¿Por qué elegir?:
Sus tendencias, sus inclinaciones, su trasfondo social, su religión, todo le empuja en una dirección determinada, y usted dice que elige. Señor, cuestiono esta manera de elegir. ¿Por qué debería elegir? Un hombre libre no elige, no se trata de elegir. En absoluto. Por eso dije al principio, que para entablar un diálogo serio, debemos explorar la cuestión de la libertad y de la paz. Sino, no podemos proseguir. K
La autoestima;
Todos nos colocarnos en diferentes niveles, y constantemente estamos cayendo de esas alturas. Nos avergonzamos entonces de esas caídas. La autoestima es la causa de nuestra vergüenza, de nuestra caída. Es esa autoestimación lo que debe ser comprendido y no la caída. Si no hay un pedestal sobre el cual Ud. se ha colocado, ¿cómo puede producirse caída alguna? ¿Por qué se ha colocado Ud. sobre un pedestal llamado autoestima, dignidad humana el ideal, etc.? Si Ud. puede comprender esto, entonces no habrá ninguna vergüenza del pasado; ésta desaparecerá completamente. Usted será lo que es, sin el pedestal. Si no está allí el pedestal, la altura que la hace mirar abajo o arriba, entonces Ud. es aquello que siempre ha rehuido. Es esta evasión de lo que es, de lo que Ud. es, que trae confusión y antagonismo, vergüenza y resentimiento. No tiene por qué decirme a mí o a cualquier otro lo que Ud. es, sino estar atenta a ello, sea lo que fuere, agradable o desagradable: viva con ello sin justificarlo o resistirlo. Viva con ello sin ponerle un nombre; porque el nombre mismo es una condenación o una identificación. Viva con ello sin miedo, pues el miedo impide la comunión, y sin comunión no puede vivir con ello. Estar en comunión es amar. Sin amar, Ud. no puede enjugar el pasado; con amor, no hay pasado. Cuando hay amor, el tiempo no existe.
La mayoría de nosotros no escucha realmente. Nos distraen los ruidos externos o tenemos algún prejuicio, alguna propensión que deforma nuestra mente, y eso nos impide escuchar verdaderamente lo que se dice.
Esto es especialmente así con las personas mayores, porque tienen tras de sí una larga serie de logros y fracasos; son alguien o no son nadie en el mundo, y es muy difícil penetrar las capas de sus formulaciones, de sus conceptos previos”.
“Para la mayoría de nosotros, la idea de la evolución implica una serie de logros, o sea, logros nacidos de la continua opción entre lo que llamamos no esencial y lo esencial. Implica vivir lo no esencial y moverse hacia lo esencial. A esta serie de logros continuos que resulta de optar, la llamamos evolución. Toda nuestra estructura de pensamiento se basa en esta idea de progreso y logro espiritual, en la idea de crecer más y más dentro de lo esencial, como resaltado de la continua opción. Así pues, pensamos en la acción como en una serie de logros, ¿no es así?
Ahora bien, cuando consideramos el crecimiento o la evolución como una serie de logros, es natural que nuestras acciones jamás sean completas; siempre crecen de lo inferior a lo superior, siempre trepando, avanzando. Por lo tanto, si vivimos bajo ese concepto, nuestra acción nos esclaviza, es un constante, incesante, infinito esfuerzo, y ese esfuerzo se vuelve siempre hacia la seguridad. Naturalmente, cuando existe esta búsqueda de seguridad, hay temor, y este temor crea la conciencia continua de lo que llamamos el “yo”. ¿No es así? Las mentes de casi todos nosotros están atrapadas en esta idea del logro, de la realización, del trepar más y más alto, es decir, en la idea de escoger entre lo esencial y lo no esencial. Y puesto que esta opción, este progreso al que llamamos acción, no es otra cosa que una lucha incesante, un esfuerzo continuo, nuestras vidas también son un esfuerzo incesante y no un libre, espontáneo fluir de la acción.
Quiero diferenciar entre acción y logro o realización. El logro es una finalidad, mientras que la acción, para mí, es infinita. Ustedes comprenderán esta distinción a medida que prosigamos. Pero, primeramente, entendamos que esto es lo que queremos decir por evolución: un continuo movimiento, a través de la opción, hacia lo que llamamos esencial, persiguiendo siempre logros más y más grandes.
Rodrigo Córdoba Sanz. Psicólogo y Psicoterapeuta. Zaragoza. Gran Vía 32, 3° Iz. rcordobasanz@gmail.com. N° Col.: A-1324. Página Web: www.rcordobasanz.es Teléfono: 653 379 269
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