En primer lugar, tenemos que ser sinceros con nosotros mismos; si no, nos estaremos engañando y a los demás. El resultado es un alejamiento del Verdadero Ser.
Tomemos contacto con nuestros sentimientos "en bruto", puros y respondamos creando el acto poético de una vida sincera y honesta con lo que somos en esencia. La belleza de comportarnos de manera natural, que no tiene por qué ser "normal", permitirá sentirnos plenos.
En palabras del filósofo Gerardo Schmedling, "hemos de verificar si nos sentimos felices, es decir, que nada de lo que nos ocurre nos lleva a perder la alegría y caer en las garras del sufrimiento". Como consecuencia, "también hemos de percibir paz en nuestro interior, lo que nos permite dejar de reaccionar impulsivamente, manteniendo siempre la serenidad". Por último, "si verdaderamente gozamos de este equilibrio interno, mantendremos en todo momento la humildad necesaria para servir amorosamente a las personas que nos rodean".
A partir de estas tres virtudes internas, Schmedling describe otros cuatro resultados externos: "Un óptimo estado de nuestra salud física; la armonía de todas nuestras relaciones personales y profesionales; disfrutar de recursos económicos más que suficientes y la flexibilidad necesaria para adaptarnos y fluir en el lugar donde vivimos y trabajamos".
Si gozamos de un satisfactorio equilibrio en cada una de estas áreas, sabremos que realmente hemos alcanzado la maestría en El Arte de Vivir, con lo que tendremos mucho que ofrecer a quienes están interesados en recibir
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