EL AMOR ES UN ACTO DE FE Y QUIEN NO TENGA FE NO TENDRÁ AMOR. ERICH FROMM
Para mí no existe ese Dios que ha esperado hasta que existieran los seres humanos. Creo que lo que yo llamo Dios es simplemente la sinfonía que resuena aquí y ahora. Y que antes de Dios no había nada, tampoco el tiempo. El tiempo lo origina nuestra razón.
El ser humano es tan solo un parpadeo en este universo atemporal. Es un ser entre millones de otros seres. No existíamos y algún día dejaremos de existir. El significado de todos los seres está en el aquí y ahora. El aquí y ahora donde esa Realidad Originaria se manifiesta. Lo que llamamos Dios se está encarnando continuamente. En cada momento se revela esta Realidad Originaria en millones de galaxias, en millones de estrellas, en millones de seres que viven en ellas. Paralelamente, habrá seguramente universos muy distintos con seres completamente diferentes que se escapan a nuestra imaginación. Por eso resulta totalmente superfluo preguntasr dónde estuvimos antes de llegar a existir y dónde estaremos después de nuestra muerte. Aquí y ahora somos manifestación de esa realidad "Dios". Pero la vida que somos es atemporal. Se manifiesta en muchos seres. Las formas van y vienen. También nuestra forma, la que somos, perecerá. Nuestra naturaleza verdadera, que es vida divina, es la que permanece. En el caso de que volviéramos, no seríamos otra cosa que nuevamente una forma nueva de esa realidad infinita.
La consciencia absoluta es atemporal. Se crea instante tras instante en múltiples formas. Antes de nuestro universo seguramente existían muchos otros. Una y otra vez tenemos que darnos cuenta de que no podemos comprender con la razón esta consciencia absoluta y de que somos mucho más de lo que lo nuestro yo es capaz de decirnos.
Nuestro yo sigue siendo nuestro centro de organización también después de haber alcanzado una experiencia de ser no dual. Nuestro yo nos convierte en personas. Seguiremos planificando, seguiremos teniendo problemas, seguiremos teniendo alegrías y sufrimientos. Pero nos damos cuenta de que nuestro yo es tal solo el "portero" y no el "dueño de la casa". Nuestra naturaleza auténtica yace por debajo de nuestra estructura del yo. Por ello, el maestro Eckhart dice; "Dios se saborea a sí mismo. En el saboreo con el que Dios se saborea, saborea a todas las criaturas. En el saboreo con el que Dios se saborea, saborea a todas las criaturas no como criaturas, sino a las criaturas como Dios. En el saboreo en el que Dios se saborea, en él saborea a todas las cosas". ¿No es esta una imagen consoladora? Dios me saborea a mó como a sí mismo.
WILLIGIS JÄGER: "SABIDURÍA DE OCCIDENTE Y ORIENTE"
No hay comentarios:
Publicar un comentario