Rodrigo Córdoba Sanz. Psicólogo Y Psicoterapeuta. Zaragoza Gran Vía Y Online. Teléfono: 653 379 269 IG@psicoletrazaragoza Website: www.rcordobasanz.es
La meditación estriba en eliminar los pensamientos. Todos los problemas actuales son debidos a los pensamientos, y son ellos mismos pensamientos. Renuncia a los pensamientos, tal es la meditación y la felicidad. Los pensamientos pertenecen al pensador, permanece como el sí mismo del pensador y así darás fin a los pensamientos. La técnica consiste en ser testigo de los movimientos del pensamiento, sin dejarse involucrar o colorear afectivamente por los mismos, es de gran eficiencia.
La humildad es la esencia de la austeridad. Reconocer la humildad es negarla. Uno sólo puede reconocer la vanidad, pero no podemos ser conscientes de la humildad. Negar el orgullo no es conocer la humildad. Morir para lo conocido es lo positivo de lo desconocido. Todo el sentido de la meditación es no seguir, el sendero que el pensamiento ha trazado hacia lo que considera que es la verdad, la iluminación o la realidad. No hay sendero hacia la verdad. El seguir cualquier sendero conduce hacia lo que el pensamiento ya ha formulado y que, por placentero o satisfactorio que sea, no es la verdad.
El deseo de una experiencia más elevada de lo cotidiano o lo vulgar, es lo que mantiene vacía la fuente. El anhelo de más experiencias, de visiones, de una percepción superior, de una realización u otra, hace que la mente mire hacia fuera, lo cual no difiere de su dependencia del medio y de la gente. Lo curioso de la meditación es que un acontecimiento no se convierte en una experiencia. Nuestra búsqueda se dirige siempre a lo externo. La mente que busca cualquier experiencia se está moviendo en lo externo.
La meditación es prestar atención, observar, estar atento a lo que pasa alrededor y a lo que ocurre dentro de uno, se puede estar alerta a todo ese movimiento. La meditación es en realidad, una forma de vaciar la mente de todo lo conocido, sin esto no se puede dar con lo desconocido. Para ver algo nuevo, totalmente nuevo, la mente tiene que vaciarse de todo el pasado. La verdad, o Dios o cualquier nombre que se quiera dar, debe ser algo nuevo, no el resultado de la propaganda, del condicionamiento. La verdad es algo que vive día a día, por lo tanto, la mente debe vaciarse para poder mirar la verdad.
La mente seria es aquella que está dispuesta a llegar hasta la raíz de las cosas y descubrir lo que es verdadero y lo que es falso. La mente así no se detiene a mitad de camino y no permite que ninguna otra consideración la distraiga. Nuestros cerebros son el resultado de la experiencia de siglos. El cerebro es el depósito de la memoria. La experiencia con su memoria es obviamente necesaria en cierto nivel, pero es también obvio que toda experiencia condicionada básicamente por el conocimiento, por la memoria, tiene que ser forzosamente limitada. Por lo tanto la experiencia no es un factor de liberación. Tiene que haber orden, de otro modo no hay paz, no sabrán jamás que es la meditación. Cuando se presta atención plena con la mente y el corazón, esa atención es disciplina y es virtud. No hay virtud si somos inatentos, es la inatención lo que crea el desorden.
La meditación es mucho más que palabras, diversas formas, mantras, etc…la meditación es algo mucho más profundo, más inmenso, no se puede dar con ella jugando con palabras y energías, sin embargo, tiene que dar con ella, porque sin la meditación jamás sabrán lo que es el amor, jamás asomarán lágrimas de pura alegría a los ojos, jamás sabrán lo que es la belleza.
El orden, la libertad y la disciplina se encuentran en la vida cotidiana, y eso es la meditación, está en la vida de cada día, en el modo como sonríen, como miran a otro, está en la solicitud, la ternura, la generosidad, en la atención a la ira, a la brutalidad, a la violencia, a la agresión, ahí está la mente meditativa
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