"La obra de Pizarnik lleva a cabo una cristalización verbal por amalgama de insomnio pasional y lucidez meridiana en una disolución de la realidad sometida a las más altas temperaturas" Octavio Paz
Un encuentro de poetas apuntó a buscar una visión de la obra de Alejandra Pizarnik, que eludiese los lugares ya comunes.
“Debemos sacarla del espacio de la víctima sufriente y suicida”, definieron.
Pizarnik fue una poeta excepcional, pero poco reconocida en vida.
“Encerrarla en una sola actitud es empobrecedor”, dijo Cristina Piña.
S.F.
Alejandra Pizarnik escribió que aspiraba a hacer “el cuerpo del poema con mi cuerpo”. Su propósito residía en concretar una metamorfosis pocas veces consumada en la literatura argentina: convertirse en el personaje de su absoluto verbal. Prueba de este intento son “La tierra más ajena”, “La última inocencia”, “Las aventuras perdidas”, “Árbol de Diana”, “Los trabajos y las noches”, “Extracción de la piedra de locura” y “El infierno musical”, entre otros poemarios.
Alejandra Pizarnik escribió que aspiraba a hacer “el cuerpo del poema con mi cuerpo”. Su propósito residía en concretar una metamorfosis pocas veces consumada en la literatura argentina: convertirse en el personaje de su absoluto verbal. Prueba de este intento son “La tierra más ajena”, “La última inocencia”, “Las aventuras perdidas”, “Árbol de Diana”, “Los trabajos y las noches”, “Extracción de la piedra de locura” y “El infierno musical”, entre otros poemarios.
El 25 de septiembre de 1972 se suicidó con cincuenta pastillas de Seconal y el mito de mujer maldita de la poesía, con el que se la asociaba por su estética literaria –en la tradición de Nerval, Rimbaud, Baudelaire y Artaud–, culminó con una frase, anotada en los últimos papeles de trabajo: “No quiero ir nada más que hasta el fondo”. En el homenaje que se realizó en la sala Victoria Ocampo, Cristina Piña, Alicia Genovese, Sara Cohen y Roberto Yahni analizaron cómo se fue insertando la poética de Pizarnik en las generaciones siguientes –en influencias o rechazos–, las simplificaciones a las que fue sometida su obra y la multiplicidad de sentidos que continúan suscitando sus poemas.
“La obra de Pizarnik puede tener una presencia intimidante, puede dejarnos desnudos y mudos por la perfección de su escritura y por el despliegue y abuso de la temática de la muerte que, además, es la de su propia muerte, trabajada con una maestría incomparable”, señaló la poeta Sara Cohen, autora del ensayo El silencio de los poetas. Cohen observó que más allá de la fascinación o el horror que despierta, Pizarnik consigue que el lector ingrese en el personaje construido en su ficción literaria. “No es mejor poeta el que mejor sabe decir sino el que más tuvo que enfrentarse a esa imposibilidad y, burlándola, inventó una lengua dentro de su propia lengua”, agregó Cohen. “No alcanza la palabra para habitar en ella, es un intento que siempre fracasa, sus intentos son la obra. Lo curioso es que la obra salta el límite impuesto a las miserias personales y acudimos al goce de lo estético y a lo patético del fracaso. Esto se encuentra llevado al extremo en Alejandra, pero no deberíamos padecer de ingenuidad creyendo que la literatura, es decir la ruptura con lo ya existente, se puede llevar a cabo si no es a partir de algo quebrado en la propia lengua, algo ya perdido, generador de formas inéditas.”
Genovese, también poeta –autora de Anónima y Puentes–, dijo que el mejor homenaje es la lectura de los poemas. “Volver a leer a Pizarnik es reubicarla, después de que su poesía transitó un proceso de recepción que va de su figura de culto, salta a la consagración y llega en la actualidad a la destrucción del mito Pizarnik, un ataque no siempre bien focalizado hacia aspectos de su obra y su personalidad”, explicó Genovese. “Aunque César Aira desmonta muchos mecanismos de la escritura de Pizarnik, le añade un plus de disvalor: la brevedad de los poemas, en una combinatoria de palabras nobles o prestigiosas, su carencia de impulso narrativo, su poca exhibición del proceso a favor de consignar poéticamente sólo el resultado”, precisó Genovese, que advirtió que la opinión de Aira es discutible. “La brevedad debiera considerarse un recurso poético ligado a la economía del lenguaje, que es un constituyente del lenguaje poético. Más allá del análisis de Aira, con el que se puede o no coincidir, tal vez resulte fructífero desmitificar a Pizarnik, no para desvalorizar su poética a favor de otra más lúdica y posmoderna, sino para sacarla del espacio de la víctima sufriente y suicida, que tal vez haya servido para que se la lea, pero que ahora actúa en sentido inverso”, razonó Genovese.
Cristina Piña, autora de una biografía sobre Pizarnik, se refirió a la articulación entre vida y poesía, la relación con la tradición y el nivel de experimentación en los géneros. “La literatura es la configuradora de la vida y el poema, espacio privilegiado para la indagación en la subjetividad”, aclaró. “Si bien en su poesía hay una vinculación muy fuerte con la tradición surrealista, frente a la idea de entregarse al impulso de la escritura ella manifiesta una actitud vigilante respecto de lo escrito que la acerca a Mallarmé. Así, articula dos tradiciones aparentemente contradictorias, mediante una poética de condensación y una actitud artística vigilante respecto de la poética.” La prosa de Pizarnik, “La condesa sangrienta”, “La bucanera de Pernambuco” y la pieza teatral “Los poseídos entre lilas”, según Piña, configura una utilización de lenguajes populares y un nivel de experimentación y transformación excepcional en los géneros poco investigada en los trabajos críticos. “Encerrarla en una sola actitud discursiva es empobrecedor porque su obra está permanentemente abierta a la producción de sentidos.”
Publicado en Página12 Feria del Libro 2003 - Cultura del Sábado/03-May-2003
"sobre negros peñascos
se precipita embriagada de muerte
la ardiente enamorada del viento"Georg Trakl
"A exceso de sufrimiento, exceso de noche y de silencio" Alejandra Pizarnik
POESÍA (1955-1972)
La Tierra Más Lejana (1955)
¡Ah! El infinito egoísmo de la adolescencia,
el optimismo estudioso: ¡cuán lleno de
flores estaba el mundo ese verano! Los
aires y las formas muriendo...
A. RIMBAUD
DÍAS CONTRA EL ENSUEÑO
No querer blancos rodando
en planta movible.
No querer voces robando
semillosas arqueada aéreas.
No querer vivir mil oxígenos
nimias cruzadas al cielo.
No querer trasladar mi curva
sin encerar la hoja actual.
No querer vencer al imán
al final la alpargata se deshilacha.
No querer tocar abstractos
llegar ami último pelo marrón.
No querer vencer colas blandas
los árboles sitúan las hojas.
No querer traer sin caos
portátiles vocablos.
HUMO
marcos rosados en callado hueso
agitan un cocktail humeante
miles de calorías desaparecen
ante la repicante austeridad
de los humos vistos de atrás
dos manos de trébol roto
casi enredan los dientes separados
y castigan las oscuras encías
bajo ruidos recibidos al segundo
los pelos ríen moviendo
las huellas de varios marcianos
cognac bordeaux-amarillento
rasca retretes sanguíneos
tres voces fonean tres besos
para mí para ti para mí
pescar la calandria eufórica
en chapas latosas
ascendente faena!
REMINISCENCIAS
y el tiempo estranguló mi estrella
cuatro números giran insidiosos
enegreciendo las confituras
y el tiempo estranguló mi estrella
caminaba trillada sobre pozo oscuro
los brillos lloraban a mis verdores
y yo miraba y yo miraba
y el tiempo estranguló mi estrella
recordar tres rugidos de
tiernas montañas y radios oscuras
dos copas amarillas
dos gargantas raspadas
dos besos comunicantes de la visión de
una existencia a otra existencia
dos promesas gimientes de
tremendas locuacidades lejanas
dos promesas de no ser de sí de no ser
dos sueños jugando la ronda del sino en
derredor de un cosmos de
champagne amarillo blanquecino
dos miradas cerciorando la avidez de una
estrella chiquita
y el tiempo estranguló mi estrella
cuatro números ríen en volteretas desabridas
muere uno
nace uno
y el tiempo estranguló mi estrella
sones de nenúfares ardientes
desconectan mis futuras sombras
un vaho desconcertante rellena
mi soleado rincón
la sombra del sol tritura la
esfinge de mi estrella
las promesas se coagulan
frente al signo de estrellas estranguladas
y el tiempo estranguló mi estrella
pero su esencia existiría
en mi intemporal interior
brilla esencia de mi estrella!
Comparto con ustedes la obra de Pizarnik porque fue una poeta argentina genial, el talento de América es excepcional, la cultura que hay existe tiene su raíz en conflictos, dictaduras y dramas humanos poliédricos.
Alejandra Pizarnik tuvo un mal final pero un increíble comienzo. Comparto hoy, con ustedes, sus primeros poemas porque en ellos reside la cruel inocencia de sus primeros años que conecta con la adolescencia. Leyendo, se puede llegar a sentir algo verdaderamente cautivador, movilizador e incluso reparador. Tal vez, el dolor que trasluce de una manera dulce, como si el sufrimiento tuviera apariencia de caramelo, permite leer con interés y curiosidad casi exasperadas las palabras que entrelazan el alma de Alejandra. Para siempre, cerca de mí, cerca de ti, en nosotros, también, por muy "lejano" que parezca hay "algo" que tenemos de Alejandra. Rodrigo Córdoba Sanz.
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