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Paz y Ciencia

sábado, 29 de octubre de 2016

Noam Chomsky: Apuntes sobre el Anarquismo



En la década de 1890 un escritor francés simpatizante del anarquismo escribió: "el anarquismo  tiene anchas y robustas espaldas y, como el paño, es capaz de soportar cualquier carga", incluida la de ciertos militantes que hacen más daño a la causa que "su peor enemigo". 

Ideas y prácticas calificadas de "anarquistas" las ha habido de todas clases, sería inútil tratar de encuadrar todas estas tendencias divergentes en el marco de una ideología o teoría general. 

Y aunque procediéramos a extraer de la historia del pensamiento libertario una tradición viva, en permanente evolución, como hace Daniel Guérin en L'Anarchisme, sería arduo formular sus doctrinas como una teoría específica y determinada de la sociedad y el cambio social. El historiador anarquista Rudolf Rocker, cuya obra ofrece un análisis sistemático de la deriva del pensamiento anarquista hacia el anarcosindicalismo similar a Guérin, pone el dedo en la llaga cuando escribe lo siguiente: "El anarquismo no es un sistema social fijo, hermético, sino una tendencia manifiesta en la evolución histórica de la humanidad, que, a diferencia de la tutela intelectual que ejercen las Instituciones eclesiásticas o gubernamentales, aspira al desarrollo libre y expedito de todas las fuerzas sociales e individuales del hombre. 

Ni siquiera la libertad es un concepto absoluto, es sólo relativo, pues tiende a expandirse sin cesar y alcanzar ámbitos cada vez más amplios de las formas más diversas.
Para el anarquista, la libertad no es un concepto filosófico abstracto, sino la posibilidad concreta y fundamental que tiene cada ser humano de desarrollar plenamente las facultades, capacidades y talentos que les concede la naturaleza y ponerlos al servicio de la sociedad. Cuanto menos interfiera en este desarrollo natural del hombre el control eclesiástico o político, tanto más eficaz y armoniosa llegará a ser la personalidad humana y mejor muestra dará de la cultura intelectual de la sociedad que la ha engendrado".

Cabría preguntarse qué interés puede tener el estudio "de una tendencia manifiesta en la evolución histórica de la humanidad" en el que no encuentra expresión ninguna teoría social concreta y pormenorizada. En efecto, muchos comentaristas desdeñan el anarquismo, calificándolo de ideal utópico, informe, primitivo y, en todo caso, incompatible con las realidades de una sociedad compleja. Sin embargo, nada impide adoptar una perspectiva muy distinta y afirmar que,  en cada estadio de la historia, nuestro propósito debería ser erradicar aquellas formas de autoridad y opresión originarias que si bien en su momento pudieron tener una justificación por motivos de seguridad, supervivencia o desarrollo económico, en la actualidad agudizan la miseria material y cultural en lugar de contribuir a paliarla.
Para Rocker: "el desafío que nos plantea nuestra época es el de liberar al hombre de la lacra de la explotación económica y la esclavitud política y social", y la solución no reside en la conquista y el ejercicio del poder estatal ni en un parlamentarismo embrutecedor, sino  "en la reconstrucción de la vida económica de los pueblos desde la base y el espíritu del socialismo".

"Más sólo los productores están capacitados están capacitados para ello, pues son el único estamento social creador de valor a partir del que puede surgir un porvenir. A ellos corresponde despojar al trabajo de los grilletes que le ha impuesto la explotación económica, liberar a la sociedad de todos los mecanismos e instituciones del poder político y abrir camino hacia una alianza de agrupaciones libres de hombres y mujeres basadas en el trabajo cooperativo y en una administración en interés de la comunidad. Preparar a las masas trabajadoras de la ciudad y el campo para este gran objetivo y utilizarlas en una fuerza militante, tal es el verdadero propósito del anarcosindicalismo moderno, ésa es cabalmente su misión".

En cuanto socialista, Rocker da por sentado que "la auténtica, definitiva y la completa liberación de los trabajadores sólo es posible bajo una condición: la apropiación del capital, esto es, de las materias primas y los medios de producción, incluida la tierra, por parte del conjunto de los trabajadores".
En cuanto anarcosindicalista, insiste además en que el periodo prerrevolucionario las organizaciones obreras engendran "no sólo las ideas, sino también, la realidad del porvenir", encarnando la estructura de la sociedad futura, y aguarda esperanzado la llegada de la revolución que abolirá el aparato estatal y expropiará a los expropiadores.
"En lugar de gobierno, proclamamos la administración industrial".


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