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Paz y Ciencia

domingo, 21 de febrero de 2010

Piera Aulagnier: La Violencia de la Interpretación

Cualesquiera que sean las singularidades, en la historia de estos niños se eobservará siempre el efecto dramático de un encuentro en que, aparentemente, se le impone al Yo la apropiación de un saber -sobre el lenguaje, sobre él mismo, sobre el mundo-, mientras que, en realidad, en toda oportunidad en la que pretende mostrar el resultado de esa adquisición choca con una prohibición, con una negación del valor del producto, con una "contraverdad" que desmiente la significación que él había entrevisto y construido. "Está prohibido pensar, es obligatorio pensar "lo pensado por el otro"". Es esta una conminación insostenible e imposible, tan imposible como una orden que exigiera taparse condición previa y necesaria para pensar lo "pensado por el otro" es que se pueda pensar: precisamente, lo que la madre teme por encima de todo es esta posibilidad.
Ese tercer momento redobla, amplifica, la prueba impuesta por los dos primeros:

1. Los pictogramas encontraron un mundo que se resistía a reflejar uno de los dos.
2. Lo primario, a su vez, buscó vanamente en lo "exterior a sí" signos que le permitiesen encontrar en el lugar del Otro la causa de un estado de placer que puede ser ligada a su deseo y, también, los signos que podrían desmentir sus fantasías de rechazo, ayudarlo a reconocer que el mundo y el cuerpo del otro son también lugares en los que el placer es posible, en los que el deseo puede realizarse.
3. Last but not least, el YO, por su parte, encuentra en el espacio al que debe advenir, en los enunciados que deben instituirlo y que van a constituirlo, la orden de tener que ser, mientras que cada vez que él llega a ser, en cada imagen de sí mismo que tiende a catectizar, choca con la prohibición de ser esa forma, esa imagen, ese momento, tan pronto se presentan como su elección.

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