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Paz y Ciencia

lunes, 17 de octubre de 2016

La mala noticia: Nadie puede hacerte feliz

También hay una mala noticia, reverso de lo anterior: nadie tiene el poder de hacerte feliz.
La verdadera felicidad es la conexión con el latido de la vida.
Nadie puede hacerte feliz, nadie tiene ese poder ni nadie asume tal responsabilidad durante un tiempo infinito. Las relaciones de este modo se van erosionando.
Muchas personas fracasan cuando, pasado el espejismo provisional del enamoramiento sus miembros son incapaces de tomar y aceptar la totalidad del otro, incluida la habitual incapacidad para proveernos de felicidad y colmar todas nuestras expectativas. Otras parejas ven más allá del espejismo y consiguen vislumbrar y aceptar al otro.
La idea de que la pareja debe hacernos felices no sólo es una falacia individual, sino que pertenece a nuestro imaginario colectivo.
A través de la pareja nos sentimos acompañados y ahuyentamos la soledad, "esa conciencia trémulo que se asoma al borde del mundo para otear el frío e insondable abismo sin vida", al decir de Bertrand Russell.
Las parejas que perduran afrontan distintos ciclos vitales y retos, como la crianza de los hijos, su crecimiento, su autonomía, la muerte de los padres, la vejez, etcétera.
Cualquier terapeuta que haya trabajado con parejas y se haya sumergido en sus interioridades sabe que el campo de la pareja sea parece muy poco al paraíso romántico que muchos imaginan.
La dialéctica está entre lo real y lo ideal. Vivimos pensando que nuestras fantasías son reales palpando como la realidad dibuja su voluntad con independencia.
El amor de la pareja es un reto progresivo de amor a lo real, a lo real del otro y a lo real del otro y a lo real de aquello que la relación hace posible o nos niega, por lo menos mientras la seguimos teniendo.

Joan Garriga: "El buen amor en la pareja"
Rodrigo Córdoba Sanz

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