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Paz y Ciencia

lunes, 21 de noviembre de 2016

La Tragedia del Padre



O peor...

Despertar a la persona del goce de la repetición, de lo que no cambia, del quedarse ahí, del Thanatos freudiano. Ése es el objetivo. Despertar de una vida de repetición. Dice Fritz Perls:
"Yo hambre y agresión": Perls empezaba por señalar lo obvio: cómo la propia conservación (hambre) prevalece sobre la conservación de la especie (sexo) y cómo nuestras actitudes hacia el alimento - los esquemas de comportamiento que rodean la actividad de comer - sientan, respecto de las maneras en las que nos rodeamos con el mundo, un precedente más básico que las motivaciones sexuales, que se desarrollan después".

Crecer es pasar del temor a la experiencia, de lo viejo y primitivo (Matrix) a lo nuevo (Neo).
"La prueba consiste en crisis y observación".

Pues tal como apunto en la cita, yo creo que es el lugar-lo-femenino, la falta de lo masculino, lo no padre, o donde-no-hay-padre. "O peor...", dirá Lacán en uno de esos últimos textos al referirse a esa ausencia. Es, por tanto, el corte, la forclusión del nombre del padre. Cuando no hay función paterna (psicosis, adicción, toxicomanía, narcisismo. patológico... ).
Función paterna, que recordemos, puede ejercer tanto el Padre Biológico, la Madre Biológica. Y también cualquiera de los padres adoptivos, o, con matices- el tío, la abuela, el abuelo, etcétera. O una institución. No es un lugar, es una función. Y algo así ocurre con la función materna.

La tragedia del padre

"¿Escuchaste las lágrimas en tu voz...?  ¿Podrías bailar la timidez...?
Fritz Perls

"En el pasado, la paternidad ha contado con todo el apoyo legal y consuetudinario [...] que supondría que suponía un reconocimiento / refrendo de la posición incuestionada del poder paterno / masculino dentro y fuera de la familia. Pero, con el decaimiento del modelo del patriarcado, ha emergido la dificultad de buena parte de los padres para:

1) adaptarse a la pérdida de la autoridad absoluta y redimensionar su papel en consonancia con las reales aportaciones de ambos padres en el plano doméstico, económico, laboral y emocional, y para ser capaz de sustituir el autoritarismo con los hijos por la firmeza, 2) acomodarse a los cambios (valores, aficiones, reivindicar los derechos) que le plantean la mujer, hijos e hijas y 3) integrarse en la dinámica familiar no tanto con el mando como con la cooperación, la responsabilización, la cercanía emocional, el asesoramiento no coercitivo".

Dice una mujer, y ahora sí insisto en el género de su autora, Francesa Caregnato:

"¿Cómo se destrona a un papá de su rol? Hay muchas maneras. Cuando hay una separación o un divorcio y "gracias" y casi asegurada la custodia de los hijos, es muy frecuente que estas madres transformen el enfado y la frustración por la ruptura -especialmente si ha ocurrido por infidelidad- en venganza, poniendo a los hijos en contra de su padre. Para su mujer (el padre) nunca lo hace suficientemente bien, y hasta le resulta un estorbo. En estas circunstancias, incomprendidos y desplazados, los padres desconfían de su instinto masculino y renuncian al ejercicio afectivo de la paternidad, o la mujer prescinde de su entorno efectivo de la paternidad, o la mujer prescinde de su concurso. Así, los hijos no pueden respetarlos ni querer ser como ellos.  |...] De manera más directa o más sutil, muchas veces la mujer va pillando al hombre a un rol satélite  que va tomando cada vez más distancia. Y para decir toda la verdad, para algunos hombres alejarse o ausentarse de sus hijos es un rol muy cómodo que el de exigir su derecho paterno".

Y, otra mujer, María Calvo:

"En este clima intenta sobrevivir toda una generación de padres que no saben muy bien cómo desenvolverse en una sociedad que los obliga a tergiversar su masculinidad y no les permite disfrutar de su paternidad en plenitud  [...] Hay matrimonios en el que la mujer exige al padre que se comporte como una "madre bis", lo cual no tiene sentido. La manera en que lo hacen los padres no es equivocada, es que no lo hacen de manera femenina. Nosotras somos las que, en ocasiones, les ponemos los les ponemos límites. Hay madres que renuncian a trabajar, a ir al gimnasio, a quedar un día con amigas porque piensan que sus maridos no van a cuidar bien a sus hijos. Sin embargo, si saben hacerlo, la cuestión es que no lo hacen como ellas quieren, sino desde su enfoque masculino, con su propio estilo paternal las mujeres a veces somos demasiado exigentes, y este modelo de madre dominante perjudica al niño porque los desequilibra en su desarrollo.

Albert Rams: "Ser padre hoy. Terapia Gestalt y Paternidad". Plataforma Actual. 2016. Barcelona

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