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Paz y Ciencia

viernes, 18 de enero de 2013

Willigis Jäger: LA OLA ES EL MAR



Los discípulos preguntaron al Rabí por el secreto de la sabiduría, a lo que este contestó: "Cuando estoy sentado, estoy sentado; cuando estoy de pie, estoy de pie; cuando ando, ando." Los discípulos se miraron consternados, creyendo no haberle entendido bien. Así que le volvieron a preguntar de nuevo: "Maestro, ¿cuál es el secreto de tu sabiduría?" Y él volvió a decir: "Cuando estoy sentado, estoy sentado; cuando estoy de pie, estoy de pie; cuando ando, ando" Los discípulos se enojaron, diciendo: "Maestro, lo que tú dices lo hacemos también, pero estamos muy alejados de tu sabiduría" El Rabí sonrió, moviendo su cabeza: "No", dijo, "cuando estáis sentados, ya os habéis levantado, cuando estáis de pie, ya os habéis marchado, cuando andáis, ya habéis llegado".

La compenetración de la vida cotidiana y espiritualidad presupone haber tenido la experiencia de que no hay nada que no sea la manifestación de lo divino. Consecuentemente, la consumación de la vida es el contenido auténtico de la religiosidad, y toda oración y todo rito son algo que añadimos a aquello con lo que celebramos esta verdad. Lo que importa es reconocer la consumación de la vida como tarea propiamente religiosa. Para esto no se tiene que se necesariamente un Rabí sabio; lo que sí hace falta es tener la disposición para comprometerse en un camino espiritual.

El primer paso en el camino espiritual consiste en el ejercicio ascético de dejar atrás hábitos y apegos. Pero no se trata de la ascética por la ascética, sino de liberarse de lo que nos condiciona. Este paso es irrenunciable; pero igualmente irrenunciable será la posterior vuelta al mundo, aunque entonces el mundo será experimentado de una forma nueva y diferente.
Un hombre partía leña al borde de un bosque y se ganaba así su sustento. Cuando pasó por allí un ermitaño, el hombre le pidió consejo para su vida. El ermitaño le contestó: "Adéntrate más en el bosque". El hombre penetró más en el bosque y se encontró con unos árboles magníficos, los taló y los vendió como leña. Se hizo rico. Un día se acordó de lo que le había dicho el ermitaño: "Adéntrate más en el bosque". Así lo hizo y encontró una mina de plata. La explotó y se hizo aún más rico. Pero un buen día se volvió a acordar de lo que había dicho el ermitaño: "Adéntrate más en el bosque". Así que penetró más en el bosque y encontró unas magníficas piedras preciosas (símbolo de la iluminación). Se puso contentísimo, pero se acordó del consejo del ermitaño: "Adéntrate más en el bosque". Así que siguió el consejo, se adentró más en el bosque. Y una buena mañana se encontró de nuevo en el borde del camino donde había comenzado a partir leña, allí donde había encontrado al ermitaño

Willigis Jäger: "LA OLA ES EL MAR"

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