A lo largo de nuestra vida, las cuerdas que más intensamente brillan en nuestro interior, son las personas, sin duda, las del amor y desamor, las del apego y la pérdida, las de los movimientos expansivos del corazón y sus contrarios de retracción.
Bailando al son de sus compases experimentamos plenitud o vacío, enorme dicha o el hielo de la desazón y la destemplanza. Así somos: necesitados y gregarios.
Un anhelo no siempre completamente satisfecho y persistente en los seres humanos es vivir en el amor con un otro significativo, o, mejor, con muchos otros significativos. Nuestros familiares directos o indirectos, compañeros de trabajo, maestros, alumnos, pacientes...
Es imposible imaginar un castigo mayor para un ser humano que el de la soledad y el desamor.
Schopenhauer afirmaba que la mayor crueldad y el mayor castigo concebibles para el hombre sería ser invisible e inmortal al mismo tiempo. Suena terrible e inhumano.
Joan Garriga: "El buen amor en la pareja".
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