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Paz y Ciencia

jueves, 27 de octubre de 2016

George Orwell en España



"Había ido a caer, más o menos por azar, en la única comunidad de más envergadura en Europa occidental donde la conciencia política y el rechazo del capitalismo eran más normales que lo contrario. 

Allí, en Aragón (mi querida Tierra -Rodrigo Córdoba Sanz)) me hallaba entre decenas de miles de personas - la mayoría de ellas de origen proletario, aunque no todas - que vivían y se trataban en términos de igualdad. En teoría era una igualdad perfecta, y ni siquiera en la práctica distaba mucho de serlo

En cierto sentido, se podría decir que era un anticipo del socialismo, pues la mentalidad predominante era socialista. Muchas de las pautas corrientes del mundo civilizado (la ostentación, la avaricia, el miedo a los patrones, etc) habían dejado de existir. La división de clases había desaparecido hasta tal punto que ahora, respirando estos aires mercantiles de Inglaterra, me resulta casi inconcebible, allí no había más que campesinos y milicianos, y nadie era el amo de nadie. Desde luego, semejante estado de cosas no podía durar. Era sólo una fase transitoria y localizada del formidable juego político que se desarrollaba a lo largo y ancho del planeta. Sin embargo, duró lo bastante como para dejar huella en todos lo que la vivimos. 

Por mucho que nos quejáramos entonces, más tarde comprendimos que habíamos asistido a un acontecimiento único, precioso: habíamos formado parte de una comunidad en la que la esperanza era más habitual que la apatía o el cinismo, donde la palabra "camarada" aludía en efecto a la camadería y no a la hipocresía, como en el resto del mundo".

Habíamos respirado los aires de la igualdad.
George Orwell

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