sábado, 19 de enero de 2013
El Estoicismo
A la manera de cómo entendían los antiguos pensadores la filosofía, el estoicismo es una guía para la vida, para soportar la vida y hacerla lo más llevadera posible aproximándose a eso que hoy damos en llamar "la buena vida". Séneca se incorporó a esa corriente inaugurada por Zenón de Citio en su último período y le dio nuevos bríos incorporando elementos del cinismo y del epicureismo. La mezcla, en ocasiones, se ha denominado senequismo.
En El Tratado de los Beneficios, Séneca afirma:
"Si nuestro espíritu no siente ya más que desprecio por todo lo que nos pasa, sea bueno o malo; si se eleva por encima de las aprehensiones; si, en su avidez, deja de contemplar perspectivas ilimitadas y sabe abstenerse de buscar riquezas fuera de sí mismo; si deja de temer a los dioses y a los hombres, consciente de que poco hay que temer de los hombres y nada de los dioses; si desdeña todo lo que da esplendor a nuestra existencia y es a su vez su tormento; si consigue ver claramente que la muerte no es un mal en sí y que pone fin a múltiples desgracias; si se consagra a la excelencia y encuentra fácil cualquier camino que conduzca a ella; si en su condición de animal social y nacido para el bien de todos, considera el mundo entero como una sola y misma familia (...), entonces se ha liberado de las tempestades, ha puesto los pies en tierra firme y bajo un cielo azul. Sabe ya todo lo que es útil e indispensable saber".
Todo es efímero y todo es cambiante. Séneca vivió una época de grandes convulsiones y lo sabía bien. El esplendor del mundo antiguo se había acabado y no había rumbo definido más que decadencia y caos. Su propia vida fue también un claro ejemplo de esplendor y caída. El que todo lo tuvo, de todo iba a ser despojado. Consciente de que adelantarse a la pérdida mitiga -y anula- el dolor de la misma. Séneca coincide con Epicuro en la importancia de extinguir los deseos desordenados, las ambiciones y la ira.
"Solamente es espíritu es admirable, que por ser grande, nada debe parecerle grande". Y refiere el ejemplo de los peces a los que se engaña con apetitoso cebo. Las riquezas son a los hombres ese cebo y al "creer que los cogemos nos encontramos cogidos". Por eso el sabio recomienda no conceder al cuerpo más que lo necesario para la salud. "Resistid o retiraos: si obráis así, podrá la fortuna daros alguna sacudida, pero no os derribará", afirma en las Cartas a Lucilia.
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