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Paz y Ciencia

miércoles, 24 de febrero de 2010

Hipótesis que se contrastan desde el supuesto saber.

La narrativa del deseo y el impulso es lo que Piera llama "brujo" y "maestro brujo" al inconsciente.
Es increíble poder ver estas instancias intrapsíquicas inferidas por la observación clínica con total claridad en personas que tienen alguna patología y en la "psicopatología de la vida cotidiana".
El odio, la vergüenza y la culpa son, como decía Bucay, el "médico del alma" tres importantes, pero no únicos, sentimientos para entender porqué las personas quedan bloqueadas.
La angustia se desliza con sus contenidos a la sesión, se desprenden aromas de dolor, de desesperanza, de fatiga, de tristeza, de tensión, de un sinfín de heterogéneas emociones que van coronando el discurso del hablante.
Dichas emociones casi se pueden tocar en el furor de los discursos acalorados donde abunda el odio, la ira, la repulsa, la envidia o, también, el amor.
La tristeza suele estar como fondo y la ansiedad tiene sus repuntes. Quien sólo tiene un poquito de ansiedad y se siente algo triste de vez en cuando no es un afortunado pero su patología es menos grave de lo que cabría esperar. Aunque a decir verdad la gravedad de la patología va dada por cómo el sujeto vivencia su problema y qué papel le da a la hora de construir las estructuras de su vida.
Cuando alguien pierde el contacto con la realidad, que es la razón fundamental de los ingresos en urgencias, no se da cuenta de que ha desenfocado y el objeto subjetivo pertenece ahora a la realidad fáctica.
Ésto resulta lo más intrigante de la psicología, como un objeto subjetivo puede tener tal poder de adherencia que el carácter del sujeto queda tan impregnado de esas relaciones con el objeto que difícilmente cambia su estructura de carácter, situándose lo que se llaman resistencias. Es francamente hermoso poder contemplar esto en un proceso psicoterápico y la técnica psicoanalítica/psicoterápica trata de sostener y explorar el mundo interno del sujeto para que conecte y enfoque. Existen agujeros en el discurso, vacíos de sentido y significado que deben y merecen ser llenados.

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