PEACE

PEACE
Paz y Ciencia

lunes, 24 de diciembre de 2012

Rousseau: Emilio o De la Educación



La inacción, la coacción en que se retienen los miembros de un niño, no pueden sino perturbar la circulación de la sangre, de los humores, impedir al niño fortalecerse, crecer, y alterar su constitución. En los lugares en que no se toman  estas extravagantes precauciones, todos los hombres son altos, fuertes, bien proporcionados. Los países en que se envuelve a los niños en pañales son aquellos que pululan de jorobados, cojos, patizambos, agarrotados, raquíticos, gentes contrahechas de toda especie. Por miedo a que los cuerpos se deformen con movimientos libres, se apresuran a deformarlos prensándolos. De buena gana los volverían tullidos para impedirles desgraciarse.

Una violencia tan cruel ¿podría dejar de influir sobre su humor, así como sobre su temperamento? Su primera sensación es una sensación de dolor y de malestar: no encuentran más que obstáculos en todos los movimientos que necesitan hacer. Más desventurados que un criminal encadenado, hacen esfuerzos vanos, se irritan, gritan. Sus primeras voces, decís, son llanto; lo creo, les contaríáis desde su nacimiento. Los primeros dones que reciben de vosotros son cadenas; los primeros tratos que conocen son tormentos. Al no tener nada libre sino la voz, ¿cómo no van a servirse de ella para quejarse? Gritan por el daño que les hacéis; agarrotados de esa forma, vosotros gritariáis más que ellos.

¿De dónde procede esta costumbre ilógica? De una costumbre desnaturalizada. Desde que las madres, despreciando su primer deber, no han querido alimentar ya a sus hijos, han sido confiados a mujeres mercenarias que, al encontrarse de este modo madres de hijos extraños por quienes la naturaleza nada les dice, no han buscado sino ahorrarse trabajo. Habría que haber velado constantemente sobre un niño en libertad: pero, cuando está bien atado, se le arroja en un rincón sin apurarse por sus gritos. Con tal que no haya pruebas de la negligencia de la nodriza, con tal que el niño de pecho no se rompa un brazo o una pierna, ¿qué importa, por lo demás, que perezca o quede tullido para el resto de sus días? Se conservan sus miembros a costa de su cuerpo, y pase lo que pase, la nodriza queda disculpada.

No hay comentarios: