Rodrigo Córdoba Sanz. Psicólogo y Psicoterapeuta. N° Col.: A-1324 rcordobasanz@gmail.com. Página Web: www.rcordobasanz.es
- Sorpréndete con todo, también con lo que parece normal. Encuentra un nuevo sabor en las cosas conocidas, paladea aquello con lo que te encuentras, en lugar de apartarlo. Sorpréndete con la elección de tus palabras, con el modo en que los otros actúan, los argumentos que se dan. La normalidad es la manera de matar el pensamiento.
- No pienses que todo es posible. El “todo es posible” hace peligrar seriamente el pensamiento crítico por el camino de la indeterminación. Separa el trigo de la paja usando el sentido común y el principio de realidad, eso te ayudará a ver qué es necesario, posible o probable.
- Reconoce tus propios límites. Un ser humano no puede ser perfecto. La autoconciencia empieza por el reconocimiento de los propios límites, los de tu mente y los de tu cuerpo. La capacidad de examen crítico de los otros viene de la habilidad para examinarte críticamente a tí mismo. Aprende a identificar y a nombrar tus problemas y debilidades.
- No temer la reacción de los otros. Si quieres actuar sobre las palabras y los argumentos de los otros, estate preparado para encontrar su irritación y su resistencia. Al ser humano no les gusta enfrentarse a la realidad y a la verdad de lo que él es. No prestes demasiada atención a sus miedos y no temas molestar a tu interlocutor. El arte de pensar y cuestionar significa preferir la verdad por encima de la seguridad o la complacencia.
- Sé paciente y aprende a escuchar. Tener paciencia significa suspender los propios juicios y reacciones y concentrarse en lo que se da afuera. Aprende a ser un guerrero sabio: acomete un gesto sólo cuando sea necesario, cuando hayas observado suficientemente. Si te tomas el tiempo de escuchar y contemplar, muchos actos se harán innecesarios. La habilidad de responder de forma adecuada es tan importante como actuar de manera apropiada.
- No permanezcas en la confusión. Clarifica las palabras y los actos, los tuyos y los de tu interlocutor. Reduce al mínimo la cantidad de tus palabras y pide a los otros que lo hagan también. Esto permitirá distinguir entre lo esencial y lo accidental. Nombra las cosas en lugar de explicarlas, incluso cuando te mueva un deseo intenso de hablar. Usa la idea de Spinoza: la claridad es la verdad, la verdad es claridad.
- Evita las trampas de la paranoia y de la ingenuidad. Es importante sopesar las propias ideas y no caer en los extremos: ver problemas por todas partes nos lleva a sospechar de modo compulsivo, mientras que aceptarlo todo nos hace complacientes. Comprueba la pertinencia de tu juicio a través del descubrimiento de los supuestos y evidencias que subyacen.
- Distingue lo subjetivo de lo objetivo. Mira a ver si tus ideas y acciones se apoyan en tus sentimientos y percepciones o tienen algún fundamento objetivo. Para ello usa el sentido común y ten en cuenta el punto de vista de los otros. Esto te ayudará a distinguir si hay discrepancia entre tu opinión y lo que la realidad te dice.
- Examina las palabras con criterios lógicos, de pertinencia y de coherencia. Distingue el “no lo entiendo” del “no estoy de acuerdo” o incluso del “no me gusta”. Aprende a crear distancia entre tú y lo que es objeto de tu examen.
- Cuestiónate a ti mismo y a otros. Sustituye afirmaciones por preguntas para descubrir lo que la gente piensa. Cambia la percepción de lo que significa preguntar: no es tan sólo un medio de obtención de información, es una herramienta para hacer pensar
No hay comentarios:
Publicar un comentario