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Paz y Ciencia

miércoles, 19 de octubre de 2016

Enamoramiento, elección, compromiso, entrega


JOAN GARRIGA

Cuando dos personas se encuentran en las arenas amorosas, se atraen y se sienten tocadas por una gracia especial, se abren a un movimiento maravilloso, a un ferviente anhelo de vivir. 

A menudo se sienten incontrolables  y ciegamente movidas hacia el otro y por el deseo del otro.
Es un estado de gracia y de apertura donde todo brilla. Un estado que muchas personas desearían permanentemente, pero que no tiende a durar, pues en realidad para muchas personas el enamoramiento  suele suponer una intensa proyección de sus anhelos más queridos y secretos.
La mayoría de las veces, enamorarse significa: "Me mueves mucho, pero te veo poco". Es decir, veo poco lo que en realidad eres, y veo mucho lo que en realidad deseo ver.
Dicho más claro: en el enamoramiento no vemos a la otra persona tal cual es, sino como anhelamos y esperamos que sea. Y, aunque sea de forma inconsciente, albergamos la secreta esperanza de que, a través del otro, los asuntos no resueltos de nuestra infancia o de nuestra familia de origen encontrarán un camino y quizá una solución. 

En el enamoramiento entran en juego de manera inconsciente  complejos mecanismos de reconocimiento
del otro y de la atracción que sentimos hacia el otro, que guardan resonancia con nuestra historia o sistema familiar de origen, además de representar una oportunidad concreta para la unión y para disparar nuestras flechas creativas al torrente sanguíneo de la vida. 

Seguramente también es cierto que en el enamoramiento se produce una apertura y una inspiración inigualables en las que podemos percibir la profunda belleza del ser del otro, y verlo lleno de sus dones y talentos.

"Veo en ti mis anhelos, mis expectativas, el deseo de que algo cubra, rellene y complete aquelló que no se completó en mi pasado afectivo".

Después del enamoramiento procede una elección y cambio de orientación. Se trata de plantear los "cómos", esto es, la relación de la pareja deja de ser un movimiento incontrolable. Junto a la elección, hay una aceptación: "Te tomo de esta manera, con tu historia, con tu pasado, tus orígenes, tus vínculos anteriores, tus hijos, etcétera, te tomo con tus valores, temores, estilo afectivo, y te quiero así".

La siguiente fase o estado de la relación se puede resumir así:
"Ahora, nuestro amor, nuestro vínculo y lo que hemos creado en común tiene más fuerza y más peso que nuestras parejas anteriores y que nuestra familia de origen".

Este nuevo sistema tiene ahora prioridad. Y entonces, la pareja empieza a hacer las cosas con la entrega. una manera propia, diferente de la manera de la familia de cada uno, y crea una realidad propia, diferente de la manera de la familia de cada uno, y crea una realidad propia que tiene más peso que las familias de origen. Es decir, se sueltan sus lealtades y ataduras con los anteriores y se abren a un movimiento propio y creativo en su pareja.
Algunas personas son visitadas por una fuerza superior aún más grande que el compromiso.


Joan Garriga: "El buen amor en la pareja".

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