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Paz y Ciencia

domingo, 9 de octubre de 2016

Conducta autolesiva en el TLP



Las amenazas e intentos de suicidio recurrentes y la conducta autolesiva (cortarse la piel, a menudo las muñecas) de los pacientes con TLP se consideran, en general, como conductas manipuladoras para lograr cambios en su entorno ó reducir la ansiedad, la rabia o el sentimiento de vacío, sin embargo, el 10 de esta población muere por suicidio. La gran mayoría de los intentos suicidas ocurren en episodios de intoxicación o de abstinencia por el uso de alcohol y drogas. Esto obliga a que los equipos de  siempre cuenten con expertos en evaluar el riesgo suicida y en el manejo de intentos y de abuso de alcohol y las drogas. Los intentos suicidas leves y los cortes en la piel sí se presentan como intentos de solución de conflictos interpersonales con sus parejas románticas ó sus padres ó para colmar afectos negativos intensos.

Un estudio sobre 113 pacientes con TLP que habían realizado varios intentos suicidas mostró las siguientes características principales. En 44 sujetos, los intentos fueron de alta letalidad y en 69, de baja letalidad. En el primer grupo, 16 eran hombres y 28 mujeres; y en el segundo fueron 16 y 53 respectivamente. Los sujetos de alta letalidad eran de mayor edad, con hijos, con poca escolaridad y de inferior clase socioeconómica que los de baja letalidad. El primer grupo sufría de tasas más altas de depresión mayor, trastorno antisocial de la personalidad e historia familiar de abuso de alcohol y drogas. Estos mismos pacientes reportaron mayor deseo de morir, mayor número de intentos a lo largo de la vida y más hospitalizaciones con estancias más largas que los sujetos del grupo de baja letalidad. Según este estudio, la categoría de alta letalidad se puede predecir por bajo nivel socioeconómico (tal vez porque tienen menos acceso a la psicoterapia), comorbilidad con trastorno antisocial de la personalidad, antecedentes de múltiples tratamientos psiquiátricos y alto deseo de morir.

En la práctica clínica, la mejor manera de evaluar el riesgo suicida es a través de una exploración sistemática, en todos los casos de existencia de ideas, planes y acopio de material suicida, la intensidad del deseo de morir o de manejar ambientes y sentimientos intolerables, el grado de desesperanza y la fortaleza de la relación terapéutica. Una guía sencilla es el considerar que en el riesgo y la letalidad aumenta en relación directa a la gravedad del trastorno límite, en especial de la impulsividad; la presencia de intoxicación o abstinencia de alcohol y drogas ó de confusión mental con alucinaciones o ideas delirantes; la ausencia de apoyo familiar y social y la debilidad de la relación terapéutica. En todos los casos, la contratransferencia e intuición del terapeuta son la clave para realizar las intervenciones necesarias como hospitalización, medicación, terapia individual y familiar y otros medios.

Rodrigo Córdoba Sanz. Psicólogo y Psicoterapeuta.

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