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Paz y Ciencia

miércoles, 18 de julio de 2012

Escuchar como Instrumento Psicoterapéutico



Frieda Fromm-Reichmann (1889-1957) se formó en medicina, neurología, psiquiatría y psicoanálisis. Sus maestros fueron Kraepelin, Goldstein, Groddeck y Sullivan. Su vida laboral la practicó especialmente en sanatorios neurológicos y psiquiátricos. Incluso fundó uno propio con orientación psicoanalítica y religiosa. Cuando emigró a EUA vivió y trabajó el resto de su vida en el sanatorio Chesnut Lodge. Realizó investigaciones sobre esquizofrenia comenzando por su tesis doctoral. Describió la conducta catastrófica en los esquizofrénicos como la había observado Goldstein con los pacientes con daño cerebral. Elaboró una técnica con fundamentos psicoanalíticos para el tratamiento de los enfermos mentales que denominó psicoterapia intensiva, incluyendo necesariamente el uso de psicofármacos. Su propósito era ofrecer un marco de seguridad y no prometer un jardín de rosas, es decir, no ofrecer vanas esperanzas. Su capacidad para escuchar era sorprendente. Acuñó el término "madre esquizógena" y es célebre por la difusión de la Psicoterapia Interpersonal a través de su obra "Principios de Psicoterapia Intensiva" y su particular implicación con personas con psicosis. Fue una mujer solitaria y creativa que gozaba de la música tocando su piano.


"En este mundo de imaginación, la fantasía es libre y se opone violentamente el sentido común" Mark Rothko.

Capitulo II EL PAPEL DEL PSICOTERAPEUTA EN LA RELACIÓN TERAPEUTA-PACIENTE

ESCUCHAR COMO INSTRUMENTO PSICOTERAPÉUTICO BÁSICO


¿Cuáles son entonces, los requisitos básicos en cuanto a la personalidad y a las habilidades profesionales de un psicoterapeuta? Si debiera responder en una sola frase, diría: "El psicoterapeuta debe ser capaz de escuchar". Esto no parece ser una declaración sorprendente, pero tiene pretensiones de serlo. Escuchar y obtener información de otra persona tal como esta la presenta, sin reaccionar de acuerdo con los propios problemas o experiencias, cuyos recuerdos pueden evocarse quizás en una manera perturbadora, es un arte de intercambio interpersonal que pocas personas pueden llevar a la práctica, sin una preparación especial. El poder dominar este arte, en modo alguno equivale a ser un buen psciólogo, pero es el pre-requisito de toda psicoterapia intensiva.
Si bien es cierto que el terapeuta debe evitar reaccionar frente al material que los pacientes presentan, en términos de su propia existencia vital, ello significa que debe tener suficientes fuentes de satisfacción y seguridad en su vida no profesional, como para renunciar a la tentación de usar a sus pacientes para la búsqueda de su satisfacción o seguridad personal. Si no ha tenido éxito en lograr sus objetivos personales en la vida, debiera comprenderlo así. Su actitud hacia las causas de insatisfacción e infelicidad en su vida deben entonces ser puestas en claro e integradas de modo tal, que no interfieran con su estabilidad emocional y con su capacidad de concentración para escuchar al paciente. Esta es la segunda razón para que el psicoanálisis personal constituya un requisito en el adiestramiento de un psicólogo. Más adelante serán expuestas otras razones.
La aseveración de que el paciente no debiera ser una fuente de satisfacción y seguridad para el terapeuta no se refiere, por supuesto, a sus relaciones mutuas actuales y abiertas, ya que es sabido por todos que la relación entre psicoterapeutas y pacientes excluye cualquier tipo de intimidad mutua no profesional.
Me refiero al peligro de que el psicólogo descontento pueda emplear en la fantasía los datos obtenidos del paciente, como una fuente sustitutiva de satisfacción.
Por ejemplo, un paciente puede relatar a un terapeuta que acaba de experimentar una relación amorosa desafortunada, problemas de una similar naturaleza. El psicoterapeuta debe desvincularse lo suficientemente de sus propios problemas, como para no relacionarse él mismo a la experiencia del paciente, y caer en una orgía de autorreferencia. (Nota de Rodrigo C.: Caso Dora de Freud). Otro caso: un paciente refiere al psicólogo los progresos en un feliz noviazgo. Teniendo presente el carácter rutinario de su propia vida, el psicólogo puede hacer uso del relato del paciente, como uno podría emplear la ficción o un romance del cine como punto de partida para las propias fantasías. Esta fantástica proyección de sí mismo en el papel del paciente en él de la persona a quien este se asocia, impide al médico concentrarse exclusivamente en escuchar al paciente, lo que constituye su derecho propio.
Un tipo de experiencia similar puede tener lugar cuando el paciente relata su éxito o fracaso en cuanto a prestigio se refiere, en cualquier campo. Toda vez que se tocan deseos o ambiciones, logros o fracasos, semejantes a los de la carrera del psicólogo, este debe evitar el peligro de usar la narración del paciente como punto de partida de sus propias satisfacciones de ensueño, en lugar de hacer uso del relato como fuente para la adquisición de otros datos que ayuden al paciente. Aunque este último objetivo ya figura en el juramento hipocrático de los médicos, el psicólogo también, solo rara vez podrá llevar a cabo este ideal. Si no fuera capaz de hacerlo, deberá tener noción de ello, para poder protegerse contra la posibilidad de consecuencias terapéuticas indeseables. Lo anotado tiene validez para las fantasías, tanto en el reino de la satisfacción como de la seguridad.
Me atengo a la definición de H.S. Sullivan, hablando de "satisfacción" y "seguridad", como los dos objetivos cuyo logro el hombre persigue.1. La satisfacción, dice este, es el resultado de las realizaciones en el reino de lo que tiene vinculación con la organización corporal, los procesos glandulares, la necesidad de satisfacción sexual y sueño, y la prevención del hambre y de la soledad física. 2. La seguridad se refiere a la realización de lo que se vincula con el acervo cultural de una persona, donde la palabra "cultural", se dirige a todo lo que es hecho por el hombre. Por lo tanto, seguridad significa la realización de los deseos ed prestigio de una persona, es decir, la aceptación y el respeto de seguridad significa también la capacidad de una persona para gozar exitosamente de sus poderes, destrezas y aptitudes, para finalidades interpersonales dentro del radio de sus intereses.

Frieda Fromm-Reichmann: "Principios de Psicoterapia Intensiva" Ed. Hormé. Buenos Aires




http://youtu.be/9BMwcO6_hyA Bon Jovi -Always-


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