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Paz y Ciencia

martes, 16 de febrero de 2010

Una síntesis clínica: Intolerancia a la soledad

La soledad se experimenta como una aterradora pérdida del sí mismo de la que la persona con TLP puede defenderse mediante la acción o distorsionando la realidad. La soledad también puede atenuarse mediante el uso de objetos transicionales o buscando a otra persona que ofrezca evidencia tranquilizadora de que cuidará del paciente límite.
La identificación de la intolerancia ante el sentimiento de soledad como uno de los criterios que definen el diagnóstico del TLP puede rastrearse hasta las contribuciones clínicas y teóricas de Modell (1963), Winnicott (1965)y Masterson (1972). Modell afirmó que el fallo básico en el desarrollo de un paciente límite es su incapacidad para afrontar la separación de sus cuidadores, lo que Winnicott (1953) ha definido como relación transicional. Masterson destacó el temor al abandono que presentan estos pacientes y situó su origen en experiencias traumáticas de separación en la infancia. Gunderson (1981) operativizó este rasgo y lo estableció como una de las características más discriminantes del trastorno. La incapacidad de invocar representaciones de los que están ausentes (inconstancia del objeto) fue posteriormente enfatizada por Adler y Buie. Esta intolerancia a la soledad y esta inconstancia del objeto se han confirmado de forma empírica. La razón por la que el diagnóstico del TLP no se identificó antes es, en mi opinión, que la presentación fenomenológica es extremadamente dependiente del contexto interpersonal. Esta formulación ha recibido apoyo empírico.
Mientras que ésta caracterización clínica y conceptual de los pacientes límite adultos condujo al desarrollo de los diagnósticos, una serie de analistas infantiles británicos ha continuado explicando las experiencias infantiles que han iluminado la patogenia del TLP. Pág. 16. TLP. Guía Clínica. Gunderson.

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