Dos tareas al principio de la vida: estrechar tu órbita más y más, sin cesar de comprobar si no te estás escondiendo fuera de tu órbita
Desde muy jove, Kafka se interrogó sobre el destino del ser humano. ¿Está todo escrito? ¿Dónde acaba el azar y empieza la voluntad? ¿Elegimos nuestra vida libremente o somos esclavos de las circunstancias?
Gregorio Samsa se convierte de pronto en un insecto y Josef K. intenta demostrar su inocencia en un delito que no ha cometido y cuya naturaleza desconoce, dos ejemplos literarios extremos de la tiranía del mundo exterior sobre las elecciones del individuo.
Ahora, más allá de la literatura, ¿qué opinaba el escritor de Praga sobre el libre albedrío en la vida cotidiana? Vamos a saberlo a través de sus palabras:
"A veces el destino es como una pequeña tormenta de arena que cambia las direcciones. Tú puedes cambiar de dirección pero la tormenta de arena te atrapa. Vuelves a cambiar, pero la tormenta te desvía. Juega por encima de ti, como alguna ominosa danza con la muerte justo antes del alba. ¿Por qué? Porque esa tormenta no es algo que sopló lejana, algo que no tiene nada que ver contigo. Esa tormenta eres tú. Algo dentro de ti. Asi pues, todo lo que puedes hacer es rendirte a ello, pisar fuerte dentro de la tormenta, cerrando tus ojos y protegiendo tus orejas para que la arena no entre dentro de ellas, y caminar a través de ella, paso a paso. No luce el sol, ni la luna, no hay dirección, no hay sensación de tiempo. Solo fina y blanca arena arremolinándose hacia el cielo como huesos pulverizados. Es el tipo de tormenta de arena que necesitas imaginar"
"Y una vez haya amainado la tormenta no recordarás como la arrojaste fuera, cómo conseguiste sobrevivir. No estarás seguro de ello; de hecho no sabrás si la tormenta realmente ha cesado. Pero una cosa está clara. Cuando salgas de la tormenta no serás el mismo que caminó por dentro. Eso es la esencia de la tormenta".
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