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Paz y Ciencia

miércoles, 19 de octubre de 2016

Entrando en la mente del asesino serial



Se trata de entrar en la esencia del mal. La definición comúnmente aceptada de serial killers es una persona que ha matado en tres ocasiones y lugares diferentes. 
Por suficiente debe entenderse que no sean muertes simultáneas, sino espaciadas en intervalos que pueden ir desde varias horas hasta días, meses e incluso años. 
La definición fue elaborada por el Departamento de Ciencias de la Conducta del FBI, para distinguir entre los asesinos múltiples (mass murderer), aquel que mata a cuatro personas en un solo acto de violencia y en un mismo escenario, de los asesinos en serie (serial murderer).

Así, la masacre desde Columbine, la Escuela de Secundaria de Colorado donde el 20 de abril de 1999 Eric Harris y Dylan Klebod, de 18 y 17 personas de edad, mataron a tiros a 15 personas e hirieron a otras 24 pertenece a la primera categoría, mientras que los cinco asesinatos oficiales en serie cometidos por Jack el destripador, entre agosto y noviembre de 1880 en el londinense barrio de Whitechapel, se encuadran en la segunda. 

Si recordamos la película El silencio de los corderos, Jodie Foster entra en las oficinas del Departamento de Ciencias de la Conducta, hoy rebautizado como unidad de apoyo investigativo (BSU). Nació en 1974 y todavía no sabían el alcance de estos psicópatas o locos psicópatas (cuando existe una psicosis u otro trastorno de personalidad).

Afortunadamente, en Europa la percepción ante estos criminales comienza a modificarse. 
La aparición del psicoanálisis (Freud y Jung), pondrá el acento en la 
mente humana. Los hechos delictivos no son realizados por licántropos (como Romasanta en España, 1853) sino por el propio individuo, por su mente. Es un avance muy importante, pero en cierta medida aún inmaduro, ya que los asesinos en serie son considerados locos, enfermos mentales, lo que pronto veremos no es cierto en la mayoría de los casos.

El primero en estudiar específicamente en 1886 fue Richard Krafft-Ebing autor de Psychopatia Sexualis. Este famoso psiquiatra en la época tuvo la oportunidad de examinar al italiano Vincent Verzeni, que bebía la sangre de sus víctimas, síntoma de locura para sus colegas, Krafft-Ebing constató que en ningún momento el detenido había perdido el control sobre sus actos y que era el móvil sexual lo que le había llevado a matar, demostrando una premeditación no compatible con un estado de locura:

"Tan pronto como sujetaba a la víctima  por el cuello experimentaba una excitación sexual. Le daba exactamente igual que las mujeres fueran viejas o jóvenes, feas o hermosas, para sentirse excitado. Por lo general le satisfacía el simple hecho de presionarles la garganta y las dejaba vivir. En los dos casos de asesinato la satisfacción sexual se demoró en llegar y siguió apretando hasta que murieron. Este acto de estrangulamiento le proporcionó una gratificación superior a la de una masturbación".
Hay quien mantiene la tesis de relación entre psicosis y psicopatía. 
La psicopatía es una enfermedad mental grave que consiste en la pérdida de conexión con la realidad, que se basa en alucinaciones y delirios. El psicótico puede llegar a no distinguir el bien del mal, llevando al enfermo a no tener contacto de sus actos. 
No todos los psicóticos son peligrosos, la mayoría no lo son, la mayoría de ellos no lo son. 
Sin embargo, algunos se convierten en asesinos. Lo que sucede con los enfermos mentales es que en los medios de comunicación nos transmiten los actos reprobables y especialmente crueles. El espectador aprende que son personas con las que es mejor no tratar. 
Richard Trenton Chase, ejemplo del perfecto asesino psicótico, tenía que matar para regenerar su sangre que estaba convirtiéndose en polvo. De niño mataba a los animales y los descuartizaba y quemaba.



Janire Rámila: "Depredadores Humanos. El oscuro universo de los asesinos en serie".
Rodrigo Córdoba Sanz. Experto en trastornos de Personalidad.

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