Rodrigo Córdoba Sanz. Psicólogo Psicoterapeuta. Zaragoza Gran Vía Y Online. Teléfono: 653 379 269 Website: www.rcordobasanz.es. Instagram:@psicoletrazaragoza Twitter:@psicoletra
ARTHUR SCHOPENHAUER
Sobre el Amor.
“Se está generalmente habituado a ver a los poetas ocuparse en pintar el amor. La pintura del amor es el principal asunto de todas las obras dramáticas, trágicas o cómicas, románticas o clásicas, en las Indias lo mismo que en Europa. Es también el más fecundo de los asuntos para la poesía lírica, como para la poesía épica. Esto sin hablar del incontable número de novelas que desde hace siglos se producen cada año en todos los países civilizados de Europa con tanta regularidad como los frutos de las estaciones.
Todas esas obras no son en el fondo sino descripciones variadas y más o menos desarrolladas de esta pasión. Las pinturas más perfectas, Romeo y Julieta, La Nueva Eloísa, Werther, han adquirido una gloria inmortal.
Es un gran error decir como La Rochefoucauld que sucede con el amor apasionado como con los espectros; que todo el mundo habla de él y nadie lo ha visto; o bien, negar como Lichtenberg, en su Ensayo sobre el poder del amor, la realidad de esta pasión y el que esté conforme con la Naturaleza. Porque es imposible concebir que siendo un sentimiento extraño o contrario a la naturaleza humana o un puro capricho, no se cansen de pintarlo los poetas, ni la humanidad de acogerlo con una simpatía inquebrantable, puesto que sin verdad no hay arte cabal.
Sobre las Mujeres.
En las circunstancias difíciles no hay que desdeñar la costumbre de recurrir, como en otros tiempos los germanos, al consejo de las mujeres, porque tienen una manera de concebir las cosas enteramente diferente de la nuestra. Van derechas al fin por el camino más corto, porque, en general, sus miradas se detienen en lo que está a su mano.
Por el contrario, nuestra mirada pasa sin fijarse por encima de las cosas que se nos meten por los ojos, y buscan mucho más allá. Necesitamos que se nos traiga a una manera de ver más sencilla y más rápida. Añádase a eso que las mujeres tienen positivamente un juicio más aplomado, y no ven en las cosas nada más que lo que hay en ellas en realidad, al paso que nosotros, por influjo de nuestras pasiones excitadas, amplificamos los objetos y nos fingimos quimeras.
Sobre la Muerte.
Exigir la inmortalidad del individuo es querer perpetuar un error hasta el infinito. En el fondo, toda individualidad es un error especial, una equivocación, algo que no debiera existir, y el verdadero objetivo de la vida es librarnos de él. Prueba de ello que la mayoría de los hombres, por no decir todos, están constituidos de tal suerte, que no podrían ser felices en ningún mundo donde suelen verse colocados. Si ese mundo estuviera exento de miseria y de pena, se verían presa del tedio, y en la medida en que pudieran escapar de éste, volverían a caer en las miserias, los tormentos, los sufrimientos. Así, pues, para conducir al hombre a un estado mejor, no bastaría ponerle en un mundo mejor, sino que sería preciso de toda necesidad transformarle totalmente, hacer de modo que no sea lo que es y que llegara a ser lo que no es. Por tanto, necesariamente tiene que dejar de ser lo que es. Esta condición previa la realiza la muerte, y desde este punto de vista concíbese su necesidad moral. Ser colocado en otro mundo y cambiar totalmente su ser, son en el fondo una sola y misma cosa.
Una vez que la muerte ha puesto término a una conciencia individual, ¿sería deseable que esta misma conciencia se encendiese de nuevo para durar una eternidad? ¿Qué contiene la mayor parte de las veces? Nada más que un torrente de ideas pobres, estrechas, terrenales, y cuidados sin cuento. Dejadla, pues, descansar en paz para siempre.
Parece que la conclusión de toda actividad vital es un maravilloso alivio para la fuerza que la mantiene. Esto explica tal vez la expresión de dulce serenidad difundida en el rostro de la mayoría de los muertos”.
Sobre los dolores del Mundo.
Querer es esencialmente sufrir, y como vivir es querer, toda vida es por esencia dolor. Cuanto más elevado es el ser, más sufre… La vida del hombre no es más que una lucha por la existencia, con la certidumbre de resultar vencido… La vida es una cacería incesante, donde los seres, unas veces cazadores y otras cazados, se disputan las piltrafas de una horrible presa. Es una historia natural del dolor, que se resume así: querer sin motivo, sufrir siempre, luchar de continuo y después morir… Y así sucesivamente por los siglos de los siglos, hasta que nuestro planeta se haga trizas”.
Sobre el Arte.
Es un hecho notabilísimo y muy digno de atención que el objetivo de toda la alta poesía sea la representación del lado horrible de la naturaleza humana, el dolor sin nombre, los tormentos de los hombres, el triunfo de la perversidad, la irónica dominación del azar, la irremediable caída del justo y del inocente. Esto es un signo notable de la constitución del mundo y de la existencia. ¿No vemos en la tragedia a los seres más nobles, después de largos combates y sufrimientos, renunciar para siempre a los propósitos que perseguían hasta entonces con tanta violencia, o apartarse de todos los goces de la vida voluntariamente y con júbilo? Así con el príncipe de Calderón; Gretchen en Fausto; Hamlet, a quien su querido Horacio seguiría con mucho gusto, pero que le promete quedarse y respirar aún algún tiempo en un mundo tan rudo y lleno de dolores, para narrar la suerte de Hamlet y purificar su memoria: lo mismo que la virgen de Orleans, que la desposada de Mesina: todos mueren purificados por los sufrimientos; es decir, después de que ha muerto en ellos ya la voluntad de vivir…
El verdadero sentido de la tragedia es esta mirada profunda: que las faltas espiadas por el héroe no son las faltas de él, sino las faltas hereditarias; es decir, el crimen mismo de existir,
Pues el delito mayor del hombre, es haber nacido.
Sobre la lectura.
Se escriben libros sobre los grandes espíritus de pasado, y el público los lee, pero no a aquellos, por que quiere siempre ver impresos frescos, y con el vulgo está más en armonía la charla de los cretinos contemporáneos que los pensamientos de los grandes espíritus. Doy las gracias al destino, que me hizo leer un hermoso epigrama de Schlegel, que ha llegado a ser mío: ‘Leer con calor a los verdaderos antiguos, lo que de ellos dicen los modernos no significa mucho’. ¡Cómo se parecen los hombres vulgares! ¡Todos parecen hechos con el mismo molde! ¡Les ocurre siempre lo mismo en las mismas ocasiones! Y sus bajas intenciones personales, y la charla despreciable de tales sujetos lee un público estúpido con tal de que estén impresas hoy mismo, dejando en los estantes a los grandes espíritus.”
Sobre el Egoísmo.
Inspira tal horror el egoísmo, que hemos inventado la urbanidad para ocultarlo como una parte vergonzosa. Pero sobresale a través de todos los velos y se denuncia en todo encuentro, donde instintivamente nos esforzamos por utilizar cada nuevo conocimiento para servirnos en uno de nuestros innumerables proyectos.
Siempre es nuestra primera idea saber si tal hombre puede sernos útil para alguna cosa. Si no nos puede servir, ya no tiene ningún valor… Y tanto sospechamos ese mismo sentimiento en los demás, que si nos acontece pedir un consejo o un informe, perdemos toda la confianza en lo que se nos dice, a poco que supongamos que hay en ello algún interés.
Al punto pensamos que nuestro consejero quiere valerse de nosotros como instrumento suyo, y atribuimos su parecer, más que a la prudencia de su razón, a sus intenciones secretas, por grande que sea la primera, por débiles y lejanas que fuesen las segundas”.
Sobre la Conmiseración.
Si se ha considerado la perversidad humana y se está pronto a indignarse ante ella, es preciso dirigir en seguida la mirada a la angustia de la existencia humana. Y recíprocamente, si la miseria os espanta, volved los ojos a la perversidad. Entonces se verá que una y otra se equilibran y se reconocerá la justicia eterna. Se verá que el mismo mundo es el juicio del mundo”.
Sobre el Optimismo.
El optimismo no es, en el fondo, más que una forma de alabanzas que la voluntad de vivir (única y primera causa del mundo) se otorga sin razón a sí misma cuando se mira con complacencia en su propia obra. No sólo es una doctrina falsa; es una doctrina corruptora, porque nos presenta la vida como un estado apetecible y da como objetivo de la vida la felicidad del hombre. Desde ese momento, cada cual se imagina que tiene los más justificados derechos a la felicidad y al goce. Así, pues, si, como es harto frecuente, no le tocan en suerte esos bienes, se cree víctima de una injusticia.
Es mucho más justo considerar el trabajo, las privaciones, la miseria y el sufrimiento coronado por la muerte como fines de nuestra vida (así lo hacen el brahmanismo, el budismo y también el verdadero cristianismo), porque todos esos males conducen la negación de la voluntad de vivir. En el Nuevo Testamento se representa el mundo como un valle de lágrimas, la vida como un medio de purificar el alma, y un instrumento de martirio es el símbolo del cristianismo”.
Sobre la Religión.
La confesión fue una feliz idea; porque, en verdad, cada uno de nosotros es un juez moral perfecto y competente, que conoce con exactitud el bien y el real. Esto es cierto de cada uno de nosotros, con tal de que la información verse sobre las acciones ajenas y no sobre las propias, y con tal de que sólo se trate de aprobar y desaprobar, mientras que los otros se encargan de la ejecución. Por eso el primero que llega puede tomar en absoluto, como confesor, el puesto de Dios”.
En realidad, toda religión positiva es la usurpadora del trono que pertenece a la filosofía. Por eso los filósofos siempre serán hostiles a la religión, aun cuando debieran considerarla como un mal necesario, unas muletas para la debilidad morbosa del espíritu de la mayor parte de los hombres”.
Sobre la Política.
Si gustáis de planes utópicos, os diré que la única solución del problema político y social sería el despotismo de los sabios y de los justos, de una aristocracia pura y verdadera, obtenida mediante la generación por la unión de los hombres de sentimientos más generosos con las mujeres más inteligentes y agudas. Esta proposición es mi utopía y mi república de Platón”.
Sobre el Hombre y la Sociedad.
Nada revela mejor la ignorancia del mundo como alegar cual prueba de los méritos y valía de un hombre que tiene muchos amigos. ¡Como si los hombres otorgasen su amistad con arreglo a la valía y al mérito! ¡Como si, por el contrario, no fueran semejantes a los perros, que aman a quien les acaricia o solamente les echa huesos que roer, sin más halago! Quien mejor sabe acariciar a los hombres (aun cuando sean asquerosas alimañas), ese tiene muchos amigos”.
Sobre el carácter de diferentes pueblos.
En previsión de mi muerte, hago esta confesión. Desprecio a la nación alemana a causa de su necedad infinita, y me avergüenzo de pertenecer a ella”.
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