sábado, 8 de diciembre de 2012
Ego y Falso yo
El ego es algo que se llama a sí mismo "yo" y, precisamente porque no es la plenitud de nuestro ser, contiene, más o menos velada, la experiencia de una carencia de ser y también una sed de ser.
El ego tiene un ser aparente, es una personalidad aparente, pero en la medida en que somos nuestro ego estando ser, deseando ser. Nos gustaría estar más vivos, nos gustaría sentirnos plenos, y es esa sed de ser lo que nos mueve a hacer la mayor parte de lo que hacemos. De esa sed de ser y de la correspondiente amenaza de no ser viene el ansia, la ira y la necesidad de mantener siempre las cosas fuera. Podríamos decir que la sangre que corre por las venas del ego es este ansia, esa sed; por el contrario, la sangre del ser -del alma, del auténtico yo, la esencia de la condición iluminada- es la abundancia, o, lo que es lo mismo, el amor. Si consideramos que el amor, con su sensación de abundancia y efusión, forma parte tanto de la salud como otra vía para trascender el ego.
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