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Paz y Ciencia

lunes, 3 de octubre de 2016

El Acoso Moral: Hirigoyen, unas pinceladas



Las agresiones se derivan de un proceso inconsciente de destrucción psicológica, formado por acciones hostiles evidentes u ocultas, de uno o de varios individuos, hacia un individuo determinado, cabeza de turco en el sentido propio del término. Efectivamente, por medio de palabras aparentemente anodinas, de alusiones e insinuaciones o de cosas que no se dicen, es posible desestabilizar a alguien, o incluso destruirlo sin que su círculo de allegados llegue a intervenir. Los agresores, de este modo, se engrandecen a costa de rebajar a los demás. 
Si no hay culpa, no hay sufrimiento. 

Esto es perversión moral aunque los psicoanalistas, que no hacen juicios de valor, vean el supuesto masoquismo de las víctimas. En realidad son perversos y no podemos relativizar el problema con un simple trastorno de personalidad. 

La destrucción moral existe desde siempre, la oculta de las familias, la empresa, etcétera. Hoy en día, en España tenemos leyes que gobiernan el trabajo donde no se concibe para nada la protección a las personas acosadas, se oculta y las bajas se penalizan. El fenómeno ahora se está haciendo realidad en los medios de comunicación.


Con frecuencia, los terapeutas, en nuestra práctica clínica, somos testigos de historias de vida en las que la realidad exterior no se distingue claramente de la realidad psíquica. Lo que llama la atención en todos estos relatos de sufrimiento es la repetición. Lo que cada cual veía singular lo comparten, de hecho, muchas personas.

Los detalles de estos actos parecen anodinos, pero su conjunto crea un proceso destructor. La víctima es arrastrada a ese juego mortífero y ella misma puede reaccionar a su vez de un modo perverso, pues cada uno de nosotros puede utilizar este tipo de relación con un objeto defensivo. Esto es lo que erróneamente conduce a hablar de la complicidad de la víctima con su agresor.
Existen individuos que tapizan su trayectoria con cadáveres o muertos vivientes. Y esto no les impide dar el pego ni parecer totalmente  adaptados a la sociedad.

Hirigoyen: "El acoso moral"

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