PEACE

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Paz y Ciencia

lunes, 11 de febrero de 2013

La vida -su esencia y propósito- es un enigma: difícil, pero no insondable. Con nuestro pensamiento progresivo, diariamente resolvemos algunos de sus secretos. Las herramientas minuciosa y científicamente calculadas de esta época moderna son, en verdad, destacables. Los abundantes descubrimientos de la física nos brindan meritoriamente una visión más clara de las formas en que puede mejorarse la vida. Pero a pesar de todos nuestros dispositivos, estrategias e inventos, parece que aún somos juguetes en las manos del destino y tenemos un largo camino que recorrer antes de poder independizarnos del dominio de la naturaleza.
Sin duda alguna, permanecer constantemente a merced de la naturaleza no es libertad. Nuestras mentes entusiastias quedan bruscamente embargadas por una senssación de desamparo cuando somos víctimas de inundaciones, tornados o terremotos; o cuando, aparentemente sin motivo alguno, la enfermedad o los accidentes nos arrebatan a nuestros seres queridos. Entonces nos damos cuenta de que, en verdad, no hemos logrado mucho. Pese a todos los esfuerzos que realicemos por modelar la vida según nuestros designios, siempre habrá en este planeta ciertas condiciones -infinitas y guiadas por una Inteligencia desconocida, no sujetas a nuestra iniciativa- que permanecen fuera de nuestro control. A lo sumo, tan solo podemos trabajar y efectuar algunas mejoras. Sembramos el trigo y elaboramos la harina, pero ¿quién creó la semilla original? Comemos el pan que amasamos con esa harina, pero ¿quién hizo posible que lo dirigiramos y asimilemos?
A pesar de todos los esfuerzos humanos, en cada compartimiento de la vida parece haber una inevitable dependencia con respecto a la Divinidad, sin la cual no podríamos subsistir. Incluso con todas nuestras certidumbres, aun así debemos soportar una existencia incierta, pues no sabemos cuándo nos va a fallar el corazón. De ahí la necesidad de poder confiar, sin temor alguno, en nuestro verdadero Ser inmortal y en la Suprema Deidad, a cuya imagen fue creado ese Ser: una fe que actúe sin egoísmo y que avance feliz, sin miedo ni limitaciones.
Practica una estrategia absoluta y sin reservas a ese Poder Superior. No importa que hoy adoptes la resolución de que eres libre e indómito, y que mañana puedas contraer la gripe y te encuentres miserablemente enfermo. ¡No desfallezcas! Ordena a tu conciencia que permanezca firme en su fe. La enfermedad no puede continaminar al Ser Interior.

No te comportes como un ser mortal y apocado. ¡Eres un hijo de Dios!

Estás hecho a su imagen. Ni las piedras, ni los obuses, ni las ametralladoras, ni las bombas atómicas pueden herirte o vulnerarte. Recuerda: el mejor refugio se halla en el silencio de tu alma. Si logras descubrir ese silencio, nada en el mundo será capaz de dañarte [...]
Podrás permanecer imperturbable aun en medio del estrépito de mundos en colisión.
Debes poner tu corazón en Dios. Cuanto más busques la paz en Él, tanto más consumirá esa paz todas tus preocupaciones y sufrimientos.
Paramahansa Yogananda.

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