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Paz y Ciencia

martes, 3 de marzo de 2020

Comunicación





[...] Cabe suponer que el intento de no comunicarse puede existir en cualquier otro contexto en que se desea evitar el compromiso inherente a toda comunicación. Una situación típica de esta clase es un encuentro entre dos desconocidos, uno de los cuales quiere entablar una conversación y el otro no, por ejemplo, dos pasajeros en un avión que comparten un asiento. Supongamos que el pasajero A es el que no quiere hablar. Hay dos cosas que no puede hacer: no puede abandonar físicamente el campo y no puede no comunicarse.

La pragmática de este contexto comunicacional se así limitada a unas pocas reacciones posibles:

1) Rechazo de la comunicación. El pasajero A puede hacer sentir al pasajero B, en forma más o menos descortés, que no le interesa conversar. Puesto que ello es reprobable desde el punto de vista de la buena educación, se necesita valor para hacerlo y da lugar a un silencio más bien tenso e incómodo, de modo que, de hecho, no se ha evitado una relación con B.

2) Aceptación de la comunicación. El pasajero A terminará por ceder y entablar conversación. Probablemente se odiará a sí mismo y a la otra persona por su propia debilidad, pero esto no nos interesa. Lo significativo aquí es que no tardará en comprender la sabiduría de la norma militar según la cual "en caso de ser capturado proporcione sólo su nombre, rango y número de identificación"...

3) Descalificación de la comunicación. A puede defenderse mediante la importante técnica de la descalificación; esto es, puede comunicarse de tal modo que su propia comunicación o la del otro queden invalidadas. Las descalificaciones abarcan una amplia gama de fenómenos comunicacionales, tales como autocontradicciones, incongruencias, cambios de tema, tangencializaciones, oraciones incompletas, malentendidos, estilo oscuro o manierismos idiomáticos, interpretaciones literales de la metáfora e interpretación metafórica de las expresiones literales, etcétera.

4) El síntoma como descalificación. Por último, hay una cuarta respuesta del pasajero A puede emplear para defenderse contra la locuacidad de B: puede fingir somnolencia, sordera, borrachera, ignorancia del idioma, o cualquier otra deficiencia o incapacidad que justifique la imposibilidad de no comunicarse. En todos estos casos, entonces, el mensaje es el mismo: "A mí no me molestaría hablarle, pero algo más fuerte que yo, de lo cual no puede culpárseme, me lo impide".

Rodrigo Córdoba Sanz. Psicólogo y Psicoterapeuta. Nº Col.: A-1324
Tfno.: (+34) 653 379 269
Instagram: @psicoletrazaragoza
Página Web: www.rcordobasanz.es

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