PSIQUIATRÍA INSÓLITA
El proceso cultural es un proceso de domesticación que no puede llevarse a cabo sin rebeldía por parte de la naturaleza animal, ansiosa de libertad. Ernesto Sábato
Leer psiquiatría supuso hace muchos años un soplo de aire fresco, con la ignorancia, avidez y curiosidad del estudiantito que andaba buscando.
Ahora las cositas se van posando, los conocimientos cobran otro valor y la experiencia clínica, el verdadero baluarte del terapeuta, empieza a cuestionar aquello leído.
Concebir un texto como un axioma, un dogma o algo digno de mantener de manera inexorable como ley es un insólito insulto a la inteligencia del clínico y del paciente.
Los pacientes cambian en función del clínico, del momento histórico y de otras circunstancias propias de un ensayo de Kierkegaard, Sartre o de un arrebato platónico o socrático.
La clínica es cómo se hace, no lo leído, lo leído sirve como parapeto del clínico inseguro, como método de adherencia a un grupo de pensamiento único y como pre-juicio.
Desde una óptica humanista podemos citar a Laura Perls, una de las mujeres del genial y excéntrico Fritz Perls: “Hay tantas terapias como pacientes y terapeutas”.
Recuerdo leer esos textos de psiquiatría biológica y sorprenderme de aquello que sonaba tan científico, por ejemplo, los gemelos monocigóticos y dicigóticos y la fundamentación para las enfermedades graves y crónicas. Sin embargo en la clínica, los cuadros no corresponden con “antecedentes genéticos” muchas veces.
Por otro lado, desde mi querido psicoanálisis, del cual me autodenomino “disidente” de forma pretenciosa y vanidosa… Recuerdo que el ser consciente no es un acto de voluptuosa inteligencia. Pues bien, Joan Coderch, en su célebre libro Psiquiatría Dinámica escribe en la sección destinada a los Trastornos del Carácter sobre la homosexualidad. Allí hace una clasificación sobre las “causas” de la homosexualidad, a saber: fijación a la madre, hostilidad hacia el padre, etcétera.
Por esto creo que tenemos que realizar más grupos Balint, más seminarios grupales para poner en común, en supervisiones grupales, y dejar los libros para los que escriben libros y se lucran por ellos.
Esta ciencia no ha avanzado demasiado, han avanzado más los pacientes que los clínicos. Ahora, un paciente viene “sabiendo” qué le pasa y qué tipo de terapia quiere y necesita. Los terapeutas “saben” qué tipo de terapia saben hacer y cuáles no. El resultado está en un lecho de Procrusto donde les cortamos los brazos y los pies a los pacientes, mutilados de su gesto espontáneo, sea certero o no, desprendidos de su voluntad.
Así pues, como quien lee esto es una persona inteligente y el texto no es demasiado críptico ni autoerótico hay que concluir que escuchemos más al paciente y dejemos a los libros a un lado.
Una paciente me citaba a Alejandro Jodorowsky: “El psicoanalista es un hombre que se pone unos espejos en la cuenca de los ojos y el paciente le dice: -por fin me has entendido-“
Rodrigo Córdoba Sanz, Psicólogo y Psicoterapeuta.
24 de Diciembre de 2013.
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1 comentario:
Lo importante del profesional es que sepa orientar los espejos para que el paciente "se vea". Ahí está la diferencia.
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