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Paz y Ciencia

miércoles, 25 de agosto de 2021

En el jardín de Byung-Chul Han


Rodrigo Córdoba Sanz. Psicólogo Clínico. Zaragoza Gran Vía Y Online.                  Teléfono: 653 379 269 Website: www.rcordobasanz.es

   

 « Respetar exige alabar. Las líneas que siguen son himnos, cánticos de alabanza a la tierra. Esta loa    a la tierra debe sonar como una hermosa Canción de la tierra […] las catástrofes naturales son la iracunda respuesta de la tierra a la falta de escrúpulos y a la violencia humanas. Hemos perdido por completo la veneración a la tierra. Hemos dejado de verla y de oírla »


El filósofo germano de origen coreano, parece optar por la reclusión propia del Cándido volteriano quien tras ver todas las falacias propuestas de Pangloss acerca del mejor de los mundos: dedicarse a su jardín con esmero, ligado a las tierra y sus plantas, huyendo de los ajetreos de la sociedad del cansancio ( 1 ) de la que tanto ha hablado. Es como si estuviese agotado y la solución la halle en la soledad de su jardín secreto. Ya anteriormente en su incursión sobre la filosofía del budismo zen ( ) podía observarse un intento de alejamiento del mundanal ruido de la modernidad dominada por lo urbano, para buscar una serenidad basada en la unidad o fusión con la tierra, partiendo de la premisa que el budismo zen privilegia una armonía consistente en esa cercanía con el aquí, presente en la tierra.

Ahora el filósofo se convierte en jardinero en su « Loa a la Tierra. Un viaje al jardín » ( Herder, 2019), y nos invita a penetrar en su jardín secreto ( Bi – Won), y entrega amplias lecciones sobre las flores, sus tiempos de floración, los colores de su preferencia; se entrega así a una contemplación de la naturaleza, una especie de comunión con ella, y une esto con el elogio de la belleza y el apego a la tierra, con unos resabios de celebración ecologista, no de boquilla sino en la práctica con la azada y demás aperos.

Además del cúmulo de explicaciones acerca de las diferentes flores de verano y de invierno, los tiempos y maneras de plantarlas, el origen de las semillas, tales detalles van acompañados de más de una veintena de láminas que presentan las plantas de las que habla Han. Si en sus obras anteriores las referencias eran fundamentalmente filosóficas en la presente ocasión tales no faltan ( Nietzsche, Heidegger, Schiller, Kant, Max Scheller, …), la poesía ocupa un espacio de relieve ( Goethe, Hölderlin, Novalis, D´Annunzzio, Eichendorff, Thoreau…)…Sus descripciones no se ciñen en exclusiva al recinto de su jardín sino que el terreno se amplía a la observación que él realiza de otros lugares, jardines, países, y los tiempos en que los colores invaden y cubren la tierra.

Si el centro de gravedad como queda dicho reside en los temas relacionados con la jardinería, eso no implica que Han de desentienda de los problemas del mundo de hoy, y así los aspectos críticos, de tono heideggeriano, con respecto al dominio de la técnica, asoman en las páginas de la obra; si me refiero a la implicación del filósofo con la inmanencia y con lo social y político de este mundo, se puede traer a colación sus pinceladas acerca de su posición ante las lecciones de Corea del sur, apostando abiertamente por el candidato del Partido del pueblo, Ahn Cheol –soo y en contra de Moon-jae, criticándole por su afán de dividir a los coreanos, por suponer una continuidad co el anterior presidente…para concluir, en este terreno, con la firme indicación de que el problema no es -como se suele afirmar- en Corea del Norte sino en EEUU [ resulta curioso de todos modos el recurso de Han a los significados de los apellidos de los candidatos, amén de las referencias al exuberante florecimiento del jardín de los padres del candidato al que él apoya].

Sus propuestas se alzan como un freno al capitalismo digital y la conversión de la vida ciudadana en una pantalla. como realidad sustitutoria de la realidad pura y dura, y la tecla como medio de decisión; ante este panorama su apuesta es por la toma de contacto con la materia, en fuga del poder sustentado en su capacidad seductora y en la interiorización del modelo de empresario que atraviesa a los ciudadanos en todas las esferas de su actividad: desde el corporal, al estético , al laboral…cada cual queda convertido en empresario de sí mismo, y, en consecuencia, la obtención de beneficios es la meta que acaba agotando al más pintado, además de que la participación en tales mecanismos ( muy en concreto en las redes y los likes) sirve para controlar a los participantes en lo que hace a sus gustos, a sus ideas, etc.. El jardín es otra actividad ajena a los criterios señalados, siendo la plasmación de la austeridad y tendencia a despojarse de los aparatos y dispositivos de estos tiempos digitales ( no hace turismo, oye música analógica, y huye del modelo productivista propios de la enseñanza académica..que se dedica a crear o formatear sujetos para la producción, o sujetados por ella; tal labor «te permite el contacto con la tierra, con la realidad. Es una manera de activar todos los sentidos y admirar la alteridad de la tierra. El trabajo físico te hace notar el peso del esfuerzo, algo que lo digital no tiene; no tiene olor ni ofrece resistencia».

Dos aclaraciones para concluir: 1) por una parte, no se ha de pensar que Byung-Chul Han se haya convertido en un idiota que se desentiende de lo que le rodea; su postura es política y su lucha contra la dictadura de las redes que nos enredan haciéndonos resultar atrapados por ellas, convirtiéndonos en animales alejados de lo natural y en seres con hiperacumulación de datos y alejados de los otros ( con la única mediación con respecto a ellos el “me gusta”, likes… y en el colmo del narcisismo los complacientes selfies) es lo que le empuja a recurrir a su jardín como acto político, como acto de resistencia, en un claro empeño por cortocircuitar los mecanismos dominantes en la sociedad; y 2) en la página 12 del libro- que de hecho es la segunda en lo que hace a la lectura del texto- se lee: « Creo en Dios, en el creador, en ese jugador que siempre empieza de nuevo y que así lo renueva todo» (p. 12), declaración que, a primera vista provoca cierta estupefacción – al menos al que esto escribe esto le provocó-, mas el espíritu general de sus posicionamientos casa más con el Deus sive Natura de Spinoza que con cualquier otra tendencia creyente.

« De la tierra nos llega el imperativo de cuidarla bien, es decir , de tratarla con esmero[ …]. Hay que tratar cuidadosamente lo bello. Es una tarea urgente, una obligación de la humanidad, tratar con cuidado la tierra, pues ella es hermosa, e incluso esplendorosa»Y si ya desde los peripatéticos el paseo, la marcha , los paseos solitarios…fueron el natural elemento para la reflexión ( ando luego pienso): así Rousseau: nuestros pies, nuestra manos nuestros ojos son los primeros maestros de filosofía. o Kant: mi espíritu no va si las piernas no se agitan, Byung-Chul Han , por su parte, busca en su jardín el contacto con la tierra, convirtiéndolo en el lugar de la resistencia y de pensamiento pegado a la tierra.

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