" poco a poco a la criatura. Se trata de ser una "madre suficientemente buena", sin intensos esfuerzos por ser perfecta.

Carmen Durán: "El sentimiento de culpa". Kairós. Gestáltica y formación psicoanalítica.
Rodrigo Córdoba Sanz. Psicoterapia Integradora.
Este texto mantiene las tesis de Melanie Klein, Winnicott y otros autores psicoanalistas de niños. También tiene fuentes de otras corrientes, armando un texto excelente por su claridad. Una virtud cuando se trata de "psicología profunda".
El psicoanálisis y el Sentimiento de Culpa 1958. LINK: Winnicott. Psicoanálisis y Sentimiento de Culpa

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