Rodrigo Córdoba Sanz. Psicólogo Psicoterapeuta Psicoanalista Humanista Teléfono: 653 379 269 Zaragoza Offline Online Instagram: @psicoletrazaragoza. Website: www.rcordobasanz.es
Foucault es la muestra de un pensamiento irreverente pero al mismo tiempo estricto, potente pero también lleno de aparentes contrariedades.
«No me pregunten quién soy, ni me pidan que siga siendo el mismo», decía el célebre filósofo francés. Michel Foucault se ha convertido en un filósofo de referencia casi obligado. El mundo entero cree conocerlo, algunos porque han leído sus obras, otros porque se han quedado con las potentes frases repartidas en cientos de imágenes donde se muestra al también historiador sosteniendo la cabeza con su mano mientras lanza una mirada pensativa y penetrante.
Sin embargo, el aspecto más íntimo —que juega un papel fundamental a la hora de conocer a un pensador— ha quedado relegado la mayor parte de las veces. Es por eso que se vuelve necesario conocer aspectos del autor de Historia de la locura en la época clásica (1961) que han quedado en el silencio. Aquí una decena:
-
1. Odiaba el reconocimiento.
La fama de Foucault como profesor creció de manera exponencial. A los pocos años de docencia ya había ganado muchos estudiantes adeptos. Era profundamente respetado y admirado, esa clase de profesores que los alumnos ven pasar e intentan ser reconocidos con una sonrisa. Sin embargo, tras el mes de mayo del 68, el filósofo tenía en claro que las jerarquías debían aniquilarse.
Aunque sus alumnos se contaban por cientos, él prefería clases más íntimas, donde todos pudieran participar y explicar sin temor sus inquietudes. Muchos de sus allegados han mencionado en diversas entrevistas que el excesivo reconocimiento y los honores hacia su persona le eran molestos.
-
2. Su filosofía no buscaba soluciones.
Contrario a lo que se espera de los filósofos comunes, el planteamiento de Foucault no era la creación de un sistema que consistiera en una especie de panacea para las problemáticas universales. Más bien, se trataba de desentrañar las problemáticas y re-cuestionarse las respuestas parciales ante todo tipo de disyuntivas filosóficas, históricas y psicológicas:
«Mi intención no es reconstruir la historia de las soluciones, y éste es el motivo por el que rechazo la palabra alternativa; lo que me propongo es elaborar la genealogía de los problemas, de las problemáticas. Yo no creo que todas las soluciones sean malas, sino que todas encierran un peligro, lo que no es exactamente lo mismo. Si todas son peligrosas, tenemos siempre algo que hacer. Por consiguiente, mi postura no conduce a la apatía, sino a una militancia de la que no está excluido el pesimismo».
-
3. Su necesidad de escribir
Según Daniel Defert, quien fuera su pareja por 20 años, pese a todas las coincidencias entre ambos, no compartían el mismo amor por la escritura, como él mismo lo confesó:
«[Foucault] Escribía todos los días. Durante 25 años lo vi cuatro, cinco horas diarias escribiendo. Cuando no escribía por dos días, ya estaba cerca de la neurosis. Le encantaba escribir. Yo no lo disfruto en absoluto».
El filósofo veía en la escritura una catarsis necesaria para su vida diaria. Es curioso cómo eso no fue oposición para llevar una relación estable y duradera.
-
4. La amistad con Jean-Paul Sartre
Aunque las diferencias entre ambos autores es evidente desde los primeros cuestionamientos, según la pareja del escritor de Vigilar y castigar (1975), ambos tenían una relación cordial más allá de las diferencias de pensamiento:
«Sartre y Foucault eran muy cercanos en aquella época. Pero no se trataba de una relación intelectual porque discutían muy poco. Cuando Foucault conoció a Sartre, éste ya estaba muy viejo y casi ciego. Tenían un trato muy amigable. Foucault llevaba a Sartre a todos lados: a las fábricas de Renault, a las huelgas y demás. Era una amistad práctica, no hablaban de sus diferencias».
-
5. Su relación con Roland Barthes fue un poco extraña.
Según Defert, en algún tiempo dejaron de salir juntos de noche, cosa que supone, entristeció a Barthes, quien manifestaba continuamente una admiración e imitación para el escritor de Historia de la sexualidad.
-
6. El descubridor del VIH fue alumno de su padre.
Luc Montagnier fue el científico francés especializado en virología quien descubrió el virus de inmunodeficiencia humana (VIH) causante del SIDA. Se dice que cuando era estudiante, fue alumno de Paul Foucault, padre de Michel, quien era un prestigioso médico.
Desafortunadamente, el filósofo murió por una enfermedad relacionada con dicho virus. Cuando supo que estaba infectado, los estudios sobre el VIH aún eran demasiado incipientes como para garantizar una vida de calidad como ahora.
-
7. El sufrimiento por su homosexualidad
Su homosexualidad le costó algo de sufrimiento cuando era menor. Debido a que en su hogar las tradiciones católicas eran casi obligatorias, vivió con desconsuelo el rechazo de su padre al enterarse de su orientación. Se dice que alguna vez contó que cuando era niño, su papá lo obligó a ir al Hospital de Poitiers donde atestiguó la amputación de un enfermo, esto con el objetivo de extinguir su “sensibilidad femenina”. Probablemente sus estudios sobre la historia de la sexualidad y la búsqueda de sus orígenes en la época griega, fueron de ayuda para el escritor cuando buscaba respuestas sobre su propia vida.
-
8. Depresión y alcoholismo
Incluso, se dice que durante su estancia en la École Normale Supérieure sufrió una fuerte depresión. Esto, según algunos, pudo haber facilitado el consumo exacerbado de drogas y también su adicción al alcohol. Este fue una dificultad con la que lidió toda su vida.
-
9. Su postura ante el marxismo
Durante una de las últimas entrevistas que concedió, se le preguntó si estaba cercano a la posición de los marxistas, a lo que contestó:
«No lo sé. Verás, no estoy seguro de saber qué es el marxismo en realidad y no creo que exista como algo abstracto. Para mala o buena suerte de Marx, su doctrina ha sido adoptada casi siempre por organizaciones políticas y es, después de todo, la única teoría cuya existencia siempre ha estado atada a organizaciones sociopolíticas que fueron extraordinariamente fuertes y volátiles, hasta el punto de convertirse en aparatos del Estado».
-
10. Su sentido de la moral
Pese a lo que cualquiera podría pensar, Foucault reconocía en sí mismo un sentido moral. Pero este es entendido de una manera muy distinta al común:
«Uno de los significados de la existencia humana —la fuente de la libertad humana— es nunca aceptar nada como definitivo, intocable, obvio o inmóvil. Ningún aspecto de la realidad debe ser permitido para convertirse en una ley definitiva e inhumana para nosotros».
El filósofo exhortaba a la lucha «contra todas las formas de poder» que según él, radicaba no en un sistema coercitivo o prohibitivo, sino en un conjunto de relaciones.
—
Es fácil limitar a un autor de su contexto personal y estudiarlo como si de una maquinaria se tratara. Sin embargo, si se quiere hacer una lectura mucho más justa y precisa, es bueno considerar todos los factores que lo circundan. De esa manera, es posible entender los acercamientos y las distancias que los propios pensadores ponen hacia ciertas temáticas, así como el contexto en las que ellas se inscriben. Foucault es la muestra de un pensamiento irreverente pero al mismo tiempo estricto; potente pero también lleno de aparentes contrariedades; vital y en el mismo sentido, doloroso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario