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Paz y Ciencia

domingo, 30 de octubre de 2016

Castilla del Pino nos deslumbra con un libro de un brillante colega

CARLOS CASTILLA DEL PINO



Como lector me he hecho tres preguntas desde las primeras páginas de este libro: ¿de qué trata? ¿qué nos dice? ¿qué nos propone? En apariencia, en esta colección de ensayos se discuten temas distintos. Pero el lector comprobará que tienen todos un fondo común, al que me he de referir en seguida.
Desde la primera a la última página es un texto polémico, y la última pregunta sería ésta: ¿contra qué se dirige el libro? Una vez que la lectura finaliza aparecen las respuestas.

Estas páginas se refieren al sujeto, al yo, conceptos ambos tan "sólidamente" constituidos en el pensamiento occidental que hay que esperar a los inicios de la posmodernidad para que otros coneptos, adheridos a ellos (como individuo, persona, identidad, personalidad, carácter y modo de ser), sean también cuestionados. En efecto, esta serie de conceptos tiende a ofrecernos la idea de que la estructura del ser humano, en lo que tiene de tal, que es su estructura mental, está tan sólidamente estatuida como la mano, el pie, el aparato digestivo o el conjunto cardiopulmonar.

Pareciera como si a la pregunta de quién es cada cual pudiera responder con unas cuantas palabras (por ejemplo, con el nombre y los apellidos).
El lenguaje y luego la gramática han contribuido a la petrificación de estos conceptos: los pronombres personales son necesarios en las lenguas de estirpe indoeuropea.

Todos estos conceptos han de ser discutidos y replanteados porque constituyen un obstáculo epistemológico y una fuente de confusión. En el ámbito de las ciencias humanas no se pueden usar alegremente -a veces, además con sinónimos- "sujeto", "yo", "persona" "individuo", vocablos que tienden a ofrecernos estructuras fijas, cristalizadas y, por tanto, definibles como "cosas", cuando son en verdad versátiles. Una teoría actualizada de este conjunto de vocablos debe hacer compatible la entropía tendente a cero (fixismo) con la entropía, cada vez mayor que le impone la actuación en la realidad (versatilidad).

Una solución sería, a mi manera de ver, la consideración del sujeto como un sistema posibilitador de n-yoes para su actuación en n-contextos concretos y determinados de elevada versatilidad. Con otras palabras, un sistema que permite la adaptación a las situaciones tan varias de la realidad para su ulterior inserción y transformación (a veces radical). La identificación de ambos, considerar sinónimos uno y otro, está en el fondo de la confusión y es lo criticable. El sujeto es un sistema y cada manera de mostrarse en la realidad de fuera o para sí mismo es un yo, que el sujeto construye porque le sirve y deconstruye cuando no le sirve. 

El sujeto necesita adaptarse a la realidad y sus maneras de adaptación las construye de acuerdo a la percepción e interpretación del contexto, y de él en su relación con dicho contexto, y de él en su relación con dicho contexto, y de él en su relación con dicho contexto. Pero hay, además, otra cuestión que no puedo más que insinuar: ¿por qué diferenciar el sujeto del contexto actual cuando el sujeto es un elemento más de él? [...]

Prólogo al libro de Guillermo  Rendueles Olmedo. Colección de Fenomenología y Psicoterapia. Fundación Benito Feijoo. Colecciones KRK. Delirema.


GUILLERMO RENDUELES OLMEDO

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