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Paz y Ciencia

jueves, 27 de octubre de 2016

Oliver Sacks: Musicofilia



Oliver Sacks, recientemente fallecido, su obra siempre estará vigente.

Afirma que "somos una especie tan lingüística como musical", y aunque el fenómeno de la música sea complejo, también es susceptible de distorsiones y enfermedades. Pues no sólo nos eleva a grandes alturas emocionales o actúa de acicate de la memoria, sino que puede sumirnos en la depresión o empujarnos a comportamientos obsesivos. 

El autor examina la relación con la música de gente corriente o músicos profesionales, para arrojar luz sobre ese fenómeno que tanto domina nuestras vidas y del que sabemos muy poco.
A través de fenómenos como la "amusia", el hipermusical síndrome de Williams, las alucinaciones, los perjuicios de la fijación con el iPod y el móvil o la música como inspiradora de terror, Sacks elabora un lúcido análisis de la identidad y de cómo la música es un factor clave para crearla, ya sea de una manera patógena o como un agente enormemente positivo para tratar el Parkinson, la demencia o el Síndrome de Tourette. 

En este libro en el que asoman personalidades como el Che Guevara o Ulysses S. Grant, Sacks se revela de nuevo como un espléndido narrador, como una incomparable intuición para el detalle y una excepcional empatía  hacia unos personajes que, pese a su extravagancia inicial, acaban expresando esa humanidad oculta bajo sus extraños síndromes.
Y todo ello, con el humor, la erudición y la vastísima cultura científica y humanista a que nos tiene acostumbrados. 

Prácticamente para todos nosotros, la música ejerce un enorme poder, lo pretendamos o no y nos consideremos o no personas "musicales". Esta propensión a la música, esta "Musicofilia", surge en nuestra infancia, es manifiesta y fundamental en todas las culturas, y probablemente se remonta a nuestros inicios como especie. 

Es posible que su desarrollo o su forma vengan determinadas por la cultura en que vivimos y por las circunstancias de nuestra vida, o por nuestros talentos o debilidades individuales, pero está tan arraigada en la naturaleza humana que uno la consideraría algo innato, tan innato como es, para E. O. Wilson la "biofilia", nuestra afinidad con las cosas vivas. (A lo mejor la Musicofilia es una forma de biofilia, puesto que la música se percibe casi como algo vivo).



"Sacks ve en la música un terreno abonado para hablar de desórdenes neurológicos. Por un lado, se nos muestra la música como pesadilla y, por otro, su capacidad sanadora o terapéutica" (A. Lozano, La Vanguardia)".

"Leer el libro de Oliver Sacks es como asistir a un concierto de la Novena de Beethoven. Igual que la Oda a la alegría, Musicofilia se revela desde los primeros compases como una obra madura, recopilatoria, casi testamentaria, unas páginas que el melómano puede redescubrir una y otra vez, mientras el debutante se verá abocado a un abismo de sabiduría y emoción". (Oriol Saladrigas, El Periódico).




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