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Paz y Ciencia

miércoles, 3 de febrero de 2010

Presos del Compás


"Gritaremos libertad a los Moreno, gritaremos libertad y estaremos tó contentos" Presos del Compás


Recuerdo a un muchacho cuyo padre había muerto por la heroína. Es gitano y su primo y él estaban en el centro de menores por varios delitos, entraban y salían de allí porque en su casa no tenían que comer y tenían que llevar dinero, sabían tocar la guitarra, cantar y robar. La madre se encargaba de cuidar a una niña pequeña, su hermana. El muchacho, con el equipo de músicos del centro hizo una maqueta titulada "Presos del Compás". El chaval entraba y salía de la celda de aislamiento, de vez en cuando perdía los nervios, pero era una persona noble, astuto y muy vivido. Él era uno de esos chavales que "ha vivido demasiado y a destiempo". La deprivación emocional le incita al robo, en este caso en gasolineras y otros establecimientos.
A través del arte musical pudo componer la melodía y la letra de su vida, una historia de drogas, pobreza y muerte.
Este joven y otros como su "primo" difícilmente pueden confiar en alguien que les ayude cuando se han encontrado desamparados, él había perdido toda esperanza y su destino estaba en la cárcel. Esta es una historia de deprivación afectiva y delincuencia, de cómo se instala el sujeto en el mundo de los robos, como la institución le penaliza y retroalimenta el odio, haciendo mayor su desconfianza y misantropía. Considero que los educadores, psicólogos y psiquiatras de centros de menores deben ser ante todo referentes que cuidan desde el contacto emocional, la comprensión del estado psíquico del adolescente o adulto y acompañar así como informar de su evolución. Las sanciones disciplinarias son útiles si se emplean con mesura, no como único y primer instrumento. Éste es el futuro-pasado de los centros que llevó Winnicott con su esposa Clare Britton, su experiencia queda expuesta en el texto "Deprivación y delincuencia", de incalculable valor. Winnicott hace una disección de las necesidades prohibidas de estos chicos cuyo fuero interno quedó un día desierto de esperanzas, afecto y de una ética. Winnicott llegó a tener a uno de estos muchachos en su casa con la esposa y fue una temporada realmente difícil porque se trata de "sobrevivir" al ataque y permanecer "inerme", tal y como dice Winnicott para que empiece a comprender que ese referente es un objeto real, una persona que merece respeto, si no continúa en la omnipotencia del pensamiento utilizándole como un objeto mágico.
La penalización y los castigos junto a la vigilancia y la persecución mediante sanciones son medidas que no proceden en un contexto analítico y mínimamente humanista. Son medidas groseras y arteras, cómodas para el educador sin escrúpulos, ya cansado y los fármacos son camisas de fuerza químicas para evitar las molestias.
Pensando siempre en la necesidad de ciertos niveles razonables de todo tipo de componente que ayude a estabilizar a un miembro de un sistema en una institución. Que por cierto no es el mejor lugar para crecer, claro.

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