JOAN GARRIGA
Cuando dos personas se encuentran en las arenas amorosas, se atraen y se sienten tocadas por una gracia especial, se abren a un movimiento maravilloso, a un ferviente anhelo de vivir.
A menudo se sienten incontrolables y ciegamente movidas hacia el otro y por el deseo del otro.
Es un estado de gracia y de apertura donde todo brilla. Un estado que muchas personas desearían permanentemente, pero que no tiende a durar, pues en realidad para muchas personas el enamoramiento suele suponer una intensa proyección de sus anhelos más queridos y secretos.
La mayoría de las veces, enamorarse significa: "Me mueves mucho, pero te veo poco". Es decir, veo poco lo que en realidad eres, y veo mucho lo que en realidad deseo ver.
Dicho más claro: en el enamoramiento no vemos a la otra persona tal cual es, sino como anhelamos y esperamos que sea. Y, aunque sea de forma inconsciente, albergamos la secreta esperanza de que, a través del otro, los asuntos no resueltos de nuestra infancia o de nuestra familia de origen encontrarán un camino y quizá una solución.
En el enamoramiento entran en juego de manera inconsciente complejos mecanismos de reconocimiento del otro y de la atracción que sentimos hacia el otro, que guardan resonancia con nuestra historia o sistema familiar de origen, además de representar una oportunidad concreta para la unión y para disparar nuestras flechas creativas al torrente sanguíneo de la vida.
Seguramente también es cierto que en el enamoramiento se produce una apertura y una inspiración inigualables en las que podemos percibir la profunda belleza del ser del otro, y verlo lleno de sus dones y talentos.
"Veo en ti mis anhelos, mis expectativas, el deseo de que algo cubra, rellene y complete aquelló que no se completó en mi pasado afectivo".
Después del enamoramiento procede una elección y cambio de orientación. Se trata de plantear los "cómos", esto es, la relación de la pareja deja de ser un movimiento incontrolable. Junto a la elección, hay una aceptación: "Te tomo de esta manera, con tu historia, con tu pasado, tus orígenes, tus vínculos anteriores, tus hijos, etcétera, te tomo con tus valores, temores, estilo afectivo, y te quiero así".
La siguiente fase o estado de la relación se puede resumir así:
"Ahora, nuestro amor, nuestro vínculo y lo que hemos creado en común tiene más fuerza y más peso que nuestras parejas anteriores y que nuestra familia de origen".
Este nuevo sistema tiene ahora prioridad. Y entonces, la pareja empieza a hacer las cosas con la entrega. una manera propia, diferente de la manera de la familia de cada uno, y crea una realidad propia, diferente de la manera de la familia de cada uno, y crea una realidad propia que tiene más peso que las familias de origen. Es decir, se sueltan sus lealtades y ataduras con los anteriores y se abren a un movimiento propio y creativo en su pareja.
Algunas personas son visitadas por una fuerza superior aún más grande que el compromiso.
Algunas personas son visitadas por una fuerza superior aún más grande que el compromiso.
Joan Garriga: "El buen amor en la pareja".
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