"Algunas personas están menos preparadas para soportar el fracaso que otras". Esto lo dijo el famoso asesino Ted Bundy, el asesino en serie norteamericano por excelencia, fue el responsable del asesinato de doce jóvenes a mediados de 1970. En el juicio declaró haber leído demasiada pornografía y que "una entidad maligna" había usurpado su conciencia. Fue ejecutado en el Estado de Florida.
Este es un claro ejemplo de una "persona" con un trastorno de personalidad llamados psicópatas.
Robert Hare, titula "Sin conciencia", un libro referente.
En la introducción al libro "La mente criminal", Garrido nos explica la radical incapacidad para reconocerse como parte del género humano.
Bundy se refería al fracaso en las expectativas, todas ellas relacionadas con el prestigio o el dinero. Él estaba muy decepcionado desde niño porque no había crecido en una familia rica. Sin embargo otros asesinos matan por tener más dinero del que ya tienen, o por probar que son seres superiores.
La tesis de Vicente Garrido es que, con independencia del motivo, en todos los casos hay un auténtico denominador común, una razón primigenia:
"el asesino quiere ser otra persona, alguien capaz de influir en otras personas y su ambiente, una influencia que le provoque una nueva identidad. Esa identidad es algo de consumo personal, que le otorgue un poder más satisfactorio que cualquier experiencia que pueda tener. Para él, el yo asesino se convierte en la persona que realmente es, mientras que la identidad externa le sirve para pasar desapercibido.
A diferencia del homicida común, el asesino en serie elige generalmente víctimas desconocidas. Éste es el punto en que la policía empieza a tener problemas, ya que el rango de posibles autores se amplía considerablemente. Sin embargo, es en la propia repetición del homicidio - necesaria para la nueva identidad privada que el autor quiere lograr - donde se encuentra su mayor debilidad, puesto que cada nuevo asesinato es una nueva oportunidad para que la policía le detenga.
En realidad, las expresiones ciencia forense y criminalística, Garrido las entiende como sinónimas. Los éxitos de la ciencia forense frente al asesino en serie siempre son tardíos: por su propia definición, estos ya han matado anteriormente, de ahí que los investigadores sólo puedan aspirar a detenerlos antes de que la cuenta de cadáveres aumente.
David Berkowitz escribió a su psiquiatra, el prestigioso psicoanalista Sabiduría Abrahamsen:
"Siempre fantaseo cosas perversas que son parte de mi vida. Siempre seré un pervertido mental por las cosas sexuales que pienso. Sin embargo, casi todo el mundo es como yo, porque no paran de cometer esos actos sexuales pervertidos en su imaginación día tras día. Siempre estoy pensando en la violencia, y creo que sólo un monje, quizás, podría eliminar esos deseos y pensamientos. Sin embargo, lo que pretendo es madurar hasta tener un profundo respeto por la vida humana y un mayor respeto y aprecio hacia la humanidad".
Este testimonio indica dos cosas:
1. La pulsión o energía sexual que está detrás de la mayoría de los asesinos en serie, como motivación subyacente, sea o no un crimen sexual.
2. La segunda nota que Garrido destaca para el lector de la psicología de los asesinos en serie es el carácter de compulsión, de tensión interna para cruzar el límite y matar, no obstante eligen el mejor momento para matar.
"La buen gente no suele sospechar de los demás: no pueden imaginarse al prójimo haciendo cosas que ellos son incapaces de hacer, normalmente aceptan como explicación lo menos extraordinario y ahí acaba todo. Por otro lado, la gente normal se inclina por ver al psicópata con un aspecto tan monstruoso como su mente, pero no hay nada más lejos de la realidad [...] Esos monstruos de la vida real suelen tener un aspecto y un comportamiento más corriente que sus hermanos y hermanas normales, presentan una imagen más virtuosa más convincente que la virtud misma, de la misma manera que una rosa de cera o un melocotón de plástico parecen más perfectos al ojo que el original que les ha servido de modelo".
William March, "The nada seed"
Vicente Garrido: "La mente criminal".
Robert Hare: "Sin conciencia"
No hay comentarios:
Publicar un comentario