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Paz y Ciencia

sábado, 10 de marzo de 2012

Obra de Karen Horney

Karen Horney entendía la neurosis como un intento de hacer la vida más llevadera, como una forma de “control interpersonal y adaptación”. Esta adaptación normalmente la persona sana es algo que realiza obteniendo satisfacción y logro, mas para el neurótico entraña una gran dificultad. Karen distinguió 10 patrones particulares de necesidades neuróticas, basados en aquellas cosas que todos necesitamos, pero que se han vuelto distorsionados de diversas formas por las dificultades de vivir en algunas personas.
Una necesidad se torna neurótica en el grado de dependencia y la ansiedad que nos origina el no poder satisfacerla, y el percibir que no vamos a poder satisfacerla en un futuro, esto es la que la lleva poseer una naturaleza irracional, irreal e indiscriminada. Si hablamos de afecto sabemos que lo necesitamos de nuestra pareja, amigos y ámbito social, pero, no podemos esperar que nos lo den todo el tiempo, y en todas las circunstancias, ni que nos lo de aquel a quien ni siquiera conocemos, y somos conscientes de que habrá muchas veces en nuestra vida donde tendremos que ser autosuficientes. El neurótico necesita afecto todo el rato, y ha hecho de esto la necesidad central de su vida, y si no lo consigue se torna ansioso y entra en pánico.
Necesidades neuróticas:
1. Necesidad neurótica de afecto y aprobación.
2. Necesidad indiscriminada de complacer a los demás y ser querido por ellos.
3. Necesidad neurótica de pareja; de alguien que lleve las riendas de nuestra vida. Esta necesidad lleva implícita la idea de que el amor resolverá todos nuestros problemas. A todos nos gusta tener un compañero con quien compartir la vida, pero el neurótico va más allá, necesita restringir la vida del otro a límites muy estrechos, a no demandar y a satisfacerse con muy poco.
4. Necesidad neurótica de poder, de control sobre los demás, de omnipotencia. El neurótico se desespera por lograr el poder, conlleva una gran creencia en su propio poder al que acompaña un fuerte rechazo hacia sensibilidad, vulnerabilidad y debilidad del otro al no admitir la suya propia.
5. Necesidad neurótica de explotar a los demás y sacar lo mejor de esto, es la manipulación y la creencia de que los demás estamos ahí para ser utilizados, obviamente trae el miedo a ser manipulado por los demás.
6. Necesidad neurótica de reconocimiento o prestigio social. El neurótico teme ser ignorado, y está sumamente preocupado en su propia apariencia y en el efecto que causa en los demás. Buscan ser los mas populares.
7. Necesidad de admiración personal. Necesitamos que nuestras cualidades sean valoradas, necesitamos sentirnos importantes, pero algunas personas están más desesperadas y necesitan recordarnos continuamente su importancia, llamar la atención de lo que hacen y de lo que son, su gran miedo es no ser nadie, falto de importancia y sin sentido en sus acciones.
8. Necesidad neurótica de logro personal. No hay nada malo en aspirar a logros, pero algunas personas están obsesionadas con ello. Deben ser los número uno en todo, y ya que esto es difícil, porque siempre habrá alguien que en algo nos supere, o sencillamente sea mejor que nosotros en función de su cualidad, estas personas devalúan todo lo que tienen alrededor, excepto aquello en lo que pueden llegar a ser los primeros.
9. Necesidad neurótica de autosuficiencia e independencia. Aquel que posee esta necesidad neurótico tiene muy difícil el poder establecer una relación afectiva, siente que no necesita de nadie nunca y es muy reticente a compartir, rechazan la ayuda y tienen muy distorsionado el sentido de autonomía.
10. Necesidad de perfección, a veces tenemos impulsos que pueden ser considerados neuróticos, deseos de perfección, algunas personas necesitan ser perfectas y tienen mucho miedo al fallo, al fracaso, en consecuencia, necesitan estar controlando todo y todo el rato.

Con el tiempo Karen fue agrupando las necesidades neuróticas en tres amplias estrategias de adaptación:
Complianza (cumplimiento), que incluye las necesidades 1, 2 y 3. Karen también la definió como la estrategia de “moverse hacia”, y auto-retirada. Se corresponde con la personalidad flemática de Adler.
Agresión, incluyendo las necesidades desde la 4 hasta la 8. También la llamo “moverse en contra de”, o la solución expansiva. Corresponde al tipo dominante o personalidad colérica de Adler.
Alejamiento, necesidades 3, 9 y 10, es la necesidad de moverse, “alejarse de” y la auto-retirada, es la que logra la ilusión de independencia y perfección. Corresponde a la personalidad melancólica.
El origen de la neurosis para Karen Horney La respuesta de Karen al origen de la neurosis es la llamada indiferencia paterna o como ella le llamaba “la maldad básica” o una falta de calidez y afecto durante la infancia. Hay que saber que incluso un trauma de niñez puede ser superado, siempre que el niño se sienta aceptado y querido. La clave para entender la indiferencia parental es que constituye una forma de percepción del niño y no de las intenciones de los padres. Recordemos que “El camino al infierno está lleno de buenas intenciones”. Un padre con buenas intenciones puede transmitir a sus hijos una comunicación distorsionada, contradicción entre mensaje verbal y mensaje en acción, menosprecio, indiferencia ,preferencias de un hijo sobre otro, no cumplir la palabra dada y las promesas, dificultando las relaciones de sus hijos, burlarse de sus ideas, etc..
Muchos padres, también buenos padres, hacen esto debido a las presiones a las que se encuentran supeditados. Otros lo hacen por su propia neurosis, viviendo en primera instancia sus propias necesidades y obviando las de los niños. Karen observó que los niños no responden con pasividad y debilidad ante la indiferencia parental, sino que lo hacen con rabia, que Karen la denomina, hostilidad básica. El hecho de frustrarse conlleva a una respuesta primera de un esfuerzo por protestar por la injusticia. Algunos niños perciben que esta hostilidad es efectiva y con el tiempo la van convirtiendo en una respuesta generalizada ante las dificultades de la vida. Desarrollan un estilo adaptativo agresivo, diciéndose a sí mismos, “si tengo el poder, nadie puede hacerme daño”.
Sin embargo, la mayoría de los niños, saturados de ansiedad, reaccionan casi siempre con el miedo al abandono y a sentirse desprotegidos y desamparados. Por pura sobrevivencia la hostilidad básica puede ser suprimida y así los padres alcanzan la victoria. Si esta actitud parece funcionar mejor para el niño, entonces se consolidará como la estrategia adaptativa preferida (complianza). Se dicen a sí mismos: “Si puedo lograr que me quieras, entonces no me harás daño”.
Algunos niños descubren que ni la agresión ni la complianza eliminan la indiferencia parental percibida, por lo que solucionan el problema abandonando la lucha familiar y metiéndose en sí mismos, volviéndose preocupados por ellos prioritariamente. Esta es la tercera estrategia adaptativa. Se dicen: “Si me repliego, nada me dañará”.
Teoría del sí-mismo Para Horney el self es el centro del ser, su potencial. Si uno ha sido sano, entonces ha desarrollado un concepto preciso de quién es, del “yo” y por consiguiente podrá sentirse libre para impulsar ese potencial de auto-realización. El neurótico tiene una visión diferente de las cosas. El self neurótico está “escindido” en un self ideal y un self despreciado, un self “especular”, aquel que piensa que los demás ven. Cuando el neurótico ve a su alrededor, (de forma precisa o no) creyendo que los demás le desprecian, internaliza esa sensación como si fuese verdaderamente su propia percepción de él mismo. Por otro lado, si además falla de alguna manera, esto lleva implícito que existen ideales ante los que se está sometiendo. El neurótico crea un “self ideal” fuera de sus posibilidades. Nunca podrá alcanzar esos ideales ya que no son propios. Hay que entender que el self ideal no es una meta positiva, todo lo contrario, es irreal e imposible de alcanzar, por lo que el neurótico se oscila entre odiarse a sí mismo y pretender ser perfecto.
Karen Horney definió esta estrecha relación entre los yo ideales y despreciados como “la tiranía de los posibles” y a los neuróticos la “lucha por la gloria”.
La persona sumisa cree que “debería ser dulce, y sacrificado, una buena persona”. La persona agresiva se dice “debería ser un ganador, fuerte y bien reconocido”. La persona introvertida cree que “debería ser independiente, reservada y perfecta”. Y mientras el neurótico vacila entre estos dos self imposibles, se va alienando de su propio yo y cada vez mas se retrae mas, con lo que tiene muy difícil el poder vivir su auténtico potencialidad.
Idea muy interesante de Karen es cómo criticó la idea freudiana de envidia al pene. Aunque aceptó que esto de hecho podía ocurrir en algunas mujeres neuróticas, estaba muy lejos de ser un fenómeno universal. Sugirió que lo que parecía ser una envidia al pene era realmente una envidia justificada al poder de los hombres en este mundo. De hecho, decía, podría haber una contrapartida masculina a la envidia al pene en los hombres, la envidia al útero, significando la envidia que siente el hombre ante la disposición natural de la mujer para poder criar hijos. Quizás por esto muchos hombres quieren que sus apellidos perduren, a través del nacimiento de algún hijo, después de su muerte, siendo esta una compensación por su incapacidad de poder perdurar por ellos mismos.
Las tres estrategias adaptativas de Karen están muy próximas a las de Adler, por quién no cabe duda de que fue bastante influenciada, pero, son estrategias de propio pensamiento, y llegó a conclusiones similares desde otro abordaje. Tanto Karen, como Adler, Fromm, y otros, han constituido un nuevo pensamiento analítico, llamado neo-freudiano. Estos conceptos también se parecen a los Rogers, con lo que es un signo inequívoco de que en sí encierran valor.
El comentario más negativo que se puede hacer a Karen Horney es que su teoría está limitada a la neurosis, deja de lado la psicosis, y aunque parece que aísla a la persona sana, para ella todos somos un continuo, un proceso, ya que su trabajo está enfocado al neurótico que hay en todos nosotros. Karen fue terapeuta de Fritz Perls.

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