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Paz y Ciencia

miércoles, 10 de julio de 2013

¿Psicosis o Incomprensión?

 
 
«Si en medio de las adversidades persevera el corazón con serenidad, con gozo y con paz, esto es amor». Santa Teresa de Jesús.

Donald Woods Winnicott escribió junto a su pareja, Clare Britton, un delicioso texto titulado "Deprivación y Delincuencia". Ella era trabajadora social y no era poco, ni mucho menos, lo que sabía de psicología y psicoanálisis.
Winnicott era pediatra y psicoanalista, dedicó su vida a los niños, compaginándolo con su consulta privada donde atendía a todo tipo de pacientes. En cuanto a los adultos, se especializó en patologías prepsicóticas y psicóticas. Un ejemplo clínico cristalizado en un libro es "Sostén e Interpretación".
Desde mi humilde postura, ni en personas prepsicóticas ni en psicóticos procede la interpretación. ¿Por qué? Porque es vivida como un ataque. Se puede pensar en el "timing", en el momento justo para intervenir. Intervenir no es ser un sesudo interpretador de las cuitas del paciente. En casi todas las ocasiones, el sostén (Winnicott), la contención (Bion) y una relación amorosa, no seductora sino simplemente el amor propio del ser humano, puede ayudar a que la persona crezca a nivel de maduración emocional. No soy partidario de la pasividad psicoanalítica, creo que a las personas afectadas de graves problemas psíquicos hay que hacer un trabajo que no está, para mi gusto, ni en los textos académicos oficiales del establishment, ni en los libros sobre psicosis del psicoanálisis, por ejemplo el libro "Psicoanálisis directo", de Rosen, Piera Aulagnier o los textos de Rosenfeld, así como los trabajos de Melanie Klein o del propio Winnicott.
Mi conclusión es que el psicoanálisis no es un método, para seguir al pie de la letra, apropiado para este tipo de patologías. Mi recomendación, es que cualquier persona que quiera entender el mundo interno de una persona, que es desde donde emana y se destila su conducta, debe formarse en psicoanálisis, porque sí que soy partidario en decir que es la "quintaesencia de la psicoterapia".
Soy firme defensor de que la mejor psicoterapia es aquella que ensambla la persona del psicoterapeuta, la persona del paciente y la teoría pasa a estar en un segundo plano, por si se despistara el psicoterapeuta. No creo que haya que seguir un tratamiento por una teoría porque eso es un prejuicio, un pre-texto. Hay que dejar rienda suelta al gesto espontáneo del ser humano y el psicoterapeuta también es un ser humano. He observado que la autenticidad del terapeuta es directamente proporcional a la autenticidad del cliente.
Freud pareció decir que la medicina no había encontrado una medicina tan eficaz como unas palabras benevolentes. Efectivamente es así, literalmente. Tratamos de hacer piruetas teóricas y en ese onanismo teórico nos olvidamos de lo que es la persona en su más pura esencia. Quizá esa persona no haya encontrado su esencia. Una persona gestáltica diría que es dirigida por el "carácter", el "bicho" o el "ego". Winnicott hablaría del falso self, ahora se ha simplificado a falso yo. Concepto, también de Abraham Maslow, un representante productivo y creativo del humanismo.
La fuerza de todo lo que sucede en la psicoterapia, o de casi todo, reside en el VÍNCULO terapéutico, si la persona se siente cómoda, reconocida, aceptada y validada, se le está ayudando sin artificios ni adiestramientos a que se reconozca en ese espejo simbólico que hablaba Jacques Lacan. El psicótico ha perdido la capacidad de reconocerse a sí mismo, ha perdido su identidad, esto le conduce a construir representaciones imaginarias (refugio) que son llamados delirios, y que en verdad son formas de colocar fuera, expulsar, como las heces, lo que le resulta tóxico. El proceso no es precisamente agradable, es francamente duro, aunque muchas veces pasa inadvertido. Cuanto más crítica al proceso psicótico existe, mayor es el nivel de sufrimiento.
Rodrigo Córdoba Sanz
Psicólogo y Psicoterapeuta
ZARAGOZA

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